martes, 23 de diciembre de 2008

El duro camino hacia la gloria

Tengo que reconocer que el amigo Monti le echó lo que tenía que echarle cuando decidió embarcarse en su particular y osada aventura. Aunque también estoy seguro de que no tuvo en cuenta lo arriesgado de la empresa, y que incluso descuidó un tanto el imprescindible entrenamiento.

Es el típico error de principiante.No sirve la excusa de que está terminando un año olímpico para ponerse a emular las grandes gestas de Beijing. Quien más, quien menos seguro que conoce algún caso semejante, en el que no bastan el arrojo y la entrega. El auténtico sacrificio no está en el día de la prueba. La templanza hay que moldearla a fuego día tras día, como hace el artista del cristal moldeándolo con dedicación y precisión.

Constancia, tesón, entega... Levantarse una y otra vez después de los inevitables tropezones con los que te encontrarás en el largo camino. Y por supuesto sudor, mucho sudor. Y horas, muchas horas. Todo parece poco para conseguir alcanzar la gloria del éxito, sea cual fuera éste.

Hay deportes para los que, cualquier profano, aseguraría que no son necesarios muchos entrenamientos. Entre ellos, claro está, se encuentran las pruebas de perfil anaeróbico, como son la velocidad pura, así como los saltos y los lanzamientos, en cualquiera de sus modalidades. Pero que le digan a los Usaines o las Isimbayebas del mundo si todo fue un camino de rosas en su búsqueda del perfume del laurel...

Monti, ¿no sería, acaso, esa falta de previsión tu peor enemigo? Con razón dicen que fue el exceso de confianza el que mató al gato. ¿O tal vez subestimaste a tu rival? ¿no te comentó nadie que te enfrentabas al mayor de los diablos?

Cabe la posibilidad incluso de que haberlo anunciado tan alocadamente con anterioridad dio opción a tu rival a estar preparado a conciencia para superar tu descontrolado ímpetu. Porque, mi querido Monti -¿puedo llamarte así, en confianza?-, sin ser malos técnicamente tus lanzamientos, ¿olvidaste que te enfrentabas a Georgius, el recordman mundial en la especialidad? Deberías haber considerado que alguien tan acostumbrado a lanzar no se iba a quedar quieto...

Y así fue, y ahora te arrepientes, Montazer. Lo que no tengo claro es si estás arrepentido realmente, pero de no haber tenido más tino, o de haberte olvidado en casa la templanza, o de haber acabado en comisaría como un vulgar delincuente, con la amenaza de una sanción de siete años sin "competir".

Tu contribución estoy seguro de que no caerá en saco roto, para bien y para mal. Igual que Fosbury revolucionó el salto de altura, tu gesta quedará grabada en el recuerdo de todos, y puede que pase a formar parte de los anales del olimpismo.

Querido Montazer al-Zaidi, ni tú ni tu familia y tu estirpe podréis disfrutar de medalla olímpica . Más que nada porque tu especialidad es lanzar zapatos a la cabeza de uno de los muchos indignos mandatarios que pasean su geta con descaro, y no está reconocida aún por los herededos del espíritu de Coubertain.

Tal vez contabas con genética para el deporte como tantos otros oriundos de las tierras de Alá. Pero descuidaste los detalles, te falló el entreno o no acudiste a las fuentes del saber oportunas dejándote guiar sólo por cantos de sirena y no por un entrenador adecuado...

En fin, Montazer, lo peor es que te conviertan en mártir, al más puro estilo yihaidista, y que inspires a los zumbaos estos que se autoinmolan, y además del cinturón bomba, por si falla, les dé por currarse unos zapatos-bomba con los que hacer "estraik" en concentraciones de inocentes, ya que es difícil acceder a los gualtrapas encorbatados, que son los verdaderos responsables del fracaso de que el olimpismo y el fair-play triunfen de verdad en el día a día de nuestra existencia.

Por último, aunque no profeses con los ritos de occidente, permíteme que te desee unas felices fiestas, dadas las fechas en las que estamos. Paz y felicidad para todos.

domingo, 14 de diciembre de 2008

El día en que a Filípides dejaron de crecerle las orejas

Entonces, cuando Persia fue polvo,
todos gritaron: "¡A la Acrópolis!
¡Corre, Filípides, una carrera más!
¡Tendrás tu recompensa!
Atenas se ha salvado gracias a Pan.
¡Ve y grítalo!" Arrojó él su escudo,
corrió otra vez como una saeta;
y toda la extensión entre el campo de hinojo
y Atenas de nuevo fue rastrojos,
un campo que recorría una saeta,
hasta que él anunció:
"¡Regocijaos, hemos vencido!"
Como vino que se filtra en arcilla,
la felicidad que fluía por su sangre
le hizo estallar el corazón: ¡el éxtasis!


Robert Browning, el poeta inglés del s.XIX con apellido de postre de chocolate y que tenía pinta de ocultar una cueva de osos entre las barbas, no creo que se pusiera un chandal en su vida. Y a pesar de ello dedicó un poema a Filípides.

Esta noche, en sueños, he oído los ecos de la cruenta batalla entre griegos y persas, tras el desembarco de estos últimos en Maraton y de que, según cuenta Heródoto, el bravo soldado ateniense, Filípides recorriera no sólo los famosos cuarenta y dos kms. entre Maratón y Atenas, sino también otros doscientos cuarenta del ala para ir a pedir ayuda a Esparta.

Me ha contado Filípides (andaba el pobre hombre todavía con el resuello alborotado, digo yo que sería porque no sabía que tan larga distancia es mejor entrenarla en aeróbico sin elevar las pulsaciones más allá del K1), que la culpa de toda su desgracia la tuvo el dios Pan, un fauno que se le apareció en el monte Parthenium y le encomendó que llevara una propuesta a los atenienses: si le erigieran un templo, él a cambio les ayudaría en su enfrentamiento contra los persas. Me pregunto yo si esto no sería denunciable como prevaricación celestial y un claro antecedente de corrupción y del boom urbanístico.

Yo de Filípides le hubiera espetado al susodicho Pan que no se encareciera tanto, hombre... Y también que se dejara de gaitas, que hablara con el Pocero si acaso, y que no le entretuviera, que iba con su cestita a casa de su abuelita... ¡ah, no, perdon, que esto es de otro cuento!... a donde iba era a pedir ayuda a Esparta, y con lo mal que está el transporte público tenía que hacerlo a patita... ¿en qué se habría gastado el ministro de defensa griego los fondos reservados que no tenían ni para un jodido caballo?

En fin, no sé si esta aparición la tuvo por una hipoglucemia acusada, porque seguro que no había sido previsor y, además de olvidar hidratarse convenientemente, tampoco llevaba unos geles... ¡ay, las cabezas Filípides! ¿así como querías terminar? ¿es que no te habían hablado tus generales del famoso "muro"? Posiblemente tú pensaras en una fortificación de piedra, pero no, las piedras las ibas a tener tú desde las piernas hasta las mismísmas orejas.

Para más inri, cuando llegó a Esparta, sigue contando la leyenda, los espartanos, aunque se conmovieron por el ruego y querían brindarles ayuda, no podían hacerlo de inmediato sin quebrar sus propias leyes. Era el noveno día del mes, y dijeron que no podían marchar hasta que la luna estuviera llena. ¡Con dos cojones!... Típica conducta funcionarial, ¡y menos mal que no le dijeron que volviera al día siguiente con un par de fotos carnet y una instancia compulsada! Sólo tenían que esperar a la luna llena.

- ¿Y mientras, mi querido Filípides, los persas no creo que estuvieran rascándose las bolas, verdad? -le dije a Filípides
- ¡Ostia, los persas, es verdad!

Pues si, Hipias, el hijo de Pisístrato, los guiaba a Maratón. Y a los espartanos estos sólo les faltaba una guitarrica y una buena fogata para ponerse a palmear y a bailar, ¡arsa, arsa!... Lo estoy viendo, Filípides, ¡anda, muchacho, echa a correr de nuevo que es lo tuyo que van a terminar saqueando vuestras ciudades y violando a vuestras mujeres! Y si malo es salir derrotado, porque se te queda cara de tonto, no te digo nada si encima te salen cuernos.

La leyenda no narra nada de esto, porque no quedaría muy mitológico. A cambio habla de que el dios Pan, el prevaricador, con sus malas artes, ayudó a los atenienses en su batalla contra los persas, infundiendo miedo. Según cuentan era su especialidad: un terror ciego e irracional que paralizaba la mente e impedía toda capacidad de juicio, ¡el PÁNico!.

- Ya te decía yo, querido Filípides, que era un mafioso, ¿no te das cuenta? ¿Y dices que recorriste los 246 km que separaban a Atenas de Esparta en 2 días, por terreno escabroso? ¿Y después te fuiste a Atenas desde el frente de la batalla en Maratón para anunciar la victoria?

Hazaña digna de recordar, si señor. Pero tú, mi querido amigo la palmaste. Te dejaron de crecer las orejas, con la última palabra que pronunciaste ante de expirar ha estado haciendo caja una marca de prendas deportivas, y ni tú ni tus descendientes han visto un duro... será porque la SGAE es invento moderno.

Y sobre todo, ¡por tu culpa ahora se nos ponen de punta a los que queremos enfrentarnos a esta mítica prueba!

- ¿es que no te contaron por ahí arriba que, en tu honor, se ínstituyó una prueba en los juegos olímpicos de 1896? ¡Cosas del barón de Coubertin! Se trata de recorrer esos 42 kilómetros de nada. Y al que gana se le corona con laurel y le dan una medalla, en lugar de enterrarlo en una caja de pino, como te pasó a tí, ¡gilipollas, que fuiste un gilipollas!

Te equivocaste de época, Filípides. Hoy vivirías como un marqués, que es lo que hacen unos cuantos aprovechados a tu costa, dándoselas de solidarios porque organizan por la tele unos programas de recaudación para fines benéficos cuando llegan estas fechas de buenas intenciones e hipocresía desbocada, a los que llaman tele-Maratones. Y mientras, ese dios tuyo, con nombre de alimento básico, es lo que le falta a muchísima gente en el mundo.

NOTA ACLARATORIA FINAL:
Que nadie caiga en la fácil tentación de pensar que me estoy inventando una excusa espartana para escaquearme de mi compromiso maratoniano (¡que te conozco, hijo del viento!). No es por miedo, ¡me cago en el dios PAN!. Repito que he estado hablando con Filípides, pero como el tío no sabe de biomecánica ni de afecciones musculares, tengo que aguantarme y esperar a ver si alguno de esos dioses terrenales que conocemos por médicos me da la receta mágica para que el cuadriceps me funcione como es debido. Porque me temo que la fisioterapia que acabo de empezar no va a ser la panacea.

lunes, 8 de diciembre de 2008

EL HOMBRE DE MÓDENA

Si sóis de mente inquieta, os adelanto que no os debéis molestar en hacer una de esas búsquedas wikipédicas, para comprobar que es lo que se cuenta del hombre de Módena. No lo encontraréis en ningún estudio antropológico ni en arbol genealógico alguno de nuestra especie.

El hombre de Módena no es descendiente directo por parte de madre del de Cromagnon, ni es conocido por su parecido con el homus erectus, el hombre de Atapuerca o los monos de Gibraltar. Cuando a estos últimos les une ese rastro imborrable de la evolución homínida, caracterizada las más de las veces por un desastroso ir y venir de barbaridades que se repiten cíclicamente, nuestro hombre de Módena es un tío capaz de dar grasilla a lo que nos separa del resto de mamiferos.

Pero hete aquí que, como ocurre con casi todo si se produce un abuso, tampoco debería ser considerada la Meca de nuestros anhelos espirituales. Porque de eso precisamente se trata: de fijar, dar brillo y esplendor, como diría la Academia, aunque no a nuestro habla, sino a nuestra infrautilizada mente.

Que nadie se pierda ni perezca en el camino. Enciendo el gepeese para que nadie se desoriente y nos ubiquemos todos: la cosa es que ayer me dí una vuelta por Benidorm, santa santorum del turismo senior invernal y Partenón de la arquitectura pirulera (por lo de los pirulís, entiéndaseme). No me topé con manadas de suecas esculturales, pero si con explanadas (¿o sería más propio decir "zaplanadas"?) convertidas en planos verticales, odas al hormigón en equilibrio.

Nada nuevo bajo el sol. Hasta ahí lo esperado. La escapadita venía a cuento porque se celebraba en Benidorm la última jornada de un torneo internacional de ajedrez, donde participaba lo más granado del panorama nacional e internacional. No es alarde lingüistico injustificado, ¡no señor!, que estaba el mismísimo Vasili Ivanchuk, número 3 del mundo, y Alexei Shirov, esa mente de fabricación rusa que hemos importado para que nuestra juventud y alguna que otra aspirante a miss sepa que Ruisa no es solo ensaladilla o vodka.


¿Y qué sigue pintando aquí el hombre de Módena? ¿acaso había compitiendo también algún italiano ilustre con porte de Rodolfo Valentino y vestido de Armani pero con una sustancia gris diluida cual zumo de tanto exprimirla?... La respuesta es no. De momento con el cogote del tal Invanchuck (véase foto adjunta), que no se diferencia a priori de otro cualquiera, vamos servidos. Porque cogote, cada uno tenemos el nuestro. Algunos, bien es cierto, más en plan gastronómico, porque parecen tener más el de un merluzo (¡lo bien que le queda horneada a mi tocayo el de la pirólisis!).

Lo que sucede con los cogotes, y con el resto de las molleras asociadas en general, según lo veo yo, es que o se tienen sólo para llevar sombreros y pamelas o se sobreemplean hasta límites cuasi enfermizos. En este mundillo del ajedrez, al que sólo me puedo considerar aficionadillo, abundan en exceso los "borrachos" de la técnica y los obsesionados con dar jaque mate al rey sin ser republicanos. Es tan plena su dedicación que suelen coincidir en olvidar ciertos aspectos del reglamento social, como son un mínimo adecentamiento capilar y en la vestimenta.... Dime los pelos que te gastas y te diré tu "Elo" (sistema de puntuación en el ajedrez).

Si aún no véis a qué viene lo de Módena, podéis echar un vistazo a la foto adjunta. Módena, famosa por sus vinagres, me ha inspirado esta metáfora de hombre que rehuye la sociedad hasta fines enfermizos, que se recluye en estrujar su mente para buscar el mejor final posible a una puñetera partida de ajedrez, como si fuera la vida misma. Este hombre de Modena no es consciente del peligro que corre de que la sangre que corre por sus venas se transforme en vinagre, el mismo que otros han usado a lo largo de la historia para curar las heridas lo mismo que para aliñar ensaladas.


Más que ensalada, ¡menudo mejungue de Humanidad que tenemos! Unos tanto y otros tan poco... Como en todo, el uso del cerebro, también está desproporcionado, y creo que el término medio no lo encontramos ni aunque no lo pongan blanco y en botella.

sábado, 29 de noviembre de 2008

El alcalde corrupto, la tonadillera y gente de poca mollera

Disculpad si últimamente me decanto por los títulos rocambolescos y de pareado fácil. Me induce a tal la añoranza de aquellos maravillosos años de la infancia, en donde todo, con su tinte rosáceo, parecía estar como sacado de un cuento. Sirva, pues, como homenaje a aquellos títulos de cuentos infantiles.

A fecha de hoy los cuentos han cambiado, pero nunca han perdido la vigencia. Forman parte de esa tradición oral, que siempre hemos visto con buenos ojos porque creiamos a pies juntillas que servían para perpetuar algo bueno. En cambio, si miramos con las gafas de lejos y precisamos el detalle, lo que mejor se ve tiene un tono más oscuro, y está todo como salpicado... lo mismito que si, tras habernos empapuciado a comer higadillos de algún mamífero, rumiante o no, nos hubiera sentado mal y hubiéramos acabado yéndonos de vareta.

Tal vez no hacía falta ser tan explícito, pero quería dejarlo claro: con la de casos y cosas que han pasado desde que el hombre echara a andar a dos patas, y aún seguimos comportándonos, las más de las veces, como monos. No creo que sea necesario ejemplificarlo con ningún caso concreto, ¡hay tantos!... y obviamente están las excepciones para confirmar la regla, pero a ver quien me discute que esto (la Tierra) sigue siendo un zoo.

Con razón se han dejado de ver ovnis. En planetas y galaxias remotos seguro que hay vida inteligente que intentó contactar con nosotros para ver si estábamos a la altura, pero de un tiempo a esta parte ya no se dan casos. Seguro que se han cansado de ver el mamoneo que nos traemos. No señor, nos pongamos como nos pongamos, no es serio este planeta (en sus tiempos los Mecano decían lo mismo del cementerio).

Y creo yo que, o nos ponemos serios, o la herencia que vamos a dejar va a ser una auténtica vergüenza, casi como lo son las apariciones públicas patrocinadas de este elenco de corruptos, ratas de alcantarilla, vividores y gentuzas varias a las que nuestra jodida, cutre y cotilla sociedad ensalza como si fueran auténticos becerros de oro.

El último caso tiene bigote. Hablo del alcalde corrupto (aunque a la tonadillera también la destacan por lo mismo), que disfruta de un merecido tercer grado, dado su buen comportamiento en el centro penitenciario... ¡Acabáramos! Ya sería la repanocha que etando en la cárcel pudiera seguir con sus corruptelas, lo mismito que un violador de menores, que no puede proseguir sus fechorías al no disponer de la carne trémula que tanto le pone... ¿No decía yo antes que seguíamos a la altura de los monos para según qué cosas?

Pues eso, que recién salidito de la trena, con su Isabelica comiendo jalapeños al otro lado del charco como queriéndose quitar de enmedio, van los de la tele ésta que presume de sus doce meses y doce causas, y le aflojan un pastizal para poder embaucar a toda la gente de poca mollera que puebla nuestro país.


Tras este patético episodio, que según dicen ha tenido pegados a la tele a más del 20% de los que se dejaban embaucar por el influjo pernicioso de los rayos catódicos a esas horas de la noche de ayer viernes, únicamente confío en que el cobrador del frac de este Estado descabezado, que sólo parece acordarse de sus gentes en campaña electoral, para cobrar impuestos (esto último es parte de esa tradición ya comentada al principio, que ha ido pasando de generación en generación, desde la época feudal), o para aplicar el manido pero práctico dogma del "divide y vencerá" (hoy en día representado estupendamente por el frenesí desenterrador de los fantasmas del pasado más reciente), obre en consecuencia y no deje que esos dineros acaben en Suiza o en una cuenta de cualquier otro paraíso fiscal.

No sé a tí, pero a mí me da vergüenza ajena y unas ganas de vomitar que lo mismo acabo echándole una cucharadica de Primperan al gintonic.

PD: Mañana a correr en Torre Pacheco. No sé si lo haremos delante o detrás del alcalde de la localidad, porque también lo tienen en cuarentena por corruptelas urbanísticas.

viernes, 21 de noviembre de 2008

ABDUCCIONES, VACACIONES y LA MONJITA DE LOS COJONES

No sé si se me habrá echado de menos. En el trabajo aseguran que no han notado mi ausencia durante la última semana en que he estado de vacaciones, lo cual tiene lo mismo de bueno que de malo, y estando como está el tema financiero, creo que tiene más de malo, pues resulta que si no se me echa de menos es que soy perfectamente rescindible. Mira tú, como la práctica totalidad de los políticos y parlamentarios.

Porque, mire usted que acongoja ver el hemiciclo tan vacío. Que deben tener frío sus escasas señorías (y señoríos, habría que decir, para el tema de la igualdad, que sólo nos acordamos de las igualdades cuando utilizamos el sustantivo que acaba en o, pero nada se dice si se usa el que acaba en a), de ahí que dediquen sus esfuerzos a calentarse, aunque sea a efectos lingüisticos únicamente.

Diríase que una nave de marcianitos ha hecho escala en la carrera de San Jerónimo y los ha abducido. Lo mismo es algo que viene de lejos y no lo habíamos notado tanto como últimamente, en que hacen pella los tíos como si no fuera con ellos la cosa. Pero estaréis conmigo en que un comportamiento, lo que se dice normal, no habían tenido nunca, ¿verdad? Y eso es con independencia de los colores del escaño que ocupen.

La última, como supongo que sabréis, es el tema de la tal Sor Maravillas de Jesús, a la que yo he bautizado en el título como "la monjita de los cojones", pero que nadie se ofenda, que sólo era para que rimara con lo de las abducciones y las vacaciones. Que si plaquita para arriba, que si plaquita para abajo porque estamos en un estado laico... ¿y no os resulta sospechoso que salga el tema justo cuando la crisis está en todo lo suyo? Porque al fin se ha reconocido oficialmente que estamos en una crisis d.... ¡que ha costado más que quitarse un neopreno sin haberse echado vaselina antes!

Pues si, amigos tris, por mucho que nos entrenemos, más tontos no vamos a ser. Porque siguen jugando con nosotros como si en lugar de escalar duras pendientes con un trece nos estuviéramos subiendo a un guindo cada día para luego caernos sin más.

Me jode un montón, casi más que el cuadriceps de mi pierna derecha que me está impidiendo salir a correr desde que volviera de mi semanita de asueto por los lindos y lluviosos parajes vascos (quien quiera, sea jugador de fútbol o no, que diga Euskalherria, que esa es otra polémica abaurda que ahora tienen por acullá).

Lo mismo es que entre tanto espíritu abducido, o de razón secuestrada, yo también me estoy dejando llevar... porque estoy que no me conozco de tanto entrenar.... Por una vez puedo demostrar que no es coña: ¡estoy entrenando en serio! Con su buena tiradita larga semanal (que ya iba por la hora y cuarenta y cinco, ¡y subiendo!), su sesión de tresmiles, y sus respectivas horitas de rodillos y farleses, obviamente en distintos días de la semana, dejando para el güiquen el tema pedalístico al aire libre.

En fin, que si quería conocer el límite, creo que ya me estoy enterando. Y lo peor es que veo peligrar la media de Torre Pacheco, ¡ahora que veía tan cerca bajar de una vez de la hora y cuarenta! Lo mismo me pongo a rezarle un poco a la Sor Maravillas ésta, a ver si obra el milagro y puedo salir por patas ya mismo, que estoy que me corro encima.

Porque no creo que sean las vacaciones que me sientan mal... ahora que lo pienso, fue justo cuando volví del asueto veraniego cuando me pegué el lechugazo imperial dejándome los piños. Ahora esto... ¡joder! ¡joder! Que no se entere mi jefe que lo mismo me propone dejarme sin vacaciones por mi bien. Decididamente creo que optaré por el remedio de la plegaria, a ver si salgo de este infierno... ¡o a ver si me abducen de una vez y me quedo reseteado para los restos y no sufro tanto de espíritu!

miércoles, 29 de octubre de 2008

El regreso del "hombre esponja"

Aunque sólo sea para tranquilizar a las huestes de seguidores que tiene este mi pequeño reducto de literatura y golfería a partes iguales, y que se estarán preguntando sobre la localización geográfica de mi ser (o lo que es lo mismo: "ande pijo me metío"), permitidme esta pequeña anotación para poneros al día.

Y es que, el hombre esponja en que quería convertirme hace unos días empieza a rezumar, ¡vamos, que no doy a basto!... ¡cómo me gustaría ser un funcionario ejemplar y poder disponer de tiempo libre a cascoporro para desmelenarme en todos aquellos frentes que tengo medio olvidados!

Pero sigo aprendiendo, que es de lo que se trata. Sirvan de ejemplo unas verbigracias:

1) Ya he vuelto a montarme en una BTT sin que ello conlleve la pérdida de alguna que otra pieza dental para regocijo de odontólogos ávidos de clientela fija.

2) He conseguido aprender de errores pasados, básicamente que para no llegar arrastrándose a la meta, aunque sea en un duatlón sprint, hace falta entrenar y sufrir más, y a ello me estoy dedicando con sorprendente rigurosidad, tratándose de servidor, acostumbrado a no darle un palo al agua durante las largas semanas de entrenamiento.

3) Gracias a lo comentado en el punto anterior, el pasado domingo conseguí alejarme de la penúltima posición que consiguiera el pasado año en el Duatlón Cross de Cieza, mejorando notablemente mi marca, pero sobre todo mis sensaciones (y es nadie, salvo la campeona femenina, logró adelantarme a pie en el último sector -tampoco yo gané ninguna plaza, que todo hay que decirlo-). De ahí la notable alegría con la que arrivé a meta (véase en la foto adjunta ese pedazo de vuelo sin motor usando como única propulsión mis peludas y robustas piernas).

4) y en las sesiones de musculación de los jueves, en casa de Juan, ya hasta consigo levantar las pesas sin levantar la sonrisilla picarona de mis queridos compis, que se descojonan (y no sin razón) de mi subdesarrollado tren superior (hasta la parte del cuello, porque en lo tocante a la sustancia gris y a la envoltura craneal que la protege, creo estar mejor provisto).

Por último, mis queridos amigos e igas, como ya todos sabréis, porque ha habido "filtraciones", mi último compromiso adquirido ha sido el de encargarme del gabinete de prensa de la federación murciana de triatlón (técnicamente, por tanto, me váis a permitir que me autoproclame y presente como "jefe de prensa", dado que soy la persona a la que el presi de la federación ha dado poderes plenipotenciarios). Fruto de esta nueva ocupación ya me han publicado una crónica-resumen del Duatlón Cross de Yecla en el diario La Opinión, medio de comunicación con el que hoy mismo me he reunido, lo cual me hace mirar con optimismo ilusionado mi futuro "periodístico".



Hablando de optimismo, tened claro que este esponja-man seguirá absorbiendo experiencias propias y ajenas como lo hace el niño de teta, para conseguir los principales retos de esta temporada, mayormente aguantar este ritmo de entrenamientos, crónicas y competiciones (incluyendo una "V" y una "Z" en el camino). Todo lo dicho, sin morir en el intento.

sábado, 11 de octubre de 2008

LA ESPONJA

Se suele decir que los niños son como esponjas por su capacidad para absorber estímulos de todo tipo y aprender con desenfreno. Y eso le pasa practicamente a todos, excepción hecha de aquellos que, ¡angelicos!, tengan algún problema de desarrollo intelectual.

Luego, que todo esa cantidad de datos, sensaciones e ilusiones que reciben sean capaces de asimilarlas y archivarlas ordenadamente en el subterfugio de sus mentecillas algodonadas, ya depende de otros factores externos, como la educación que hayan recibido, la escala de valores que hayan visto a su alrededor y la leche (buena o mala) que hayan mamado. Por desgracia siempre habrá un porcentaje considerable de ellos que se convertirán en mamelucos descerebrados o perfectos descendientes de la gran ramera.

También habrá otro grupo de ellos que no evolucionarán apenas, siendo el único cambio que observarán en sus vidas el de tipo de esponja, pues pasarán de ser esas esponjas infantiles a esponjas adultas. ¿Y qué caracteriza a una esponja adulta? ... Pues la capacidad para absorber ingentes cantidades de líquidos con alta graduación etílica. Permitidme que no haga la bromita macabra sobre la terrible enfermedad que ha creado la más febril y enfermiza ansia económica de algunos ganaderos (más propio sería llamarles "gana-dineros"), que han terminado por volver locas a las pobres vacas, regalándonos, de paso, lo de la encefalopatía espongiforme y tener que prescindir del hueso en el chuletón.

En fin, que no digo yo que no tenga mérito haber entrenado al hígado para que sea capaz de filtrar una arroba de vino y media docena de cubatas de garrafón del tirón, pero es que, puestos a elegir, prefiero dedicarme a rescatar del olvido esa facilidad para el aprendizaje de la infante o púber esponja.

Lo tengo decidido. Este año, además de entrenar un poco más, quiero poner los cinco sentidos en aprender. Porque para algunas cosas sigo siendo un poco cabeza loca (¡cuanta razón tienes amigo Paco!), como les demostré sobradamente encima de la bici a mis compañeros de fatigas pedalísticas en nuestra anterior salida sabatina, en donde además de subir de escalafón en la globería obtuve galones de ornitólogo mayor (ya sabéis, por aquello de la pájara que cogí).

Por lo tanto, con la mano en el corazón, en lo sucesivo prometo poner más atención a vuestras enseñanzas, por lo bonito que es reconocer que uno no lo sabe todo (más bien no sabemos un pijo), por lo que se puede disfrutar aprendiendo y porque, en definitiva, sabe más el zorro por viejo que por zorro.

ADENDUM: Que nadie se ofenda por la última burbuja de sabiduría popular añadida. Ser viejo no es una enfermedad sino un estado del alma.

miércoles, 1 de octubre de 2008

A MÁS SUDOR MENOS LETRAS

No es que sea una regla científica, de esas que, como decía Espronceda en su canción del pirata, son en todo mar conocido, del uno al otro confín, pero a mí me vale casi lo mismo que la tabla del uno, y es que, a medda que se incrementa mi emanación sudorípara, se reducen casi en igual proporción mis efluvios literarios.

Es decir, que "contra" más sudo menos escribo, que diría el murciano de profundas raíces güertanas en su delicado y culto hablar.

"Afijaros" si será verdad, y es tal la cantidad de entrenamiento con que estoy fustigando mi cuerpecillo de aspirante, que ya no tengo ná más que contaros. ¡Ay, si viviera aún el bueno de Kafka y pudiera asistir a esta metamorfósis que estoy sufriendo!

Otro día que sude menos os contaré algo más. Aunque tampoco vayáis a esperar que os aburra detallando mis entrenamientos, ¡que yo he dicho que estoy sudando más que nunca, no que esté haciendo nada del otro jueves!

domingo, 21 de septiembre de 2008

EN LO MÁS ALTO






La historia del hombre, así en general, en plan Humanidad, está jalonada de grandes gestas y de grandes cagadas, casi a partes iguales. Un buen resumen podría ser aquella cancioncilla pegadiza en que Riki Martin nos enseñaba a menear sus caderas con lo del "un pasito palante, un-dos-tres, un pasito patrás".

Si nos quedamos con los primeros, que son los grandes hitos -siempre da más gusto hablar del dulce camino en busca de la gloria y de las coronas de laurel que de los sufrimientos baldíos y las penas, penitas, penas que decía la copla-, y aunque pueda sonar poco humilde, he de afirmar con rotundidad que, aunque apenas hemos comenzado una nueva temporada, ¡¡¡he llegado a lo más alto!!

Aclararé, antes de que alguno de vosotros piense que es otra de mis metáforas arrebatadoras (persuadido por mi declarada afición a la floritura literaria), que esta vez no me he ido de viaje por la periferia orogénica de Úbeda, sino que va en serio al ciento por ciento, y que es tan fiel reflejo de la realidad como que tenemos encima una crisis económica por mucho que se le busquen sinónimos desde la poltrona Moncloesca.

Concretamente fue la cosa el pasado martes, día en que se celebraba la tradicional romería septembrina al Santuario de la Fuensanta, cuando, formando parte de un grupo expedicionario de lo más heterogéneo e insólito (Estani y Mariló, el Lobo y la Loba, Cañi, Jose y, como no, mi media mandarina) nos marcamos la ascensión a lo más alto del macizo de Revolcadores, reconocida como la más alta cumbre del imperio murciano, con sus más de dos mil metros. Vamos, que sustituimos una romería campestre por una de alta montaña.

Cinco horas de aventura, con salida en el poblado de Las Odres (por cierto, que allí nos temimos que el aborigen nos hubiera tomado el pelo enviándonos por el camino equivocado, ya que ibamos sin mapa, gepese ni nada de nada -excepción hecha de una chori de considerables dimensiones que portaba nuestro gran guía espiritual, Estani, por si nos salía algún oso o alguna lagartija cuaternaria), mezclando a partes iguales senderismo, un algo de barranquismo y otro poco de rapel casero para no iniciados en esto de la ruta montañera (léase nosotros dos, los novatos), porque la ruta tampoco era como para hacerla en sandalias.

Lo cierto es que resultó emocionante alcanzar esas dos cumbres que pugnan por el reconocimiento de montaña más alta (Los Obispos y Revolcadores). Y seguro que embriagado por esta emoción (o lo mismo por la cerveza fría que nos esperaba abajo), es por lo que me atreví a "casi" asegurar que las otras dos "grandes cimas" que me planteo para esta temporada, y que, de poder completarlas me volverán a llevar a lo más alto, serán Valencia y Zarautz.

Espero que no sea este planteamiento como esas flores de falso azafrán con que nos topamos en la cumbre, o que no se queden en caca de la vaca, o más bien de la cabra, que también pudimos contemplar. Digo yo que si las tres zagalas se portaron, para la escasa preparación con que se presentaron, como auténticas campeonas, sin rechistar ni protestar más de lo que le es propio al género de pelo largo, yo también me puedo portar, aunque sea con las limitaciones que me son propias y que son, a saber: un escroto a prueba de bombas para el capazo de gandulería que suelo gastarme a la hora de entrenar.

Empero, me he prometido cuidarme un poco más. La empresa lo merece. No quiero probar el filo de la espada de Damocles (o el de la navaja antirreglamentaria del "sherpa" Estani) jugándomela en aventuras tan serias.

No obstante, queridos amigos, no perdáis detalle, pues lo mismo que anduve veloz e intuitivo en el asunto cervecero al llegar al restaurante donde solventamos el tema alimentario, ¿quien dice que no os puedo dar alguna sorpresa?... Y no me refiero a ninguna lesión que parece que es lo único con que os deleito, que si no es un esguince son los dientes. Tened en cuenta que como hoy estrenamos el otoño, todo esto que os digo no puede ser ya el sueño de una noche de verano.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

¡Cuidado que vuelve!

Pues si, queridos amigos. Es la noticia del día, ¿qué digo la noticia?... ¡es la bomba informativa tirando a repanocha! Seguro que ya todos los sabéis, pues se comenta por doquier, casi tanto como la vuelta al cole, la crisis económica o lo coloreada que estaba la yerba de nuestra querida Nueva Condomina en el partido de la selección española contra los amigos bosnios.

¿Pero qué dices, flipao? ¿que Amstrong va a volver a correr el Tour de Francia?... ¡pero pijo, si a quien yo me refería era a mí mismo!... Que si amigos, ¡QUE YA ESTOY AQUÍ!

Posiblemente no seré el triatleta con más cojones (que no lo soy, pues me ajusto a la media con mi par de ellos, y conozco a bastante peña que los tiene bien gordos, como si les hubiera picado una docena de avispas rabiosas), pero lo mismo estoy ahí-ahí, con lo de ser el que menos dientes tiene. Ya sé que es un privilegio bastante dudoso, por no decir penoso, pero hete ahí un rasgo diferencial.

Como veréis me dejé parte de la dentadura en el camino (creo que la cornamenta no se me esportilló), pero la lengua la tengo intacta e intentaré seguir haciendo uso de ella para lo que se tercie, ora sea desmenuzar la realidad vista por un miope y astigmático como servidor, ora sea para paladear esa buena cervecica que tanto nos ha venido refrescando para sobrellevar la que nos ha estado cayendo de calor hasta la fecha.

Y como septiembre, además del mes de los coleccionables, es el mes de los propósitos, dejadme que os informe de los míos para la nueva temporada que está comenzando, y es que, seguramente, lo mismo tengo un arrebato y me pongo a entrenar en serio para conseguir uno de esos retos que la mayoría de vosotros ya habéis superado, pero que un inconstante e inconsciente como yo, aún no había podido ni tan siquiera soñar. Me refiero al reto atlético por excelencia, con sus cuarenta y dos mil y pico metros, uno detrás de otro, muro incluido.

Le he estado dando vueltas y creo que es el momento. ¡La gloria me aguarda en Valencia...! No obstante, por si los acasos, lo mismo también le digo a mi prima Ana Belén que me aguarde, no vaya a ser que sea un fiasco y no me aguarde nadie además del fracaso. Es un riesgo que estoy dispuesto a correr... ¿no asumo el riesgo de invertir dos euros cada semana en la Primitiva y no pasa nada? Pues, ¡hala!... no se hable más. ¡Que se vaya ajustando los machos el tal Filípides que lo voy a dejar en mantillas!

PD: Por cierto, que yo sepa esto de los dientes de plástico no es doping, asi que nadie vaya por ahí diciendo que lo tengo fácil al haberme quitado el peso del robusto marfil.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Una piedra en el camino

Si no me equivoco, creo que el enunciado que he elegido a modo de título para esta entrada forma parte de la letra de una ranchera... ¡con lo que me hubiera gustado a mí "rodar y rodar" y no terminar estampando mi careto contra una piedra!... Ya sé que es opinión generalizada que podría haber sido peor (de hecho, en urgencias, me repitieron el TAC porque no se creían que no tuviera nada roto en el melón que tengo encima de los hombros), y que así podré ver las olimpiadas por las mañanas hasta que me den el alta, pero lo de tener que pasar por el dentista, como que no me hace mucha gracia.

Como dicen que las cosas siempre pasan por alguna razón, más o menos oculta o filosófica, lo he estado pensando, y no he tenido que buscar mucho para encontrarle el lado positivo a este trompazo olímpico del lunes por la tarde. Y es que, aunque no tenga el millón de amigos que quería tener Roberto Carlos, el cantante, sé que tengo a unos compañeros que son, ante todo, estupendas personas.

Os lo digo con toda la trascendencia del mundo: sabed que cosas así, mucho más que remiendos en la cara o en la boca -como me van a tener que hacer- son las que dejan una marca indeleble. Yo puedo ser un tío rollero, espeso, denso, cabeza loca para algunas cosas (incluyendo entre ellas la de montarme en una bici de montaña con lo torpón que he demostrado ser en todas las carreras que he hecho en plan cabra), e incluso un iluso para otras, pero también soy un tío muy sentío (además de poeta, claro está).

Porque el golpe me lo dí yo, pero cuando Stani y el Lobo se dieron la vuelta al ver que no los seguía en el descenso, y llegaron hasta donde estaba yo, intentando buscar mis dientes, no dejaron de hacer los mismos "rezos" que estaba haciendo yo, defecándose en las putas piedras y en las mismísimas minas de Riotint, ni dudaron en sacar el móvil para llamar al señor Garban (mucho más que nunca: don Paco Urban), que aguardaba en casa para avituallarnos convenientemente con unos quintos bien fríos -como dicta la norma- y que no tuvo ningún reparo en hacer un verdadero sprint montándose en su coche para meterse por los intrincados caminos del Coto de los Cuadros (aún a riesgo de despeñarse por algún barranco o de que lo tomaran por uno de esos mariposones que se citan por esos vericuetos tan de pino y piedra).

Vamos, que ni una de esas infelices muchachas, ligeritas de ropa, con las que nos cruzamos de camino apostadas a pie de carretera con su bolso y su labia fácil, me hubiera hecho mejor servicio... Porque menos sexo (que ya había tenido bastante con la piedra, que fue la que me jodió), me lo hicieron todo este par de tres.

¡Gracias Stani, gracias Lobo y gracias Garban! ¿Qué màs da los aironmanes que hayáis hecho? Con tantos buenos ratos que hemos pasado juntos (es difícil no pasárselo bien en vuestra compañía), me imaginaba que podría contar con vosotros porque la gente que es capaz de sacrificarse hasta tal extremo en lo físico, suele ser la más noble.

Ahora ya no tengo que imaginármelo, porque tengo la certeza absoluta. Por tanto, y en resumen, doy gracias a las piedras del camino, que generalmente sirven como metáfora excelente para hablar de la capacidad del ser humano para sobreponerse a los reveses de la vida, y que, en esta ocasión, son además causa y efecto.

Cuando vuelva a mutar en mí mismo -dejando de ser el ente desfigurado de ahora-, habrá que tomarse esos quintos pendientes y algunos más, porque no quiero quedarme muy retrasado en el "entrenamiento" de esa tercera transición. Ya sabéis que el resto de entrenos me dan un poco lo mismo.

lunes, 30 de junio de 2008

PODEMOS Y DEBEMOS

PODEMOS Y DEBEMOS (1)
PODEMOS ha sido el grito de guerra para llevarnos la ansiada Eurocopa. En la próxima ocasión, teniendo en cuenta el futbol desplegado (¡menuda lección de tiqui-taca que han dado los chicos de Aragonés!), seguramente será DEBEMOS... Entonces, con todo el peso de la responsabilidad desde el primer momento, sabremos si ha sido flor de un día o si se queda con nosotros la sana costumbre de ser un país puntero en todo, con independencia de quien sea el aprovechado de turno que ostente el báculo presidencial.

PODEMOS Y DEBEMOS (2) no olvidarnos de otros deportes.
Como hablar de futbol en esta especie de locura colectiva que tenemos todos (y que durará mientras le saquen el jugo los diversos medios de comunicación), no suena muy ocurrente, me voy a permitir cambiar el tercio para hablar de otros torerillos que también han subido a lo más alto en este fin de semana tan intenso. Ya se sabe que no se puede competir con el deporte rey en igualdad de condiciones... ¡Si hasta cuando no hay ni liga, ni copa, ni champiñones, ni se disputa campeonato internacional alguno le dedican más páginas que a victorias sonadas en otros deportes no tan contundentes!... Así que no es de extrañar que haya pasado casi desapercibido el doblete murciano en los Campeonatos de España de Ciclismo.


Si señor, con 2 cojones por barba (en total cuatro), prmero el muleño Luis León y de remate "el otro hijo del viento", nuestro Alejandro Valverde, se han convertido en campeones nacionales de ciclismo. El uno en contrarreloj (por delante de consumados especialistas como Rubén Plaza y, sobre todo, José Ivan Gutiérrez -que ya había ganado otras 4 veces antes-) y el otro en la prueba en línea. Por eso, y sin que sean necesarias más palabras, ¡enhorabuena paisanos!




Y a tí Alejandro, aunque sólo sea por saludar a toda la peña cuando te cruzas con ellos en la carretera, con independencia de la pinta de globeros que llevemos, mucha suerte para el Tour. Lo mismo hasta me dejo caer por alguna de las etapas de este año, mira tú. Y es que estoy ya en capilla vacacional, ¡qué ganas, por favor!

PODEMOS Y DEBEMOS (3)
Por último, aún resuena en mi cabeza esa especie de pacto firmado en el aire la noche del pasado sábado, por el cual deberíamos convertinos, Juan y un servidor, en maratonianos el próximo año en Valencia. De Juan no tengo la menor duda, pues es hombre de palabra y cervezas frías (¡qué escándalo , por cierto, la cena y la degustación de quintos a cascoporro en el jardín de su chabolita zarandoneña! ¡Enhorabuena monstruo!... Yo creo que deberíamos nombrarte "el hombre de la plancha", porque menuda maestría la tuya), pero en cambio, mi pobre y acomodado espíritu, contrario casi a partes iguales tanto a la violencia como al sacrificio del entrenamiento, no sé si me dejarán enfrentarme con garantías a ese prueba de arrojo. Confío en que no haya salido la foto y me pueda librar por no existir pruebas documentadas, ja,ja. Aquí más que afirmar, pregunto: ¿PODEMOS Y DEBEMOS?

En fin, amigos, esto se acaba. Lo mismo ya hasta septiembre no tendréis más noticias mías. Pero no os penséis que tengo dos meses de vacaciones (¡más quisiera!), sencillamente lo hago para que vosotros podáis descansar lo vuestro, que lo tenéis bien merecido por aguantar la densidad de mis escritos.

viernes, 27 de junio de 2008

Pues al final va a resultar que podemos y todo....

Esto es lo nunca visto. ¿Quién nos lo iba a decir a los sufridos españolitos futboleros?... ¡en una final de un Europeo y jugando al futbol con un desparpajo y una cosa que daba hasta gusto ver como se deslizaba el esférico de bota en bota y tira a puerta que la final explota!...

Imagino que a los rusos no les dió el mismo gustirrinín. Y es que, además de merendarnoslos en plan ensaladilla, los "cuatreros" de la tele les han quitado la idea de su plaza roja, coloreando del color de la furia y la sangre todita la inmensa plaza de Colón en los madriles.

Contrariamente a mi hábito de darle de forma impertinente a la tecla, extendiéndome y rellenando renglones y renglones de pausada prosa, esta vez seré comedido. Y tampoco hace falta que hable mucho de las cosas balompédicas, que está toda la tropa hispana alborotada mientras aguardamos que llegue la ansiada final.

No sé si podremos o no con los germanos. El deporte es lo que tiene: hoy estás deslumbrante y mañana por la mañana estás que no atinas. Digo yo que, si no se les sube demasiado el burbujeo de la victoria y la prepotencia antes de cazar al oso teutón, viendo como están jugando los rubios nibelungos, no tendríamos que temer nada. Pero insisto en que habrá que ser cautos, que no temerosos.

Y si algo está claro, vaya por delante de todo lo dicho, es que había un gafe, y el gran logro del señor Aragonés ha sido desenmascararlo y dejarlo en tierra. Este acertijo de resolución tan transparente me sirve como excusa para darle sopas con onda a toda esa jauría de "raulistas" que criticaban la, ahora considerada como sabia, decisión. ¡Me jode horrores la minúscula memoria que tenemos para algunas cosas en este jodido y bendito país!... que ayer parecían las calles, con tanta pitorrada va y pitorrada viene, un carnaval orgiástico, de desenfrenada alegría y frenesí patrio.

Si, ya era hora de poder celebrar algo. Pero también va siendo hora de que aprendamos a cerrar el piquito de oro a la hora de ejercer de seleccionador nacional. ¡Ay si cada uno de nosotros se dedicara a lo suyo y no nos metiéramos en la vida de los demás!... ¡Y ya de paso si fuéramos profesionales, serios, responsables y menos amigos del desparrame y la vagancia injustificada (si hay algún funcionario leyendo esto, puede darse perfectamente por aludido, ja,ja)!... Entonces ni te cuento... O más bien, entonces es que sería un cuento, de los de María Sarmiento, de los de Calleja, o de las Mil y una Noches.

En fin, que me estaba embalando (con la acepción de "tomar o coger velocidad", nada que ver con lo de meterse en un embalaje de papel de regalo)... Hasta el domingo, que ustedes lo sufráis en silencio, sudéis la gota gorda como cualquiera, y que no nos pase naica, como decia mi agüelica.

lunes, 23 de junio de 2008

Pues parece que vamos pudiendo

Estaba dudando entre dedicarle esta entrada a comentar en profundidad las repercusiones que tiene el incremento del crudo en el desarrollo agrícola de la patata en la zona de Bostwana, o retomar la cosa futbolera, toda vez que parece haberse roto el maleficio con que algún nigromante nos había castigado a los habitantes de la marca hispánica, condenándonos per seculo seculorum.

A las mentes despiertas que visitan mi blog -¡por todos los santos con caperuza, que me gustaría que no os sintiérais cohibidos por la profundidad de mis reflexiones y os decidiérais a saltar a este charco de culturilla popular en el que chapoteo para disfrute general!-, seguro que no les ha pasado desapercibido el abundante uso de latinajos con que he adornado, casi a porta gayola, el párrafo de entrada. Y es que no podía ser de otra manera después de haber superado esa gran prueba de fuego que eran los cuartos, ¡y mucho más cuando el rival era la bestia "azzurra"!

Esta vez, la magia del sabio Aragonesix y el poder bajo los palos de Casillatix, ha surtido efecto. De paso hemos superado esa grave enfermedad que nos aquejaba (Raulitis), y cuya picadura, casi cual la de una garrapata tirolesa, nos tenía con el culito prieto y en un sin vivir constante...

Encima, para rizar el rizo, y como disloque general, ¡ya era hora, señor de las alturas y las encomiendas celestiales!, los mandamases de esa cadena de establecimientos de venta de bártulos electrodomésticos que llevan riéndose de nosotros ni se sabe la de tiempo, tratándonos de bolos, estólidos, bodoques o bambarias para arriba, por no decir papanatas, zotes, melones, borregos, zopencos, pazguatos, mentecatos o majaderos (que vendría a ser lo mismo), pues a lo que iba: que se van a tener que rascar el bolsillo a base de bien, a costa de la abultada cuenta de resultados que, con total seguridad, han logrado forjar con los múltiples incautos que han ido encontrando para desarrollar sus pseudo-timos de la estampita tecnológica.

Estoy de acuerdo en que aún quedan muchas mentes a las que no les ha sonado el despertador, pero de ahí a jugar con el fuego de una ilusión histórica de volver a conquistar al menos unas semifinales europeas...

Pues eso, que parece que vamos pudiendo. Ahora a por los sucesores de Lenin&cía, aunque mucho cuidado, no vaya a ser que el empacho de ensaladilla (rusa) que cogimos en la primera fase nos vaya a pasar factura ahora.

Hablando de comer (o más bien de merendolar), yo empiezo desde hoy la dieta del cucurucho dado que el próximo sábado (Dios o el hijo del viento mediante), el más pipiolico del cuarteto de los tri-galácticos wertanos en estas lides triatléticas (aunque ya puede darle clases a algún maestrico y sus libricos mojados), nos va a agasajar con una sensacional demostración gastronómica-cervecera. Yo aprovecho para felicitarle por su onomástica de mañana mismo, así como a todos los Juanes de los contornos. Espero rendir a mayor nivel que en la cosa deportiva, porque para esto si que me veo preparado.

Del tri de Cartagena del pasado domingo, salvo que alguien demande una crónica (normal en plan noticiario o de las mías con todo lujo de detalles desprovistos de interés -ja,ja- y alguna foto), lo único que diré es que... (¿lo puedo desvelar, amigo Paco?)... venga no, no lo cuento, que así en plan misterio lo mismo hasta tiene algún tinte mítico. Pero lo que si debe de quedar claro (bastante más que el agua del puerto de Cartagena por la zona donde se salía de la natación, ¡qué peste por Dios!) es que el ya tradicional cuarto sector (¡ahí si que parece que seguimos pudiendo!), lo disputamos los cuatro magníficos en un lugar que sirvió de homenaje a este mi rincón de desvaríos. Y es que el bar, escogido al azar, palabrita de niño cabezón con visera se llamaba "el pico esquina". Hay testigos y testigas.

jueves, 19 de junio de 2008

¿PODEMOS?

Había pensado en otro enunciado para el título, pero finalmente me he contentado con ponerle un par de interrogaciones al jodido eslogan con que nos están bombardeando los de Cuatro por la cosa de la Eurocopa y las ilusas pretensiones de pasar de cuartos, como en plan inquisidor-escéptico.

Parece que no escarmentamos. Al igual que a José Tomás, el torero, le va lo de arrimarse y olerle los cuernos al toro, citando con descaro a la imperturbable madame de la guadaña, a nosotros los españolitos nos va lo de darnos de ostias con el mismo pedrusco una y otra vez, en plan ritual. Nos obcecamos. Nos ponemos a darle lustre a alguna estúpida revancha (los italianos lo llaman vendetta, y son los putos amos, que para eso inventaron la mafia) y terminamos saliendo escaldados. Lo que se dice compuestos y sin novia.

¿Y qué si a Luis Enrique -el otrora futbolista, metido a las cosas triatléticas y que, según he oíod, vuelve a coger los bártulos futboleros aunque desde esa barrera de preferencia que es el banquillo-, le partió la nariz Tasotti, aquel tronco que tenian los italianos para repartir estopa? Es normal que nos den loción para el pelo y que sigamos atragantándonos. ¿He dicho ya que no escarmentamos? Con Raúl o sin él. Porque nosotros, de otra cosa no, pero de Cardeñosas andamos sobrados.

Y si por un casual sucediera lo imprevisto, cumpliéndose el musical vaticinio de los miles de animosos manolos que están appoyando a "la roja" -dándole al bombo y seguro que también a la Bombay- en las tierras de Mozart, Guillermo Tell y las garrapatas, y "el próximo veintidós, Italia dice adios"... no perded de vista lo que, ya en tiempos de la manzana, asegurara don Isaac Newton, pues más dura será la caída.

Asi que, ya puestos, ¿por qué no ahorrarnos sufrimientos innecesarios? Lo dejamos en cuartos, sin apurar prórrogas que conlleven riesgo cardíaco a todo aquel que esté delicado de salud, no vaya a ser que al final terminen canonizando a San Luis Aragonés y declaren obligatorio en el futuro rascarse las partes más inverosímiles del cuerpo durante las ruedas de prensa... ¿os imagináis a Zapatero o a Rajoy realizando esas difíciles posturas del sabio de Hortaleza mientras hablan de sus desaceleraciones, sus transferencias hídricas y del precio del barril de brent o de la estrella de levante?

Para terminar con un guiño al triatlón, desvisto al título de sus encorvados garfios interrogativos y lo adorno con esos dos palitroques y sus respectivos puntos, en señal de aliento y alegría, y afirmo con rotundidad, sin temor o duda algunos, que nosotros, ¡SI QUE PODEMOS!.

¿Pero podemos qué? En principio tirarnos sin miedo a las aguas del puerto de Cartagena, que nunca se ha caracterizado por ser el mejor hábitat para la vida animal. Porque esto no es el Cantábrico con sus espectaculares acantilados. Luego ya veremos lo que se va terciando. Lo mismo drenamos la bahía tragando agua e hidrocarburos varios en la natación del primer sector, aunque seguro que con un poco de esfuerzo conseguimos rservarle un hueco a la cerveza del cuarto sector. A ese deporte ya le tenemos más afición en España, y seguro que pasaríamos de cuartos en todos los europeos, mundiales y olimpiadas que se celebraran. Tendremos que hablarlo con el barón de Cobertén.

lunes, 9 de junio de 2008

POR UN PUÑADO DE CAÑAS


Lo he estado pensando durante toda la semana y, decididamente, tenía que hacer algo para volver a ser el que era. Mis amigos me habían advertido que corría el riesgo de convertirme en uno más, en uno del montón, ¡y yo no podía permitirlo!

Me vino a la mente la canción de la zagala aquella de las pequicas que le demostró a Masiel que no era tan difícil ganar Eurovisión (¡mira que me jode la gente que vive del cuento, sin contar a Calleja, claro, que el hombre se lo curró escribiendo historias!), y me dije: ¡antes muerto que sencillo!

Me pedía la afición que no dejara de ser un romántico, que eso de entrenar es para los que son buenos y para los que pretenden serlo, y que yo podía dedicarme a entrenar en plan "funcionario", limitándome al masajeo continuado de mis atributos testiculares pues, al fin y al cabo, sería lo que tendría que ponerle a la cosa una vez llegado el reto que se terciara.

Repasando esta última semana, creo que voy por buen camino: no sólo no le he pegado un palo al agua en lo referente a la actividad física, sino que, interiorizando a tope la esencia del ser humano -el único que es capaz de pegarse de ostias contra la misma piedra en lugar de apartarla del camino-, me volví a apuntar a otro entrenamiento de hombre de hierro, cuando, siendo sincero, uno no pasa de ser un hombre lagartija.

Pero esta vez, "la muerte tenía un precio". Digo lo de la muerte en sentido metafórico, aunque resultan innegables las similitudes de reintentar la escalada a la Cresta del Gallo con los mismos dientes de la semana pasada, porque si bien es cierto que llevé mi velocípedo al dentista de bicicletas, salió de la consulta tal y como había entrado, un poco por la incompatibilidad de los señores Campganolo y Shimano, y lo ancestral del material que llevo montado. En resumen: ¡que volví a palmar en la subida!... esta vez la agonía la pude llevar hasta más arriba, aguantando la rueda de ese trío de protagonistas que tenía la aventura. ¡Esta peli ya la había visto yo!... "El bueno, el feo y el malo" se esfumaron hacia la cumbre. Yo me parecía a Sergio Leone, más que nada por los rugidos de mi corazón cuando intentaba superar con el 23 las rampas más duras y aquello ya no había forma de moverlo.

Por suerte, en la carga genética todavía debo conservar algún rastro de aquellos pueblos bárbaros que sucedieron a los romanos en nuestra Hispania querida (y de los que todos llevamos algo, porque vándalos sigue habiéndolos a patadas, alanos o idos del ala ni te cuento, y suevos -o tontos de los suevos- salen debajo de las piedras), y con eso y con el arrojo y la determinación propias de todo aquel que no quiere convertirse en el centro del cachondeo para los restos, volví a coronar.

La recompensa que nos esperaba a la vuelta, tras la segunda prueba de fuego (nunca mejor dicho, porque su altísima, serenísima y requemadora Majestad soleada había decidido obsequiarnos con un sábado tórrido y de pertinaz bochorno), bien merecía la pena. Ahora ya sabéis mis motivaciones cuasi cinematográficas: lo hice "por un puñado de cañas".

Tras una hora a pie arrastrándome junto a Juan, que había decidido aompañarme (en un acto de generosidad, propia del mejor de los anfitriones), en lugar de intentar seguir el ritmo de "el nenico" y "el hombre altavoz", el mejor premio llegó en forma de un refrescante capuzón y una extasiante mano de quintos bien fresquicos, con cascaruja a espuertas, para recuperar el equilibrio electrolítico que habíamos perdido sobre el asfalto de las antiguas veredas, caminos y carriles de huerta.

La cosa salió a litro per cápita, poco más o menos. Yo creo que deberíamos pensarnos en serio lo de proponerle a la federación la convalidación de esta nueva modalidad como el "TRIATLON HUERTANO", pues resultaría bastante más natural para el hombre, dada su demostrada inadaptación al método líquido externo, que el baño fuera interno (un puñado de cañas), al finalizar la dos pruebas convencionales de bici y carrera a pie. Seguro que así la afición crecería. Y por fin podría entrenar a gusto una de las pruebas, porque ahí no me corto, como subiendo crestas y picachos.

En fin, zagales. Que este próximo fin de semana os toca defender el honor de hombres metálicos y murcianos en tierras vascuences. Confiamos en que demostréis todo lo que sabéis hacer, incluyendo el tema de empinar la articulación por donde se dobla el brazo al rematar la faena triatlética. ¡Deslumbrad a la peña de Zarautz! ¡Mucha suerte y acordaos de nosotros si os faltan las fuerzas! Porque tanto Juan como yo os aguardaremos con los brazos abiertos, para recompensaros con un abrazo en caso de éxito o con un cachondeo perpetuo en caso de fiasco. Que luego bien decís de mí sin piedad que si soy un cabeza loca o que si os gusta verme la carica de esfuerzo y sufrimiento.

lunes, 2 de junio de 2008

¡ A la rica cresta de gallo !

No sé como lo hago, pero últimamente tengo una especie de relación zoofílica con todo lo referido a mis peripecias deportivas. Permitidme que me explique porque no quiero malos entendidos, que me conozco el percal: nado cual delfín, hago las transiciones como el más desorientado y torpón de los caracoles, corro como una tortuga centenaria y, por si no fuera poco, en ausencia de competición que poder llevarme a la boca, para sacarle todo su jugo y saborear el dulzor de la superación personal, este sábado pasado me apunté como figurante a un entrenamiento de esos para subir nota,.

¿Alguien ha probado alguna vez la cresta del gallo? Dicen que son un manjar culinario, pero a lo que yo me refiero es a subirse hasta lo más alto de ella...

Otra vez me veo en la obligación de dedicarle su ración de tecleo a la explicatoria, pues aunque pueda sonar a prueba estúpida de gymkana (¡subirse a la cresta de un gallo, nada menos!), servidor, que está en desacuerdo pleno con todo tipo de violencia -incluyendo aquella que pudiera practicarse contra cualquier especie animal, incluyendo la humana, ¡faltaría más!-, no sería capaz de semejante tropelía en contra del símbolo por excelencia del gallo kiriko y toda su estirpe. A mí me sacas de los documentales convencionales de la 2, con sus gacelicas Thompson y su parque del serengueti, y me pierdo más que Zapatero en una reunión con Bush. De hecho no tengo la menor idea de donde sacarán los gallos su característica chulería, para cuatro plumas que tienen, o si se rigen por el meridiano de Gringüich o por algún otro huso horario para la cosa de darle al cacareo.

En fin, que la Cresta del Gallo (en adelante, el "gallorolo"), con sus entre cuatro y cinco centenas de metros de altura (que no es que sea una altura para llevarse tetrabriks de oxígeno, pero que para un tío de huerta no deja de ser un monte que tira para arriba), es una zona de esparcimiento arborícola que obra de frontera natural para separar los reinos de Murcia y las llanuras con que sueñan las tribus cartageneras en convertir algún día en provincia. Para cualquier aficionado a la cosa del pedal, coronar esta mítica cima wertana es casi tan imprescindible como una visita al Santuario de la Fuensanta, por donde se ha de pasar al inicio de la ascensión reglamentaria.

Subir a la Cresta del Gallo. Si señor. Bonito reto para el último sábado del mayo más gris y lluvioso que recuerdo. Y como le tenía ganas desde aquel par de fiascos adolescentes, cuando tuve que abandonar sin poder llegar a lo más alto, por manifiesta incapacidad física, me dije que esta vez habría de ser la de la revancha. De paso, también, podría demostrarle a mis compañeros expedicionarios, sin excusas, mi valía en cualquier tipo de asfalto.

Por eso, a pesar de la pinta que tenía el día de estar aguardando nuestra salida para empezar a largar un jarreo inmisericorde, los cuatros decididos jinetes (entre ellos dos de hierro -Stani y Garban- y otro -Juan- que tiene madera de sobra), a las ocho y cuarto nos pusimos en marcha.

Como había ganas por desenvainar nuestros espíritus luchadores y empezar a darnos tralla en la subida, optamos por la vía más rápida, renunciando a darnos el paseito por toda la costera y sus interminables semáforos (con Garban y su caprichoso afán por descabalgar en todos los semáforos se nos hubiera hecho eterna la espera). Ahora que lo pienso, tal vez hasta demasiado deprisa, pues nada más empezar la primera rampa pude darme cuenta de que la musculatura de mis piernas había decicido continuar su letargo.

Entre el poco calentamiento y la osadía técnica de enfrentarme a la jornada escaladora con un 39/23, como si me uniera alguna relación de parentesco al mismísimo Contador, tuve el presentemiento de que aquello iba a ser duro. ¡Y en esto no me equivoqué!....

Conseguí llegar hasta el Santuario aparentemente intacto, pero por mi cabeza, y sobre todo por mis piernas, rondaba la idea de que algo no iba bien. No tardó en confirmarse la evidencia: la rampa de los Teatinos dictó sentencia. Por delante se marchaban "ilcapo" con su 27 y Juan, el hombre de los tres platos. Hasta Garban, con su personal estilo diesel, me iba dejando atrás, más que nada porque yo iba más clavado que el cristo de los maderos. Ni siquiera poniéndome de pie y cargando todo el peso de mi cuerpo conseguía que aquello avanzara, y el esfuerzo era descomunal... ¿resultado? ¡que si no echo el pie a tierra me hubiera terminado cayendo redondo!

Entonces, no sé si fue la vergüenza, o el medio plátano que engullí, pero volví a subirme encima de la bici y me puse a dar pedales. Delante, ante mi retraso daban por hecho -según me reconocieron al final- que me había dado media vuelta... pero no era el día para abandonar. Había sido una clara derrota, lo reconozco, pero no iba a arrojar la toalla: esta vez por fin lo iba a conseguir.

A mis compañeros les dió tiempo a hacer un picnic según creo, pero no me lo echaron demasiado en cara. Sabían de mis limitaciones "coronarias" y valoraron mi osadía. De todas formas, aunque hubiera perdido una minutada subiendo, bajando hacia Beniaján no hubiera sido el último, porque a Paco se le subían los caracoles en las ruedas. Ahí, lanzándome a tumba abierta con Stani y Juan, me pude resarcir y tener unas sensaciones agradables y, sobre todo, refrescantes.

El entreno acabó con una transición y carrera a pie de tres cuartos de hora por los Polvorines, nombre más que apropiado dado el lastimoso estado en el que terminé, más vacío que la cabeza de un extremista islámico.

Por suerte, con un domingo de asueto, practicando el arte de la barbacoa, y con una adecuada reposición de sales minerales en forma de inyecciones de cebada líquida fermentada y con su espuma correspondiente, vuelvo a pertenecer al género humano.

Lo dicho: ¡a la rica cresta!, que ya habrá otra ocasión de hincarle los dientes (del veinticinco para arriba, ja,ja).

martes, 27 de mayo de 2008

El triatlón de los delfines

No. No se trata de un acontecimiento paranormal o extraordinario. Los delfines, de momento y si la creciente contaminación radioactiva del planeta lo permite, siguen siendo esos mamíferos tan simpáticos, que se adaptan a la vida en cautividad lo mismito que nos pasa a los seres humanos, obligados a ese cautiverio semanal, evolucionado de ancestrales prácticas feudales, de tener que acudir al trabajo cada día para tener algo que llevarse a la boca, además del dedo pulgar. ¡Para que luego hablen del síndrome de Estocolmo!

Los delfines, aunque tienen fama de viajeros, no son muy habituales del Mar Menor. Lo suyo es comer pescadito crudo, emitir agudos sonidos como la punta de un alfiler y dar vueltas y saltos en los delfinarios hasta aburrir al más pintado. En cambio, a nosotros, los primos terrícolas del "delphinus delphis" (¡hay que ver lo que me gusta a mí esto de los nombres científicos!), si que nos gusta nuestra gran laguna requetesalada, la misma que según auguran los del pipí verde (grin-pís) será devorada por el Mare Nostrum en cuanto le dé a los casquetes polares por derretirse un poco más.

¡Qué gozada el Mar Menor aunque no haya delfines!... Con sus medusas, sus famosas y míticas Doradas, la no menos escurridiza y cara gamba roja marmenorense y, por supuesto, los animales más característicos de la época estival, a saber: el cangrejo rojo toallero y el inevitable hipopótamo jubilado, al que es fácil ver en manadas mientras se pega baños de dos horas, que salen con la piel tan blandita y arrugada que parecen recién paridos por la mismísima parienta de Poseidón.

Por empezar con la cosa deportiva, he de reconocer que la metáfora de los delfines no fue fruto de mi inquieta imaginación, sino que, comenzando por el final, es justo precisar que brotó de los labios de la moza que se llevó el gato al agua... ¡vamos, Mabel Gallardo, que fue la zagala que ganó en féminas! ¡que con tanto animal dentro y fuera del agua va a parecer esto un episodio bíblico más que la narración de la penúltima aventura triatlética en tierras wertanas! Y es que cuando me crucé con ella a la llegada, tuvo un recuerdo muy especial para lo vivido en el primer sector. Me decía haberse sentido como un delfín, ya que lo de andar por encima de las aguas se hacía mucho más cansado. Yo coincidí con ella (en la opinión, porque en la carrera me sacó sus minutejos de rigor), pues curiosamente también pude iniciarme en el arte, complementario a la natación, de saltar y saltar. ¡Sólo hubiera faltado que alguien me hubiera dado un par de pescaditos a la boca cuando salí corriendo del agua!

Retomemos ahora la historia desde su inicio. El pasado sábado 24, la manada de triatletas aguardaba en la orilla a que dieran la salida del II Triatlón de San Pedro del Pinatar, pelaícos de frío algunos especímenes que se habían aventurado a disfrutar de la salinidad y agradable temperatura del caldo, pero que con la brisa a pie de playa hacía acordarse del neopreno o de quien fuera el responsable del retraso acumulado en la salida.

Dentro de la manada los típicos grupos de conocidos, compañeros e incluso amigos. Las fotos "gritás", y servidor en la sección reservada al club de amigos de la cebada, reconocible a la legua por las prominentes barrigas, que se pueden disimular mientras se inspira y se aguanta la respiración, pero que es imposible camuflar al soltar la bocanada, y perder el control del músculo abdominal para continuar con el rito respiratorio, sin el cual seríamos pasto de los gusanos, terrestres o marinos.

La verdad es que me sentía muy a gusto. Creo que, por entonces, ya sabía que iba a hacer algo sonado. Había estado entrenando en la sombra (bonito eufemismo para decir con bonitas palabras que llevaba ya unos días sin pegarle un palo al agua... salvo el día en que me arrimé al borde de la piscina del campus para familiarizarme con el medio líquido).

Cuando se inició la carrera y empezamos a correr, con el agradable rumor de la espuma al entrar toda la peña al galope en el agua, y conforme nos adentrábamos más y más sin que nos cubriera, tuve por un momento la sensación de no saber si estábamos entrando o saliendo, en plan desembarco. Veía la cabeza de carrera a apenas una decena de metros por delante. Algunos ya se habían aventurado a nadar. Otros a chapotear. Pero el riesgo de colisión era tan grande que yo optaba por seguir galopando.

Llegar a la primera boya fue una cosa inaudita, así como el colapso que había al rodearla. Creo que no hay tantos empujones y codazos ni el metro en hora punta. La natación había comenzado. Sólo había que poner rumbo a la segunda boya. ¡Y procurar no desviarse demasiado! Porque con lo que soplaba y el movimiento rítmico de las olas, que te obligaba a catar la salinidad de su agua en cuanto abrías la boca para respirar (yo la verdad es que no tragué mucho hachedosó con ración extra de sal), lo más fácil era derivar unos cuantos grados a estribor.

Evidentemente, oponerse a las leyes de la física es harto difícil, y la estela de nadadores al completo, entre los que me incluyo, hicimos la curva de marras, para terminar rectificando el rumbo en las cercanías de la segunda boya. Una vez superada ésta, tan sólo quedaba enfilar hacia la playa, pero nuevamente cabía la posibilidad de ser arrastrado por la deriva, esta vez a babor, por la cosa de que entonces recibíamos el empuje marino por la derecha. ¡Pues bien!... aquí creo que estuvo la clave de mi exitosa natación, ya que acabé saliendo del agua con gente de nivel muy superior al mío: inicié el regreso a la arena teniendo en cuenta los cálculos que había hecho antes de empezar. Tal es así que estuve a punto de darme de morros con uno de los nadadores que aún no había completado el segundo viraje, ¡lo prometo por los filamentos urticantes de las medusas!...

En resumidas cuentas, que entre ese ahorro de metros y de esfuerzo, y el postrero empleo de la técnica delfinatoria para avanzar a saltos, mientras otros sobrecargaban sus piernas intentando correr con el agua hasta la cintura, salí justo detrás de uno de los compañeros que el pasado año se metieron la pechada de Roth. Camino de boxes, sintiéndome una estrella cinematográfica, adelanté a más de uno por la alfombra roja (que allí era negra), en previsión de lo que, seguramente, me dejaría en la transición, porque yo no sé lo que hago, pero poniéndome el casco y las zapas soy como un caracol triatleta.

En efecto, así fue: al coger la bici pillé grupo, pero por poco se me escapó el vagón anterior que, como imaginaba, fue algo más rápido en las cuatro vueltas al circuito. Entre los compañeros que me deparó el sorteo me encontré con Roque (Trioráculo), que fue de lo que más tiraron. Yo reconozco que al principio me reservé un poco, pasando palabra cuando me tocaba asomar el morro por la cabeza del grupo (sobre todo en la vuelta con el viento de cara), pero luego no escatimé esfuerzos, en vista de que hubo más de uno que prefería reservarse para el postre de la carrera a pie.

Y hablando del postre, a mí se me empezó a hacer agua la boca pensando en la guinda que podía ponerle al pastel. ¡Quedar por delante de un pedazo de hombre de hierro! Podía ser el día! Así que, a pesar de que siempre desinflándome a pie, mi calculadora mental de tiempos echaba humo, mientras la otra, la de correr, hacía todo lo que podía, para que no me pillara el amigo Paco. De no haber apretado el culo en el último kilómetro seguro que me hubiera dado caza, pero abrí la reserva y entré a escape.

El que si me pasó fue Felipe, que también iba a todo tren (aunque en bici nunca se agarra). Pero la gesta estaba hecha, ¡un estrai de Urbanes nada menos!... ¡lo mismo nunca consigo en el triatlón algo de más tronío así que aún estoy disfrutándolo! Pero sin chufla. Que uno es un caballero. Y también ha sido mi mejor clasificación absoluta, pues nunca había dejado a tanta gente por detrás.

Quien si lo está haciendo de vicio es Stani. Desde aquí mi reconocimiento, aunque también he de reconocer que, conforme crece triatléticamente, le van menguando esas aptitudes para el levantamiento de quinto, que se le ve más reservaíco al zagal con esto de la aventura vascuence. ¡Venga, que tampoco es para tanto!... Y es que ya empieza a tomar forma en mi mente una aventurilla así de media distancia. Lo mismo la próxima temporada, ¡ya veremos!. Y si se anima Juan, pues estupendo, porque lo suyo también es reseñable, que el tío allí donde se estrena me deja en mantillas como quien no quiere la cosa.

Para terminar, a los que no estuvísteis: ¡no os lo perdáis el próximo año!... y a los que se han desconectado un poco del mundillo, que no se lo piensen tanto, y dejen de darle vueltas a lo del drafting ilegal, el chupeteo de rueda poco colaborativo o cualesquiera otras pajas mentales, ¡aquí hay sitio para todos! Que cada uno haga lo que le venga en gana, que esto es un reto personal, y como tal lo que están por encima son las personas.

¡¡A mí es lo que más me atrae, os lo digo en serio!! Eso, y sentirme un delfín.

lunes, 19 de mayo de 2008

Sombras chinescas

Me váis a disculpar que retome la senda de trascendentalidad que había aparcado para dar rienda suelta a mis desvaríos triatléticos y que, a lo largo de la siguiente media docena de párrafos saque a mi espíritu crítico -que con tanta aventura deportiva corría el riesgo de aficionarse demasiado a la vigorexia- a que se oree un poco. Es lo que me pide el cuerpo.

Las cavilaciones, esta vez, me las he llevado allende los mares y los confines más remotos... Es lo que tiene el intelecto, que se te va de viaje y vuelve en lo que tarda un político en escurrir el bulto cuando hay que dar la cara o no está el horno para bollos. Nada menos que hasta el Oriente más lejano me transporto para darle a la reflexión más que a la flexión.

Y es que llevan una racha por los Orientes... En primer lugar, hay que ver la que se ha montado por culpa de la cruzada del biodiesel, dado el empeño occidental en salvar la capa de ozono (cuando a estas alturas tiene más agujeros que la economía somalí). De rebote y "gracias" a la interesada colaboración especulativa de algunos desalmados, se ha desencadenado un crecimiento vergonzosamente exagerado en los precios del arroz, cereal que sirve de sustento vital a tantos millones de congéneres humanos de los de ojos rasgados y amigos del tai-chí. Alguno de estos aprovechados que lo están acumulando para venderlo al mejor postor, lo mismo tira de desvergüenza y asegura que, en el fondo, les va a venir bien para ir ligeritos, pues de todos es sabido el efecto astringente del arroz...

Luego, entre sunamis, inundaciones y terremotos, no dan abasto. Es triste recordar estas cosas de la naturaleza, pero basta imaginar la que se lía aquí cuando caen cuatro gotas, y la de alertas amarillas, naranjas, rojas y de no sé cuantos colores más que dan los responsables de protección civil, para imaginarse la tragedia. Precisamente eso, imaginar, es lo único que nos queda, dada nuestra manida costumbre de pasar de puntillas cuando la desgracia es ajena y está a miles de kilómetros. Suena a eco lejano. Casi como un susurro que pronto dejas de oir. Yo diría que tardamos en dejar de oirlo lo mismo que tarda en apagarse la voz del que tiene la mala suerte de ser sepultado por los escombros de su propia casa, y justo cuando los medios de comunicación pasan página, uno se dice que ya no hay hambre en el mundo y que la vida sigue y tonto el último y a hacer relojes todo el mundo...

A veces el rumor de una tragedia apaga la de otra anterior, y entonces nos quedamos con la que más nos interesa. Si, ya sé que parece una burrada decir esto, pero, si no es así, ¿cómo se explica la dedicación informativa al grave seismo en China, el mismo que ha dejado al país, preolímpico, lleno de sombras, y el consiguiente olvido de las graves inundaciones en Birmania? ¿alguien ha vuelto a oir algo sobre este país, donde la tragedia riza el rizo por culpa de la dictadura militar que les aqueja y que impide la ayuda humanitaria de rigor? ....

Si, el terremoto de China ha segado muchas vidas, es cierto, pero ¿por qué hace sombra a otra tragedia tan cercana en lo temporal y geográfico? Permitidme que me moje, pero es que hay cosas difíciles de digerir, y querer a Andrés nada más que por el interés no me parece lo más correcto. ¿O es que a nadie se le había pasado por la cabeza que hay multinacionales que han realizado donaciones públicas para paliar los efectos del terremoto en China porque allí hay donde mojar en lo económico? Obviamente se han encargado de que su generosidad sea conocidad en todos los rincones.

Y a los birmanos, ¿quién les echa una mano? Aunque sea al cuello de algunos gobernantes. ¿O es que por allí no hay nada que rascar, mister Sam?... Por aquello de plantear soluciones (que luego se me tacha únicamente de crítico en grado severo), ¿qué tal si la ONU acepta admitir la existencia de plantaciones de arroz nuclear en los arrozales birmanos? ¡eso si podría ser un arma de destrucción masiva!

lunes, 12 de mayo de 2008

Superhéroes y Olímpicos


Dice un conocido refrán que "quien se acuesta con niños, amanece meado", que es tanto como soltar aquello de "dime con quien andas y te diré quien eres".

Ante tal aluvión de sabiduría popular, me pregunto yo si acabará pasándome a mí lo mismo, frecuentando las compañías y grupúsculos de majaretas con los que me ha dado por intimar de un tiempo a esta parte. Pero que no se asuste nadie, porque, en principio, la cosa es para bien y estoy en el bando de los buenos, lejos del lado oscuro de la fuerza, de Gineses, Julianes y Rocas de poca monta.

Imagino que mi intento por crear un mínimo de expectación habrá sido baldío porque ya todos sabréis a qué me estoy refiriendo. Pero, como diría el mismísimo Jack el destripador: ¡vayamos por partes!

Lo primero es lo primero, y que quede claro ante todo, que a mi no me ha meado nadie todavía. Digo esto para evitar que alguien le pueda dar por tomarse en plan literal lo apuntado en el primer párrafo, porque estamos hablando de supehéroes, de esos que, en lugar de salir del armario, están saliendo del cómic, para convertirse en héroes del celuloide y de la alfombra roja. El último de ellos -aún en cartelera-, como no podía ser de otra manera, es IRONMAN: ¡ya sabía yo que no podían tardar mucho en caerse del burro por los jolivuses para dedicarle el debido homenaje a dos de mis colegas de cerveza! Lo que no me queda claro es lo del pijama que hacen vestir al tipo este, si se supone que es un tío duro, capaz de las mayores gestas deportivas y humanas.

Por eso, a todos esos superhéroes que conozco, que no se cambian de acera cuando se cruzan por la calle conmigo, y con los que comparto uniforme de aspirante a héroe cada vez que nos enfrentamos a una nueva gesta: ¡muchas gracias! ¡va por todos vosotros mi recién conseguido rango de "olímpico" en las remansadas aguas de nuestro Mar Menor! (escalafón éste por debajo de hombre de hierro, finisher y tío duro del copón, pero que también tiene su mérito).

Como toda historia que se precie, este sueño olímpico que he conseguido hacer realidad a la primera, cuenta con su planteamiento, su nudo y su desenlace. Y no necesariamente por ese orden, que es el que marcan los cánones. Permitidme que me explique. Para ello me remontaré a los albores de la presente temporada, cuando allá en la pista del Estadio Monte Romero (el campus, para que nos entendamos)nos castigábamos con los "etés" de rigor, pensando en la pretemporada de Medias (de las cuales he escurrido el bulto con notable agilidad).

UNO - Planteamiento

Mis modestas pretensiones, por entonces, se centraban en realizar una cifra respetable de duatlones, triatlones y duatlones cros (todos ellos en su modalidad "sprint"), para aspirar al honorífico reconocimiento de la federación de triatleta "cubertén". Sin ir más lejos, he ¿disputado? seis de los ocho duatlones que se han disputado en el circuito de Murcia (75%), cifra más que razonable dada mi endémica y persistente abstinencia de entrenamientos regulares.

Pero hete aquí que, a ese otro yo competitivo que lleva uno dentro, agazapado en lo más recóndito, se le antojó subir el listón para intentar rizar el rizo y conseguir superar el encasillamiento en las distancias cortas: ¿qué mejor que intentar acercarse a la larga distancia con el salto cualitativo a la distancia olímpica (1'5/40/10)?

Como no tengo entrenador a quien consultar, tan sólo tuve que explicarle a mi encantadora media naranja que esa especie de locura transitoria no iba a conllevar ningún efecto colateral que afectara nuestra convivencia, pues tampoco iba a subir la dosis de adecuamiento físico a estas alturas (perdonad la retórica, pero es que llamar a eso que yo hago "entrenamiento" me parece ofensivo para los que machacan su cuerpo día tras día). Vamos, lo justico para no perecer en el intento y poder llegar a meta sin ayuda de los voluntarios de protección civil.

DOS - Nudo

En fin, todo esto que parece el planteamiento, conforme se acercaba la fecha del reto (día 11 de mayo) se iba convirtiendo en un nudo, no sé muy bien si en el vientre o en el "bajo vientre", porque tuve síntomas de ambas cosas: reconozco que mis entrevistas con el señor Roca (¡nada que ver con el enchironado que tanta relación, por cierto, tiene con la localidad donde se iba a disputar el olímpico por vez primera!) se intensificaron en las últimas jornadas (aunque nada tiene que ver el reto-revancha que me habían planteado desde la residencia de los Urban) y, asímismo, noté un particular carraspeo en la garganta (¿o se trataba de la metafórica corbata que forman las bolsas testiculares como consecuencia de la ansiedad y el canguelo?).

Para que no faltara de nada, al señor de las lluvias le dio por darse un paseíto mayero, manteniendo retenido al bonachón anticiclón de las Azores en mitad del inmenso charco Atlántico. Así, de paso contribuía a reducir la agria polémica suscitada sobre la etimología de la palabra trasvase (¡pedazo de disquisición lingüistica la que hemos estado viviendo en los últimos tiempos a cuentas de los movimientos de las aguas intrapeninsulares!). En suma: que todo hacía presagiar que, además de regalarle a la tierra una lluvia estupenda, nos iba a obsequiar con un triatlón tirando a cuadriatlón. La empresa parecía, por momentos, tomar tintes de odisea épica para un principiante, novato, inexperto y poco preparado como yo.

Imagino que fue ese negro panorama (tanto en lo meteorológico como en lo meramente deportivo) lo que me llevó a realizar un sacrificio sin precedentes: buceé en armarios y cajones en pos de mis olvidadas gafas de buceo (se llama natación únicamente cuando se va por encima del agua), busqué denodadamente mi flotador con forma de equino marino y me arrimé a una piscina para iniciarme en el ars natatorius, con la sana intención de no darle trabajo a los vigilantes de la playa que estarían al quite de cualquier ahogamiento que pudiera darse en los 1500 metros de la olímpica natación alcazareña (más tarde pude comprobar que fue un completo acierto pues en caso de ahogamiento no me hubiera asistido ninguna Pamela Anderson marmenorense, pues no las había en los equipos de rescate).

Con ese anecdótico paso por la piscina, un par de salidas a lomos de "Jorgita" haciendo las veces de escudero de un hombre de hierro intentando aguantar, hasta donde me daban las fuerzas, las exigentes ejercicios de transición sabatinos (gracias Stani, por tus enseñanzas, ¡hay que ver lo que se aprende a rueda de un machaca de la ruta!), y algún que otro amago de superar la hora a pie -para comprobar si iba a ser capaz de aguantar los diez kilómetros del tercer sector olímpico-, me dispuse a afrontar el gran reto. Ya no había marcha atrás.


TRES - Desenlace (o meollo. Vamos, la prueba en sí, que es lo que os interesa)

Como en Los Alcázares es donde pegamos la gorra en la temporada estival, y disponemos de fonda familiar, llegamos la tarde antes en plan concentración. Por momentos me siento un deportista de élite pues nos acercamos a ver los preparativos de la zona de boxes. Intento no pensar en lo que me espera al día siguiente, ni tampoco en si la lluvia se presentará o decidirá dar un respiro. Tan sólo me pregunto si no nos habremos equivocado de pueblo, porque esto parece alguna pedanía marroquí... En el verano pasan desapercibidos, pero cuando no hay turistas, da la impresión de que estuvieran volviendo a invadirnos desde el norte de Africa de forma silenciosa.

Por la mañana ya sí que sí: ha llegado el gran día. Para mí, porque para los que están acostumbrados a darse tutes férricos, esto es parte del entrenamiento, y se lo ventilarán en poco más de dos horas, cuando yo tengo calculado que me acercaré más bien a las tres.

El sol, que parecía haberse atado bien los machos y decir que ya estaba bien de mostrarse segundón, se ha rajado, y las nubes, que son femeninas y mandan lo que se les pone, como las carretas, se lo han dejado claro en seguida al reluciente astro: hoy volverá a reinar la humedad, aunque da la sensación de que nos respetarán antes de la salida, mientras ultimamos la parafernalia del triatlón: recogida del dorsal, saludo de rigor a los conocidos, pintarrajeado del número en brazos y piernas, y demás mariconeo de rigor, como el obligado untamiento de vaselinas, aceites o ungüentos varios para enfrascarse en los trajes de hombre pez.

Antes de comenzar la carrera, por tanto, me encuentro ya con algo nuevo para mí. Ya he disputado con anterioridad otros triatlones, pero nunca antes me las había visto cara a cara con un neopreno, y no creo que haya mejor oportunidad de emparentarme con un pingüino (o con una foquita, si tenemos en cuenta mi generoso buche). Mientras me embucho en él, cual salchicha de matadero, me comenta un espectador, que parece entender del tema, que no escatime en lo de la vaselina, sobre todo alrededor del cuello. Por suerte no tiro de soberbia y deduzco que lleva razón el chaval cuando veo que otros triatletas llevan el cuello blanquecino, por lo que procedo a la aplicación de la crasa sustancia derivada de la parafina.

Aunque confío en que a nadie le dé por encenderse un cigarrillo a mi lado y me salte una chispa que pueda achurrascarme, me voy con la manada de hombres de negro parafinado a intimar con las tranquilas aguas de esa joya de laguna salada que tenemos en nuestro litoral. Tengo serias dudas de si podré moverme, pues no me había visto dentro de este disfraz acuático nunca. Uno que es así, y que se espera al día de la carrera para probar nuevas sensaciones.


Me empiezo a sentir como si me fuera a casar: llevo algo nuevo y prestado (el neopreno), y el recuerdo del triatlón de Cartagena de la pasada temporada -donde pasé en el agua más frío que un pollo sin plumas en un congelador-, me hace pensar en azul. Azul frío. Tengo algo nuevo, algo prestado y algo azul. En esta tesitura me sacan de mi runrún los gritos de guerra de "Acuaman" -viendo la foto que me sacan junto a él me siento grande-, y recuerdo que tengo 2 objetivos en el primer sector: no ahogarme y salir del agua como sea antes que maese Paco.






Dan la salida. Mientras nos adentramos a pie hasta donde dan las piernas, con el estruendo del chapoteo de ciento y pico zumbados como yo entrando al agua, vuelvo a sentir cierta euforia, pero en cuanto me sumerjo e intento sacarle lustre a mi basta técnica de avance, se me diluye todo el optimismo y me comienzo a sentir mal. No he calentado y tengo la musculatura más rígida que la señorita Rotenmeyer. Hasta la primer boya (lo que es propiamente uno de los catetos del triángulo al que hay que dar dos vueltas -yo si que soy un cateto-), no consigo encontrarme a gusto. Como aún veo gente por detrás me animo y comienzo a intentar imitar a nuestro primo delfín, por aquello de que también es un mamífero, pero descubro que no tengo niguna carga genética que provenga de tan simpático animalillo, así que me limito a ir avanzando lo mejor que puedo. A esas "alturas" de la clasificación hay respeto: yo no adelanto a nadie y tampoco nadie me adelanta, al menos según intuyo, porque las gafas de ver me las he dejado fuera.

Treinta minutos después, toco tierra y mentalmente empiezo a tachar la tarea que he terminado. Mientras salgo del agua me voy quitando el neopreno, ¡como los buenos me digo!... Pilar me pregunta por su marido... ¡cojonudo! ¡ya voy por delante de Garban! ¡a ver si me da la correa para que no me pille en la bici!

Porque ahora tocan cuarenta kilómetros de bici, ¡y no le he puesto las cubiertas de agua!... No hay ningún mecánico en boxes para pedirle que, en lo mismo que le cambian a los F1 las 4 ruedas, tenga el detalle de ponerme a mí unas cubiertas en condiciones. Habrá que sacar el manual del pilotaje, porque el de la transición todavía no me lo he estudiado.

Vale, ¡no la cagues en la primera curva que hay mucha gente y además del raspón se van a descojonar de tí!. Nueva prueba superada. Pocos metros más adelanate, y justo antes de salir a la nacional que atraviesa el pueblo, por donde han diseñado el trazado (5 vueltas de a 8 kilómetros), mi padre me anima en plan madre: no corras y lleva cuidado. ¡¡Joder, padre!! ¡¡que soy tu segundo vástago varón!! ¡¡vale que jurara bandera en la mili de botiquín, pero ya verás que dominio!!...

Y efectivamente, encima de la bici me encuentro a gusto desde el primer kilómetro, y como soy animal de manada consigo grupo inmediatamente. Además, con las ganas del italo-cartagenero (Maurizio) con el que ya coincidí en el duatlón de San Pedro, tengo la sensación de que vamos a ir bastante deprisa. Lo mismo hasta demasiado...

Tanto es así que, al inicio de la segunda vuelta, cuando nos dobla el grupo de cabeza, hace por engancharse a rueda y nos deja. Nos quedamos sin lider espiritual pero también un poco más tranquilos, porque ahora los relevos los vamos haciendo un poco más uniformes y no vamos a tirones explosivos. He de aclarar, para compañeros incrédulos que no tuvieron el placer de verme en carrera al frente del grupo en el que iba encuadrado, que hay documentos gráficos que certifican que no fui todo el tiempo como un marqués duchado chupando rueda. Casi se agradecía ponerse el primero... En cuanto dejabas de tener sed era lo mejor.

He leído al "hijo del viento" decir que cuando te ponías a rueda parecía como si te echaran agua con una alcachofa de ducha. No puedo estar más de acuerdo. ¡¡Enhorabuena Stani, ya empiezas a dominar el arte de la metáfora además de los artes implícitos del triatlón!!

¿Sigo?... Pues claro, ¿por qué no iba a seguir? Seguía teniendo atrás al amigo Paco, a una distancia prudencial, que me garantizaba cierto margen para la carrera a pie. Pero era consciente de que, antes o después acabaría deshaciéndose de mi. Yo lo sabía desde el principio (porque faltaba la carrera a pie y me tendría que llegar el bajón de rigor), pero me deja un estupendo sabor de boca saber que todo un hombre de hierro sufrió durante más de una hora pensando en lo que pasaría si no me daba alcance...

Y aguantar, después de la segunda transición (que me tomé con la filosofía y sosiego propios de un "globerman" como yo) durante la primera vuelta de cinco kilómetros, fue casi de premio.

Al final, el bueno de Garban (¡enhorabuena tío, yo de mayor quiero tener más pelo que tú pero las mismas piernas!), me pilló. Lo que casi nadie sabe es que me avisó con el código secreto que tenemos en nuestro equipo para advertir del adelantamiento: tocarnos el culo... ¿qué quieres que te diga? Al que adelanta le da gusto adelantar, y al que se queda atrás, pues eso, culico contento por lo menos.

A pesar del sufrimiento postrero (que entraba en todos mis planes, hasta en los más optimistas), la sensación de ver la meta y poder sacar un resquicio de fuerzas para que no me adelantara un V3 (el amigo Georges Lucas y su permanente sonrisa), que se había ido acercando peligrosamente, son inolvidables.

Como decía al principio (hace ya no se cuantísimas líneas -enhorabuena si has conseguido leerlo todo, ¡tú si que eres un campeón!-), ¿puede ser que empiece a gustarme el morbo este de sufrir lo indecible en larga distancia y me anime a retos mayores?... ¡todo se andará! ¡yo ni confirmo ni desmiento! ¡el tiempo dirá! ¡y también las ganas de sufrir!

Por lo pronto ahí queda. Aprovecho a dedicárselo a toda la gente que me conoce, me quiere y/o valora, aunque diga que disfruta viéndome sufrir como algún cabroncete que es capaz de acabar casi veintidós minutos antes que yo o al que se venga haciendo tocamientos deshonestos...

No soy el primer olímpico en mi familia, pero tengo una bonita estela que seguir. Y ejemplos de superación cercanos a troche y moche. Particularmente me siento muy satisfecho con la marca (2h39'13), pues nunca pensé que podría bajar de las 2h45.

Ahora a descansar, que a mi eso del "tapering" es la parte del entrenamiento que más me gusta. Nos veremos -espero- en San Pedro. Y no olvidar que: "al que Dios se la dé, que San Pedro se la bendiga".


CUATRO - La cerveza

Aunque parezca una especie de chiqui-chiqui, este es el triatlón de los chicos Carrillo. Esta vez las pagué yo, pero porque además de la cartera, me salió del alma. La próxima que pague el más mariquita.