lunes, 30 de junio de 2008

PODEMOS Y DEBEMOS

PODEMOS Y DEBEMOS (1)
PODEMOS ha sido el grito de guerra para llevarnos la ansiada Eurocopa. En la próxima ocasión, teniendo en cuenta el futbol desplegado (¡menuda lección de tiqui-taca que han dado los chicos de Aragonés!), seguramente será DEBEMOS... Entonces, con todo el peso de la responsabilidad desde el primer momento, sabremos si ha sido flor de un día o si se queda con nosotros la sana costumbre de ser un país puntero en todo, con independencia de quien sea el aprovechado de turno que ostente el báculo presidencial.

PODEMOS Y DEBEMOS (2) no olvidarnos de otros deportes.
Como hablar de futbol en esta especie de locura colectiva que tenemos todos (y que durará mientras le saquen el jugo los diversos medios de comunicación), no suena muy ocurrente, me voy a permitir cambiar el tercio para hablar de otros torerillos que también han subido a lo más alto en este fin de semana tan intenso. Ya se sabe que no se puede competir con el deporte rey en igualdad de condiciones... ¡Si hasta cuando no hay ni liga, ni copa, ni champiñones, ni se disputa campeonato internacional alguno le dedican más páginas que a victorias sonadas en otros deportes no tan contundentes!... Así que no es de extrañar que haya pasado casi desapercibido el doblete murciano en los Campeonatos de España de Ciclismo.


Si señor, con 2 cojones por barba (en total cuatro), prmero el muleño Luis León y de remate "el otro hijo del viento", nuestro Alejandro Valverde, se han convertido en campeones nacionales de ciclismo. El uno en contrarreloj (por delante de consumados especialistas como Rubén Plaza y, sobre todo, José Ivan Gutiérrez -que ya había ganado otras 4 veces antes-) y el otro en la prueba en línea. Por eso, y sin que sean necesarias más palabras, ¡enhorabuena paisanos!




Y a tí Alejandro, aunque sólo sea por saludar a toda la peña cuando te cruzas con ellos en la carretera, con independencia de la pinta de globeros que llevemos, mucha suerte para el Tour. Lo mismo hasta me dejo caer por alguna de las etapas de este año, mira tú. Y es que estoy ya en capilla vacacional, ¡qué ganas, por favor!

PODEMOS Y DEBEMOS (3)
Por último, aún resuena en mi cabeza esa especie de pacto firmado en el aire la noche del pasado sábado, por el cual deberíamos convertinos, Juan y un servidor, en maratonianos el próximo año en Valencia. De Juan no tengo la menor duda, pues es hombre de palabra y cervezas frías (¡qué escándalo , por cierto, la cena y la degustación de quintos a cascoporro en el jardín de su chabolita zarandoneña! ¡Enhorabuena monstruo!... Yo creo que deberíamos nombrarte "el hombre de la plancha", porque menuda maestría la tuya), pero en cambio, mi pobre y acomodado espíritu, contrario casi a partes iguales tanto a la violencia como al sacrificio del entrenamiento, no sé si me dejarán enfrentarme con garantías a ese prueba de arrojo. Confío en que no haya salido la foto y me pueda librar por no existir pruebas documentadas, ja,ja. Aquí más que afirmar, pregunto: ¿PODEMOS Y DEBEMOS?

En fin, amigos, esto se acaba. Lo mismo ya hasta septiembre no tendréis más noticias mías. Pero no os penséis que tengo dos meses de vacaciones (¡más quisiera!), sencillamente lo hago para que vosotros podáis descansar lo vuestro, que lo tenéis bien merecido por aguantar la densidad de mis escritos.

viernes, 27 de junio de 2008

Pues al final va a resultar que podemos y todo....

Esto es lo nunca visto. ¿Quién nos lo iba a decir a los sufridos españolitos futboleros?... ¡en una final de un Europeo y jugando al futbol con un desparpajo y una cosa que daba hasta gusto ver como se deslizaba el esférico de bota en bota y tira a puerta que la final explota!...

Imagino que a los rusos no les dió el mismo gustirrinín. Y es que, además de merendarnoslos en plan ensaladilla, los "cuatreros" de la tele les han quitado la idea de su plaza roja, coloreando del color de la furia y la sangre todita la inmensa plaza de Colón en los madriles.

Contrariamente a mi hábito de darle de forma impertinente a la tecla, extendiéndome y rellenando renglones y renglones de pausada prosa, esta vez seré comedido. Y tampoco hace falta que hable mucho de las cosas balompédicas, que está toda la tropa hispana alborotada mientras aguardamos que llegue la ansiada final.

No sé si podremos o no con los germanos. El deporte es lo que tiene: hoy estás deslumbrante y mañana por la mañana estás que no atinas. Digo yo que, si no se les sube demasiado el burbujeo de la victoria y la prepotencia antes de cazar al oso teutón, viendo como están jugando los rubios nibelungos, no tendríamos que temer nada. Pero insisto en que habrá que ser cautos, que no temerosos.

Y si algo está claro, vaya por delante de todo lo dicho, es que había un gafe, y el gran logro del señor Aragonés ha sido desenmascararlo y dejarlo en tierra. Este acertijo de resolución tan transparente me sirve como excusa para darle sopas con onda a toda esa jauría de "raulistas" que criticaban la, ahora considerada como sabia, decisión. ¡Me jode horrores la minúscula memoria que tenemos para algunas cosas en este jodido y bendito país!... que ayer parecían las calles, con tanta pitorrada va y pitorrada viene, un carnaval orgiástico, de desenfrenada alegría y frenesí patrio.

Si, ya era hora de poder celebrar algo. Pero también va siendo hora de que aprendamos a cerrar el piquito de oro a la hora de ejercer de seleccionador nacional. ¡Ay si cada uno de nosotros se dedicara a lo suyo y no nos metiéramos en la vida de los demás!... ¡Y ya de paso si fuéramos profesionales, serios, responsables y menos amigos del desparrame y la vagancia injustificada (si hay algún funcionario leyendo esto, puede darse perfectamente por aludido, ja,ja)!... Entonces ni te cuento... O más bien, entonces es que sería un cuento, de los de María Sarmiento, de los de Calleja, o de las Mil y una Noches.

En fin, que me estaba embalando (con la acepción de "tomar o coger velocidad", nada que ver con lo de meterse en un embalaje de papel de regalo)... Hasta el domingo, que ustedes lo sufráis en silencio, sudéis la gota gorda como cualquiera, y que no nos pase naica, como decia mi agüelica.

lunes, 23 de junio de 2008

Pues parece que vamos pudiendo

Estaba dudando entre dedicarle esta entrada a comentar en profundidad las repercusiones que tiene el incremento del crudo en el desarrollo agrícola de la patata en la zona de Bostwana, o retomar la cosa futbolera, toda vez que parece haberse roto el maleficio con que algún nigromante nos había castigado a los habitantes de la marca hispánica, condenándonos per seculo seculorum.

A las mentes despiertas que visitan mi blog -¡por todos los santos con caperuza, que me gustaría que no os sintiérais cohibidos por la profundidad de mis reflexiones y os decidiérais a saltar a este charco de culturilla popular en el que chapoteo para disfrute general!-, seguro que no les ha pasado desapercibido el abundante uso de latinajos con que he adornado, casi a porta gayola, el párrafo de entrada. Y es que no podía ser de otra manera después de haber superado esa gran prueba de fuego que eran los cuartos, ¡y mucho más cuando el rival era la bestia "azzurra"!

Esta vez, la magia del sabio Aragonesix y el poder bajo los palos de Casillatix, ha surtido efecto. De paso hemos superado esa grave enfermedad que nos aquejaba (Raulitis), y cuya picadura, casi cual la de una garrapata tirolesa, nos tenía con el culito prieto y en un sin vivir constante...

Encima, para rizar el rizo, y como disloque general, ¡ya era hora, señor de las alturas y las encomiendas celestiales!, los mandamases de esa cadena de establecimientos de venta de bártulos electrodomésticos que llevan riéndose de nosotros ni se sabe la de tiempo, tratándonos de bolos, estólidos, bodoques o bambarias para arriba, por no decir papanatas, zotes, melones, borregos, zopencos, pazguatos, mentecatos o majaderos (que vendría a ser lo mismo), pues a lo que iba: que se van a tener que rascar el bolsillo a base de bien, a costa de la abultada cuenta de resultados que, con total seguridad, han logrado forjar con los múltiples incautos que han ido encontrando para desarrollar sus pseudo-timos de la estampita tecnológica.

Estoy de acuerdo en que aún quedan muchas mentes a las que no les ha sonado el despertador, pero de ahí a jugar con el fuego de una ilusión histórica de volver a conquistar al menos unas semifinales europeas...

Pues eso, que parece que vamos pudiendo. Ahora a por los sucesores de Lenin&cía, aunque mucho cuidado, no vaya a ser que el empacho de ensaladilla (rusa) que cogimos en la primera fase nos vaya a pasar factura ahora.

Hablando de comer (o más bien de merendolar), yo empiezo desde hoy la dieta del cucurucho dado que el próximo sábado (Dios o el hijo del viento mediante), el más pipiolico del cuarteto de los tri-galácticos wertanos en estas lides triatléticas (aunque ya puede darle clases a algún maestrico y sus libricos mojados), nos va a agasajar con una sensacional demostración gastronómica-cervecera. Yo aprovecho para felicitarle por su onomástica de mañana mismo, así como a todos los Juanes de los contornos. Espero rendir a mayor nivel que en la cosa deportiva, porque para esto si que me veo preparado.

Del tri de Cartagena del pasado domingo, salvo que alguien demande una crónica (normal en plan noticiario o de las mías con todo lujo de detalles desprovistos de interés -ja,ja- y alguna foto), lo único que diré es que... (¿lo puedo desvelar, amigo Paco?)... venga no, no lo cuento, que así en plan misterio lo mismo hasta tiene algún tinte mítico. Pero lo que si debe de quedar claro (bastante más que el agua del puerto de Cartagena por la zona donde se salía de la natación, ¡qué peste por Dios!) es que el ya tradicional cuarto sector (¡ahí si que parece que seguimos pudiendo!), lo disputamos los cuatro magníficos en un lugar que sirvió de homenaje a este mi rincón de desvaríos. Y es que el bar, escogido al azar, palabrita de niño cabezón con visera se llamaba "el pico esquina". Hay testigos y testigas.

jueves, 19 de junio de 2008

¿PODEMOS?

Había pensado en otro enunciado para el título, pero finalmente me he contentado con ponerle un par de interrogaciones al jodido eslogan con que nos están bombardeando los de Cuatro por la cosa de la Eurocopa y las ilusas pretensiones de pasar de cuartos, como en plan inquisidor-escéptico.

Parece que no escarmentamos. Al igual que a José Tomás, el torero, le va lo de arrimarse y olerle los cuernos al toro, citando con descaro a la imperturbable madame de la guadaña, a nosotros los españolitos nos va lo de darnos de ostias con el mismo pedrusco una y otra vez, en plan ritual. Nos obcecamos. Nos ponemos a darle lustre a alguna estúpida revancha (los italianos lo llaman vendetta, y son los putos amos, que para eso inventaron la mafia) y terminamos saliendo escaldados. Lo que se dice compuestos y sin novia.

¿Y qué si a Luis Enrique -el otrora futbolista, metido a las cosas triatléticas y que, según he oíod, vuelve a coger los bártulos futboleros aunque desde esa barrera de preferencia que es el banquillo-, le partió la nariz Tasotti, aquel tronco que tenian los italianos para repartir estopa? Es normal que nos den loción para el pelo y que sigamos atragantándonos. ¿He dicho ya que no escarmentamos? Con Raúl o sin él. Porque nosotros, de otra cosa no, pero de Cardeñosas andamos sobrados.

Y si por un casual sucediera lo imprevisto, cumpliéndose el musical vaticinio de los miles de animosos manolos que están appoyando a "la roja" -dándole al bombo y seguro que también a la Bombay- en las tierras de Mozart, Guillermo Tell y las garrapatas, y "el próximo veintidós, Italia dice adios"... no perded de vista lo que, ya en tiempos de la manzana, asegurara don Isaac Newton, pues más dura será la caída.

Asi que, ya puestos, ¿por qué no ahorrarnos sufrimientos innecesarios? Lo dejamos en cuartos, sin apurar prórrogas que conlleven riesgo cardíaco a todo aquel que esté delicado de salud, no vaya a ser que al final terminen canonizando a San Luis Aragonés y declaren obligatorio en el futuro rascarse las partes más inverosímiles del cuerpo durante las ruedas de prensa... ¿os imagináis a Zapatero o a Rajoy realizando esas difíciles posturas del sabio de Hortaleza mientras hablan de sus desaceleraciones, sus transferencias hídricas y del precio del barril de brent o de la estrella de levante?

Para terminar con un guiño al triatlón, desvisto al título de sus encorvados garfios interrogativos y lo adorno con esos dos palitroques y sus respectivos puntos, en señal de aliento y alegría, y afirmo con rotundidad, sin temor o duda algunos, que nosotros, ¡SI QUE PODEMOS!.

¿Pero podemos qué? En principio tirarnos sin miedo a las aguas del puerto de Cartagena, que nunca se ha caracterizado por ser el mejor hábitat para la vida animal. Porque esto no es el Cantábrico con sus espectaculares acantilados. Luego ya veremos lo que se va terciando. Lo mismo drenamos la bahía tragando agua e hidrocarburos varios en la natación del primer sector, aunque seguro que con un poco de esfuerzo conseguimos rservarle un hueco a la cerveza del cuarto sector. A ese deporte ya le tenemos más afición en España, y seguro que pasaríamos de cuartos en todos los europeos, mundiales y olimpiadas que se celebraran. Tendremos que hablarlo con el barón de Cobertén.

lunes, 9 de junio de 2008

POR UN PUÑADO DE CAÑAS


Lo he estado pensando durante toda la semana y, decididamente, tenía que hacer algo para volver a ser el que era. Mis amigos me habían advertido que corría el riesgo de convertirme en uno más, en uno del montón, ¡y yo no podía permitirlo!

Me vino a la mente la canción de la zagala aquella de las pequicas que le demostró a Masiel que no era tan difícil ganar Eurovisión (¡mira que me jode la gente que vive del cuento, sin contar a Calleja, claro, que el hombre se lo curró escribiendo historias!), y me dije: ¡antes muerto que sencillo!

Me pedía la afición que no dejara de ser un romántico, que eso de entrenar es para los que son buenos y para los que pretenden serlo, y que yo podía dedicarme a entrenar en plan "funcionario", limitándome al masajeo continuado de mis atributos testiculares pues, al fin y al cabo, sería lo que tendría que ponerle a la cosa una vez llegado el reto que se terciara.

Repasando esta última semana, creo que voy por buen camino: no sólo no le he pegado un palo al agua en lo referente a la actividad física, sino que, interiorizando a tope la esencia del ser humano -el único que es capaz de pegarse de ostias contra la misma piedra en lugar de apartarla del camino-, me volví a apuntar a otro entrenamiento de hombre de hierro, cuando, siendo sincero, uno no pasa de ser un hombre lagartija.

Pero esta vez, "la muerte tenía un precio". Digo lo de la muerte en sentido metafórico, aunque resultan innegables las similitudes de reintentar la escalada a la Cresta del Gallo con los mismos dientes de la semana pasada, porque si bien es cierto que llevé mi velocípedo al dentista de bicicletas, salió de la consulta tal y como había entrado, un poco por la incompatibilidad de los señores Campganolo y Shimano, y lo ancestral del material que llevo montado. En resumen: ¡que volví a palmar en la subida!... esta vez la agonía la pude llevar hasta más arriba, aguantando la rueda de ese trío de protagonistas que tenía la aventura. ¡Esta peli ya la había visto yo!... "El bueno, el feo y el malo" se esfumaron hacia la cumbre. Yo me parecía a Sergio Leone, más que nada por los rugidos de mi corazón cuando intentaba superar con el 23 las rampas más duras y aquello ya no había forma de moverlo.

Por suerte, en la carga genética todavía debo conservar algún rastro de aquellos pueblos bárbaros que sucedieron a los romanos en nuestra Hispania querida (y de los que todos llevamos algo, porque vándalos sigue habiéndolos a patadas, alanos o idos del ala ni te cuento, y suevos -o tontos de los suevos- salen debajo de las piedras), y con eso y con el arrojo y la determinación propias de todo aquel que no quiere convertirse en el centro del cachondeo para los restos, volví a coronar.

La recompensa que nos esperaba a la vuelta, tras la segunda prueba de fuego (nunca mejor dicho, porque su altísima, serenísima y requemadora Majestad soleada había decidido obsequiarnos con un sábado tórrido y de pertinaz bochorno), bien merecía la pena. Ahora ya sabéis mis motivaciones cuasi cinematográficas: lo hice "por un puñado de cañas".

Tras una hora a pie arrastrándome junto a Juan, que había decidido aompañarme (en un acto de generosidad, propia del mejor de los anfitriones), en lugar de intentar seguir el ritmo de "el nenico" y "el hombre altavoz", el mejor premio llegó en forma de un refrescante capuzón y una extasiante mano de quintos bien fresquicos, con cascaruja a espuertas, para recuperar el equilibrio electrolítico que habíamos perdido sobre el asfalto de las antiguas veredas, caminos y carriles de huerta.

La cosa salió a litro per cápita, poco más o menos. Yo creo que deberíamos pensarnos en serio lo de proponerle a la federación la convalidación de esta nueva modalidad como el "TRIATLON HUERTANO", pues resultaría bastante más natural para el hombre, dada su demostrada inadaptación al método líquido externo, que el baño fuera interno (un puñado de cañas), al finalizar la dos pruebas convencionales de bici y carrera a pie. Seguro que así la afición crecería. Y por fin podría entrenar a gusto una de las pruebas, porque ahí no me corto, como subiendo crestas y picachos.

En fin, zagales. Que este próximo fin de semana os toca defender el honor de hombres metálicos y murcianos en tierras vascuences. Confiamos en que demostréis todo lo que sabéis hacer, incluyendo el tema de empinar la articulación por donde se dobla el brazo al rematar la faena triatlética. ¡Deslumbrad a la peña de Zarautz! ¡Mucha suerte y acordaos de nosotros si os faltan las fuerzas! Porque tanto Juan como yo os aguardaremos con los brazos abiertos, para recompensaros con un abrazo en caso de éxito o con un cachondeo perpetuo en caso de fiasco. Que luego bien decís de mí sin piedad que si soy un cabeza loca o que si os gusta verme la carica de esfuerzo y sufrimiento.

lunes, 2 de junio de 2008

¡ A la rica cresta de gallo !

No sé como lo hago, pero últimamente tengo una especie de relación zoofílica con todo lo referido a mis peripecias deportivas. Permitidme que me explique porque no quiero malos entendidos, que me conozco el percal: nado cual delfín, hago las transiciones como el más desorientado y torpón de los caracoles, corro como una tortuga centenaria y, por si no fuera poco, en ausencia de competición que poder llevarme a la boca, para sacarle todo su jugo y saborear el dulzor de la superación personal, este sábado pasado me apunté como figurante a un entrenamiento de esos para subir nota,.

¿Alguien ha probado alguna vez la cresta del gallo? Dicen que son un manjar culinario, pero a lo que yo me refiero es a subirse hasta lo más alto de ella...

Otra vez me veo en la obligación de dedicarle su ración de tecleo a la explicatoria, pues aunque pueda sonar a prueba estúpida de gymkana (¡subirse a la cresta de un gallo, nada menos!), servidor, que está en desacuerdo pleno con todo tipo de violencia -incluyendo aquella que pudiera practicarse contra cualquier especie animal, incluyendo la humana, ¡faltaría más!-, no sería capaz de semejante tropelía en contra del símbolo por excelencia del gallo kiriko y toda su estirpe. A mí me sacas de los documentales convencionales de la 2, con sus gacelicas Thompson y su parque del serengueti, y me pierdo más que Zapatero en una reunión con Bush. De hecho no tengo la menor idea de donde sacarán los gallos su característica chulería, para cuatro plumas que tienen, o si se rigen por el meridiano de Gringüich o por algún otro huso horario para la cosa de darle al cacareo.

En fin, que la Cresta del Gallo (en adelante, el "gallorolo"), con sus entre cuatro y cinco centenas de metros de altura (que no es que sea una altura para llevarse tetrabriks de oxígeno, pero que para un tío de huerta no deja de ser un monte que tira para arriba), es una zona de esparcimiento arborícola que obra de frontera natural para separar los reinos de Murcia y las llanuras con que sueñan las tribus cartageneras en convertir algún día en provincia. Para cualquier aficionado a la cosa del pedal, coronar esta mítica cima wertana es casi tan imprescindible como una visita al Santuario de la Fuensanta, por donde se ha de pasar al inicio de la ascensión reglamentaria.

Subir a la Cresta del Gallo. Si señor. Bonito reto para el último sábado del mayo más gris y lluvioso que recuerdo. Y como le tenía ganas desde aquel par de fiascos adolescentes, cuando tuve que abandonar sin poder llegar a lo más alto, por manifiesta incapacidad física, me dije que esta vez habría de ser la de la revancha. De paso, también, podría demostrarle a mis compañeros expedicionarios, sin excusas, mi valía en cualquier tipo de asfalto.

Por eso, a pesar de la pinta que tenía el día de estar aguardando nuestra salida para empezar a largar un jarreo inmisericorde, los cuatros decididos jinetes (entre ellos dos de hierro -Stani y Garban- y otro -Juan- que tiene madera de sobra), a las ocho y cuarto nos pusimos en marcha.

Como había ganas por desenvainar nuestros espíritus luchadores y empezar a darnos tralla en la subida, optamos por la vía más rápida, renunciando a darnos el paseito por toda la costera y sus interminables semáforos (con Garban y su caprichoso afán por descabalgar en todos los semáforos se nos hubiera hecho eterna la espera). Ahora que lo pienso, tal vez hasta demasiado deprisa, pues nada más empezar la primera rampa pude darme cuenta de que la musculatura de mis piernas había decicido continuar su letargo.

Entre el poco calentamiento y la osadía técnica de enfrentarme a la jornada escaladora con un 39/23, como si me uniera alguna relación de parentesco al mismísimo Contador, tuve el presentemiento de que aquello iba a ser duro. ¡Y en esto no me equivoqué!....

Conseguí llegar hasta el Santuario aparentemente intacto, pero por mi cabeza, y sobre todo por mis piernas, rondaba la idea de que algo no iba bien. No tardó en confirmarse la evidencia: la rampa de los Teatinos dictó sentencia. Por delante se marchaban "ilcapo" con su 27 y Juan, el hombre de los tres platos. Hasta Garban, con su personal estilo diesel, me iba dejando atrás, más que nada porque yo iba más clavado que el cristo de los maderos. Ni siquiera poniéndome de pie y cargando todo el peso de mi cuerpo conseguía que aquello avanzara, y el esfuerzo era descomunal... ¿resultado? ¡que si no echo el pie a tierra me hubiera terminado cayendo redondo!

Entonces, no sé si fue la vergüenza, o el medio plátano que engullí, pero volví a subirme encima de la bici y me puse a dar pedales. Delante, ante mi retraso daban por hecho -según me reconocieron al final- que me había dado media vuelta... pero no era el día para abandonar. Había sido una clara derrota, lo reconozco, pero no iba a arrojar la toalla: esta vez por fin lo iba a conseguir.

A mis compañeros les dió tiempo a hacer un picnic según creo, pero no me lo echaron demasiado en cara. Sabían de mis limitaciones "coronarias" y valoraron mi osadía. De todas formas, aunque hubiera perdido una minutada subiendo, bajando hacia Beniaján no hubiera sido el último, porque a Paco se le subían los caracoles en las ruedas. Ahí, lanzándome a tumba abierta con Stani y Juan, me pude resarcir y tener unas sensaciones agradables y, sobre todo, refrescantes.

El entreno acabó con una transición y carrera a pie de tres cuartos de hora por los Polvorines, nombre más que apropiado dado el lastimoso estado en el que terminé, más vacío que la cabeza de un extremista islámico.

Por suerte, con un domingo de asueto, practicando el arte de la barbacoa, y con una adecuada reposición de sales minerales en forma de inyecciones de cebada líquida fermentada y con su espuma correspondiente, vuelvo a pertenecer al género humano.

Lo dicho: ¡a la rica cresta!, que ya habrá otra ocasión de hincarle los dientes (del veinticinco para arriba, ja,ja).