miércoles, 29 de octubre de 2008

El regreso del "hombre esponja"

Aunque sólo sea para tranquilizar a las huestes de seguidores que tiene este mi pequeño reducto de literatura y golfería a partes iguales, y que se estarán preguntando sobre la localización geográfica de mi ser (o lo que es lo mismo: "ande pijo me metío"), permitidme esta pequeña anotación para poneros al día.

Y es que, el hombre esponja en que quería convertirme hace unos días empieza a rezumar, ¡vamos, que no doy a basto!... ¡cómo me gustaría ser un funcionario ejemplar y poder disponer de tiempo libre a cascoporro para desmelenarme en todos aquellos frentes que tengo medio olvidados!

Pero sigo aprendiendo, que es de lo que se trata. Sirvan de ejemplo unas verbigracias:

1) Ya he vuelto a montarme en una BTT sin que ello conlleve la pérdida de alguna que otra pieza dental para regocijo de odontólogos ávidos de clientela fija.

2) He conseguido aprender de errores pasados, básicamente que para no llegar arrastrándose a la meta, aunque sea en un duatlón sprint, hace falta entrenar y sufrir más, y a ello me estoy dedicando con sorprendente rigurosidad, tratándose de servidor, acostumbrado a no darle un palo al agua durante las largas semanas de entrenamiento.

3) Gracias a lo comentado en el punto anterior, el pasado domingo conseguí alejarme de la penúltima posición que consiguiera el pasado año en el Duatlón Cross de Cieza, mejorando notablemente mi marca, pero sobre todo mis sensaciones (y es nadie, salvo la campeona femenina, logró adelantarme a pie en el último sector -tampoco yo gané ninguna plaza, que todo hay que decirlo-). De ahí la notable alegría con la que arrivé a meta (véase en la foto adjunta ese pedazo de vuelo sin motor usando como única propulsión mis peludas y robustas piernas).

4) y en las sesiones de musculación de los jueves, en casa de Juan, ya hasta consigo levantar las pesas sin levantar la sonrisilla picarona de mis queridos compis, que se descojonan (y no sin razón) de mi subdesarrollado tren superior (hasta la parte del cuello, porque en lo tocante a la sustancia gris y a la envoltura craneal que la protege, creo estar mejor provisto).

Por último, mis queridos amigos e igas, como ya todos sabréis, porque ha habido "filtraciones", mi último compromiso adquirido ha sido el de encargarme del gabinete de prensa de la federación murciana de triatlón (técnicamente, por tanto, me váis a permitir que me autoproclame y presente como "jefe de prensa", dado que soy la persona a la que el presi de la federación ha dado poderes plenipotenciarios). Fruto de esta nueva ocupación ya me han publicado una crónica-resumen del Duatlón Cross de Yecla en el diario La Opinión, medio de comunicación con el que hoy mismo me he reunido, lo cual me hace mirar con optimismo ilusionado mi futuro "periodístico".



Hablando de optimismo, tened claro que este esponja-man seguirá absorbiendo experiencias propias y ajenas como lo hace el niño de teta, para conseguir los principales retos de esta temporada, mayormente aguantar este ritmo de entrenamientos, crónicas y competiciones (incluyendo una "V" y una "Z" en el camino). Todo lo dicho, sin morir en el intento.

sábado, 11 de octubre de 2008

LA ESPONJA

Se suele decir que los niños son como esponjas por su capacidad para absorber estímulos de todo tipo y aprender con desenfreno. Y eso le pasa practicamente a todos, excepción hecha de aquellos que, ¡angelicos!, tengan algún problema de desarrollo intelectual.

Luego, que todo esa cantidad de datos, sensaciones e ilusiones que reciben sean capaces de asimilarlas y archivarlas ordenadamente en el subterfugio de sus mentecillas algodonadas, ya depende de otros factores externos, como la educación que hayan recibido, la escala de valores que hayan visto a su alrededor y la leche (buena o mala) que hayan mamado. Por desgracia siempre habrá un porcentaje considerable de ellos que se convertirán en mamelucos descerebrados o perfectos descendientes de la gran ramera.

También habrá otro grupo de ellos que no evolucionarán apenas, siendo el único cambio que observarán en sus vidas el de tipo de esponja, pues pasarán de ser esas esponjas infantiles a esponjas adultas. ¿Y qué caracteriza a una esponja adulta? ... Pues la capacidad para absorber ingentes cantidades de líquidos con alta graduación etílica. Permitidme que no haga la bromita macabra sobre la terrible enfermedad que ha creado la más febril y enfermiza ansia económica de algunos ganaderos (más propio sería llamarles "gana-dineros"), que han terminado por volver locas a las pobres vacas, regalándonos, de paso, lo de la encefalopatía espongiforme y tener que prescindir del hueso en el chuletón.

En fin, que no digo yo que no tenga mérito haber entrenado al hígado para que sea capaz de filtrar una arroba de vino y media docena de cubatas de garrafón del tirón, pero es que, puestos a elegir, prefiero dedicarme a rescatar del olvido esa facilidad para el aprendizaje de la infante o púber esponja.

Lo tengo decidido. Este año, además de entrenar un poco más, quiero poner los cinco sentidos en aprender. Porque para algunas cosas sigo siendo un poco cabeza loca (¡cuanta razón tienes amigo Paco!), como les demostré sobradamente encima de la bici a mis compañeros de fatigas pedalísticas en nuestra anterior salida sabatina, en donde además de subir de escalafón en la globería obtuve galones de ornitólogo mayor (ya sabéis, por aquello de la pájara que cogí).

Por lo tanto, con la mano en el corazón, en lo sucesivo prometo poner más atención a vuestras enseñanzas, por lo bonito que es reconocer que uno no lo sabe todo (más bien no sabemos un pijo), por lo que se puede disfrutar aprendiendo y porque, en definitiva, sabe más el zorro por viejo que por zorro.

ADENDUM: Que nadie se ofenda por la última burbuja de sabiduría popular añadida. Ser viejo no es una enfermedad sino un estado del alma.

miércoles, 1 de octubre de 2008

A MÁS SUDOR MENOS LETRAS

No es que sea una regla científica, de esas que, como decía Espronceda en su canción del pirata, son en todo mar conocido, del uno al otro confín, pero a mí me vale casi lo mismo que la tabla del uno, y es que, a medda que se incrementa mi emanación sudorípara, se reducen casi en igual proporción mis efluvios literarios.

Es decir, que "contra" más sudo menos escribo, que diría el murciano de profundas raíces güertanas en su delicado y culto hablar.

"Afijaros" si será verdad, y es tal la cantidad de entrenamiento con que estoy fustigando mi cuerpecillo de aspirante, que ya no tengo ná más que contaros. ¡Ay, si viviera aún el bueno de Kafka y pudiera asistir a esta metamorfósis que estoy sufriendo!

Otro día que sude menos os contaré algo más. Aunque tampoco vayáis a esperar que os aburra detallando mis entrenamientos, ¡que yo he dicho que estoy sudando más que nunca, no que esté haciendo nada del otro jueves!