lunes, 20 de diciembre de 2010

POR EL CAMINO VERDE QUE VA A LA ERMITA

El pasado sábado me había abrigado como para acompañar a Amundsen a una expedición ártica, pero lo cierto es que sólo se trataba de hacer una salida ciclista.

Los otros cinco componentes de la grupeta que se formó camino de Torremendo (ruta que decidió nuestro guía espiritual, Stani) pedaleaban temerosos de que en cualquier momento pudiera ponerse a jarrear, casi tanto como que saliera de cualquier camino una panda de conductores borrachos de esos que todavía no había acabado la comida de empresas de navidad del día anterior. ¿Tal vez por eso decidieron poner un ritmo de esos que como no andes fino te quedas más cortado que siete lonchas de salami?...

Tal vez tendría que haberles tranquilizado haciéndoles saber que, en el bolsillo de mi chaqueta ciclista de invierno, me había llevado, amén de medio kilo de almendra molida y apelmazada en forma de barritas, llaves como para ejercer de sereno de media Murcia, y lo menos medio kilo de plátanos con el que se alimentarían el mono Amedio y los descendientes por línea materna de la mona chita, el amuleto definitivo para prevenir lluvias: el chubasquero.

Pero no lo hice (lo de tranquilizar a los forajidos de la bici a los que tuve, nuevamente, la osadía de acompañar, a saber: ese par de Campillos guerreros, el sin par Alejandro, más conocido como "el tío de los manguitos" o el triatleta que nunca tiene frío, Juanico y Stani, con sus dotes de "gepese" rural), y entre eso, y que Stani se había quedado con ganas de correr la BTT, tomamos las de Torremendo, parafraseando la cancioncilla popular: "por el camino verde, camino verde que va a la ermita".

Dice la canción que por el camino verde que va a la ermita, desde que tú te fuiste, lloran de pena las margaritas... Las margaritas no sé. Pero a mí me empezaron las ganas de llorar desde bien pronto. ¡Y eso que el camino no era verde sino azul!... Me estoy refiriendo a esa especie de carril bici que uno de esos gurús-ingenieros de caminos se ha marcado en paralelo a la nueva autovía que lleva a la playa desde Zeneta. Oye, que lo de "para-lelo" sirve como definición definitiva, porque hay que ser un poco gili para ir por ahí, sobre todo si la pintura azul pitufo que le han puesto al continuo y bárbaro sube-baja no es antideslizante, y no te puedes levantar para dar pedales si no quieres patinar de lo lindo.

Vamos, que entre lo duro que se me hacía subir, y el canguelo al bajar (porque encima había barro en los badenes, ya que el ingenieriete no había previsto que había ramblas que cuando caen 4 gotas sacan agua de los campos y embadurnan todo haciendo parecer aquello "el infierno del Norte" cuando estamos tan al sur), se me fueron la mayor parte de las fuerzas. Menos mal que cuando al fin cogimos una carretera en condiciones, alguien decidió que tampoco había ninguna alarma nuclear y llegamos hasta Torremendo sin demasiadas penurias.

En cambio, la vuelta, tras el almuerzo a las puertas de la gasolinera, ya sabía yo que iba a ser (como el resto de veces que he hecho esa ruta), un auténtico calvario para mi rala preparación. Menos mal que Stani me ofreció su rueda (si se la cogiera siempre que me la ofrece no tendría trastero para tener tanta rueda), y así, mal que bien, y sobre todo cuando la cosa tendía hacia abajo, pudimos dar caza a los que tenían prisa, que habían hecho una "R", un poco antes de llegar a Alquerías.

A la vuelta, aún me invitaron a dar unas vueltas por las inmediaciones del pantano de Santomera, para cubrir los ochenta kilómetros que tenían en el plan, pero Juanico (que tampoco iba para más fiestas) y este amigo del descanso, dijimos que ya habíamos tenido bastante con un pantano, y obviamos seguir sufriendo, aunque tampoco nos quitamos mucha pena, que el cuenta nos confesó al final que hicimos en torno a los 75.

La próxima que me inviten a ir por el camino azul, yo les cantaré los del camino verde, y me iré, si hace falta, por los cerros de Úbeda, que seguro que no están tan empinados, ni tienen tanto barro cuando llueve. De momento ahora, hasta nueva orden (o hasta el próximo año, ya veremos), me parece que voy a colgar los escarpines, por aquello de que los 2 próximos sábados (que es el día que vengo animándome a salir con esta peña que me dan tanta leña), son festividad del Señor. ¡Y yo no voy a ser menos -menos Señor, se entiende-!

domingo, 5 de diciembre de 2010

MENOS CLEMBUTEROL Y MÁS COLESTEROL. DE COMO SUBIR A BARQUEROS Y NO PERECER EN EL INTENTO.

No lo busquéis en la "wikilist". Es una propuesta casera, como el morcón de Lorca. Tal vez no se consiga una mejora espectacular en el rendimiento deportivo, pero puedo asegurar que la mejora en la satisfacción es notable. ¿No se trata de cuidarse? Unos escogen la vía saludable...
- ¡demasiado sacrificio para la poca gloria que hay para repartir! -me espeta mi subconsciente, apalancado en su nube de comodidad

... Yo me quedo con la otra vía: inyectarme en vena endorfinas saturadas de colesterol. El colesterol no tiene por qué proceder de grasas saturadas. También son las buenas vibraciones (gud vibreison -que hubieran dicho los bichboys-).

¿Qué tal si empiezo por el principio? Todas las paranoias tienen el suyo.

Ayer sábado 4 de diciembre, con un frío del que pela las orejas si no te las envuelves bien con una bufanda o una braga, me dispuse a salir a la aventura de dar pedales después de toda una semana sin haber pegado ni clavo en lo deportivo. Por delante ochenta kilómetros, aunque de incierta ruta y compañía, pues sólo sabía de antemano que iría en compañía del hijo del viento. Juan no pudo ser de la partida (¡siempre había querido meter este circunloquio tan habitual de las narraciones ciclistas!) por problemas de salud en el entorno familiar -confío en que puedan solventarse sin demasiada dilación-, pero allí estaban los Campillicos, además de Alejandro, ese triatleta de nueva generación que no conoce lo que es el frío y un par de amigos más de Santomera. Mayoría absoluta por tanto de santomeranos en el grupo de siete que formamos.

Alejandro, al que dedico con cariño esta entrada por 3 razones: porque no tiene aún blog, porque reconoció que era "el otro" que se atrevía a leer mi blog (aunque no concretó que tuviera el valor suficiente para llegar hasta el final de cada una de mis entradas) y porque confío en que cuando gane carreras se acuerde de que compartió ruta y rueda con globeros como yo, daba frío verlo vestidico con su maillot de un equipo gabacho y manguitos y perneras en lugar de un buen conjunto de invierno, que es lo a lo que invitaba el día.

Stani, en un gesto de apadrinamiento que demuestra el gran provecho que está sacando a sus denodados esfuerzos por dejar de ser un güertano que monta en bici, decidió que debíamos poner rumbo a Librilla para que Alejadnro, que tenía que hacer el test en la bici, contara con una recta para realizar el ensayo con unas mínimas garantías.

Allí todo el mundo guardaba sus cartas y afirmaba no estar demasiado bien, argumentando las más variopintas excusas, que no reproduciré pues el catálogo es amplio y de lo más surrealista, amén de fundamentalmente mentira. Casi parecía que iba a ser yo el que tendría que llevar la voz cantante, así que los puse a todos en fila de a uno... (jeje, esto es una licencia del autor en plan hipérbole que difícilmente podría darse, a no ser que pasásemos por un camino de medio metro de ancho y hubiera sido yo el primero en entrar).

Como iba diciendo, Stani se dedicó a adoctrinar a Alejandro, novato total en este tipo de mediciones. Lo único que faltó es que le pusiera el termómetro en la boca, y le diera un beso en la frente de buenas noches. ¡Stani! ¡pedazo de entrenador hay aquí para las futuras generaciones! ... ¡que bien se explica el zagal para ser de Monteagudo!

Fijaos si le quedaron claras las explicaciones a Alex, que en la recta después de Sangonera, por aquellas vías de servicio de Dios, puso la directa, llegando la prueba hasta los 42 km/h. ¡Y si no pudo conseguir más el bueno de Alex, como luego reconoció es porque la bici no corría más! ¡vaya crack el tío! ¡Menos mal que ya tiene encargaica la "Willem" -o como se ponga-, que es una burrica con diseño italiano de esas de carbono repujado! Ya veremos cuando deje su BH y se ponga a los mandos de ese torpedo si no rompe la barrera del sonido el zagaliquio.

Salvada la primera parte del test enfilamos hacia la Cola de Caballo, subida que a mi me gusta por la paz que se respira, aunque me deja baldaíco del tó, en donde debía hacer un par de repeticiones de 1 km. Como no podía ser de otra manera, Stani se paró para ilustrar a su pupilo con todo lujo de detalles. Los otros cinco nos tiramos para el monte, y como no podía ser de otra manera yo fui el primero en quedarme. La sorpresa fue que pasado el primer kilómetro me encontré descolgado a Antonio, uno de los santomeranos a los que no conocía y que había dado un petardazo del siete por haber empezado la subida a tope. Unas pocas de excusas por su parte después, me esperé con Stani a que Alejandró hiciera sus dos subidas.

El descanso me sirvió para tomar el "almuerzo" que llevaba en las alforjas, pero dado el frío reinante, también sirvió para que me enfriara y luego me costara volver a coger el ritmo hasta el cruce hacia Barqueros, que es donde se pararon a esperar los cuatro jinetes del Apocalipsis. Menos mal que Stani y Alejandro subieron a ritmo de globero hasta arriba, entre chistes malos de esos que parecían salidos de mi fábrica de chistes malos, que si no aún me están esperando arriba.

En Barqueros teóricamente terminaba la subida, pero resulta que la bajada de Barqueros hacia Alcantarilla es de las pocas bajadas en donde te encuentras unas subidas rompepiernas, con un firme en un estado bastante deplorable, lo que convierte el trazado en una trampa como le dé al personal por tirar, que es lo que pasó.

Con este escenario tenía todas las papeletas para pegar el gran reventón, pero ocurrió algo que no estaba preparado en el guión: fui el primero en tirarme para abajo. Los campillos no tardaron en pillarme y en dejarme. Hasta ahí nada extraño, pero por detrás tardaban en darme caza, y cuando lo hicieron o me fallaban las matemáticas o allí sorprendentemente faltaba uno... ¡pues si! estoy en lo cierto, me dicen que se ha quedado Antonio, ¡acojonante! Esto ha debido de ser otro cambio demoniaco de esos de personalidad y al pobre hombre le ha venido la pájara.

Yo, que sigo sin creérmelo, sólo pierdo diez escasos metros en el último repecho (ese que siempre se me ha atragantado cuando he pasado por allí), pero en la bajada se arma una zapatiesta que me corta un poco más, más que nada pensando en mis dientes. En cuanto bajan un poco el pistón consigo cazar y justo antes de entrar en Alcantarilla paramos a esperar al descolgado. Cuatro o cinco minutos después aparece y seguimos para terminar la jornada, no sin antes darnos un pequeño festival rodador hasta entrar en Murcia.

Después vendría, Stanti, tu felicitación velada y escrita, preguntando si el sorprendente golpe de pedal que parece que voy cogiendo se debe al clembuterol. Pero como ya te contesté en mi anterior entrada, creo que se debe a un atracón que me dí ayer de albóndigas del Ikea.

PD. Oye, pero no te creas que venían en una caja de esas donde vienen tan bien desmontados los muebles. Es que los suecos estos también tienen un mini super con productos suecos en la planta baja, pero tampoco te vayas a pensar que las cajeras son suecas de esas de las de Benidorm, ¡eh!

lunes, 29 de noviembre de 2010

¡CÁGATE LORITO! El día que la cagué en Lorca .

¡La he cagado!

Acabo de leer en uno de esos blogs imprescindibles si quieres llegar a ser algo en el mundo del triatlón que en próximas entradas tratarán sobre las variadas excusas con que suelen adornarse desde los pros hasta los más globeros para justificar sus malos resultados.

Aunque yo prefiero buscar explicaciones en lugar de excusas, tengo una duda razonable que puede parecer un galimatías ¿queda excusado el que en lugar de buscar excusa busca un excusado? ... ¿apasionante pregunta, verdad? Casi me siento tan orgulloso de haber desentrañado ese misterio como de haber mantenido en vilo a mis amigos aironmanes, a los que, por haberme pillado in fraganti un par de veces de buena mañana echando unas carreritas por los alrededores, hice creer que podía estar entrenándome en secreto.

Servidor, que tiene más dedos que sesiones de entrenamiento, había decidido ir a la media de Lorca a dar la cara, dado que mi estreno en la media de San Javier, unas semanas antes, había sido con cierta ilegalidad (amén de con una baja forma alarmante), suplantando la identidad de otro triatleta, cuyo curriculo he mancillado para los restos (confío en que el retoño de Eolo me perdone algún día por esos casi ciento diez minutos de trote continuo).

Tras un sábado feo y mojado, se abrieron los cielos ayer domingo, como si alguien hubiera reservado con antelación unas horas de buen tiempo. Hablando de excusas y visto lo visto, tampoco habría pasado nada si el señor de las tempestades hubiera decidido no tomarse el día libre, y soltar toda su ira líquida a la hora de la carrera, pero salió el sol, y aunque no me atacaron los caracoles gracias a que el circuito de la media era totalmente urbano (no como aquella primera vez en que el trazado discurría por los alrededores de la huerta de Lorca y hubiera sido arriesgado enfrentarse a hordas de seres babosos subiéndose por mis piernas dada mi reducida velocidad de crucero).

Pero la tormenta perfecta se estaba gestando. Ningún meteorólogo se lo hubiera olido, pero allí estuvo casi desde el principio. Hasta el kilómetro cinco ni el cronómetro ni el ritmo cardíaco parecíeron darse cuenta. Aquello era raro. De puro raro llego incluso a parecerme el mundo al revés: ¡el mejor IM murciano de todos los tiempos, Ramón García, animando como público, a uno de los más aventajados globeros del panorama triatlético murciano cuando lo normal hubiera sido al revés!...¡muchas gracias, Ramón!

Pero la extrañeza se tornó en molestia, y la molestia en apretura, y la apretura, ¡en fin!: en cagada; pero no en la que resulta sinónimo de torpeza (aunque también resultó torpe no haber pasado antes por el "control de firmas"). Allá por el quince no tuve más remedio que deponer. Sí, depuse las armas un par de minutos, abandoné el trazado oficial establecido, con el consiguiente riesgo de descalificación que ello implicaba, en busca de un paraje o rincón en el que poder deshacerme de parte del exceso de equipaje del que no había conseguido desprenderme de forma reglamentaria.

No sé si os habrá parecido demasiado escatológico, pero a mí me resultó liberador. En cuanto conseguí recuperar un poco el ritmo disfruté de un par de kilómetros gloriosos rebasando a buena parte de los corredores que me habían adelantado en ese par de minutos de desalojo intestinal. Pero la gasolina se me acabó antes de tiempo. Se vé que pisé más de la cuenta el acelerador. Y entre eso y que los puestos de avituallamiento líquidos los habían recogido con premura (digo yo si no sería para evitar que ese poco más de un centenar de sufridos corredores que luchábamos para llegar a meta sin tener que tirar de camilla pudiéramos causar una agudización de la sequía), llegué a la meta más tieso que la mojama.

Eso sí, en la postmeta cumplí como un campeón, no como algunos aironmanes que mucho hablar de cervezas y demás, pero que luego, en un ejercicio de profesionalidad desmedido, se excusan en no sé que estechamientos esofágicos para evitar la ingesta de alcohol o productos cárnicos de chato murciano embuchados y con un toque impecable de plancha, ¡hmmmm que buena estaba la salchicha, por favor! ¿por qué no pondrán de esto en los avituallamientos?

Pues eso, que aquí sigo. A Torre Pachecho, dentro de dos semanas, como no sea a recoger melones, no sé a qué voy a ir. Y como para melones ya tengo bastante conmigo mismo, va a ser que paso palabra, y ya veremos cuando reaparezco. A ver si por fin consigo que quien corra sea yo, y no un holograma que se diluye a partir del quinto kilómetro. ¡Va a resultar que voy a tener que entrenar un poco y todo!

miércoles, 20 de octubre de 2010

Cambio de cromos

¿Quién no se acuerda de aquellos maravillosos años de la infancia cuando además de sorber mocos como locos nos dedicábamos con afán desmedido a buscar los cromos que nos faltaban para completar el álbum?

Llegabas cargado al colegio con una mochila que parecía que te ibas a la guerra, ¡pero bien poco importaba!... porque en una mano llevabas el fajo de cromos o estampas repetidas con la intención de conseguir un acuerdo comercial satisfactorio y tan sencillo como el simple ejercicio miccionador: tú me das esa que yo no tengo y yo te doy esta que tú no tienes.

Eso, claro está, siempre que no tuvieras la gran fortuna de tener un cromo de los difíciles, de esos que nadie más tenía, lo cual, en consonancia con las capitalistas leyes de la oferta y la demanda te convertía en un privilegiado, y te daba el derecho de exigir no ya una, sino una cantidad astronómica de cromos diversos a cambio. ¡Seguro que así empezaron a hacer fortuna los Diezferranes de la época!

En fin, que se me va la mano con la nostalgia, y no venía yo aquí a hablar del pasado, porque lo que yo quería hacer era calibrar el presente más candente, ese que demuestra que el mundo ha cambiado poco, por mucho que nos empeñemos, y que en la política se siguen utilizando las artes "birlibirloquianas" de toda la vida, el escapismo en plan salvaje, el "nada por aquí, nada por allá". Y oye, que aunque parezca mentira, ¡sigue funcionando!

Basta con remover un poco los ministerios, un cambio de carteras, tan inexplicables todos como que a Mouriño le diera por poner a Casillas de delantero centro y a Cristiano Ronaldo a rezar padrenuestros en el banquillo. Pero oye, ¡mano de santo!

- ¡esta es la alineación buena! -se deja decir el bueno de ZP
- ¿y te das cuenta ahora, cacho carne con ojos? ¡que ya llevas unos añitos moncloando! -dan ganas de decirle a mesié le presidán de los pactos
...
- ¡y eso de poner a un sindicalista de pro, de los que ha participado en la reciente huelga por la reforma laboral como ministro de trabajo!... ¡chapó! ¡eso es hilar fino, si señor!... casi tanto como si pusieras a Hitler de chófer en un autobús con jubilados judíos

- ¿Y qué decir de lo de prohibir el tabaco en todos los bares? ¡ahora que algunos de ellos -los más tonticos- se habían gastado los dineros para separar la zona de fumadores de la de no fumadores! ¡toma premio del gordo en forma de gasto inútil para los que han molestado en cumplir la anterior ley donde no hubo huevos a hacer como en otros países europeos y prohibirlo todo de golpe y no a plazos! ¡hipotecados, que sóis unos hipotecados!

Una pandilla de mafiosos torpes es lo que sóis... ¡si, si! ¡pero no os riáis los de la oposición ni os pongáis gallitos que estáis todos cortados por el mismo sastre -que bien podría ser el mismo de Camps-!

A ver cuando la Divina Providencia nos regala un presidente en condiciones, como el que tienen en Italia, ¡ay, eso si que es un presidente!, que si le dicen que se vaya a su casa a él le entra la duda y la pone en conocimiento de todos los suyos pidiendo aclaración para que le digan a cual de sus 22 casas ha de irse... ¡ay, Berlusconi de mi vida! ¡tú si que eres grande!

PD: lo que si te tengo que agradecer, maese Zapatero, es que con tus cambios ministeriales hayas acallado un poco al gentío que no dejaba de hablar de las realezas populares, ¡vamos, de la Esteban! Aunque la verdad es que no sabría decirte bien que es lo que más me rechina los oídos: si la zafiedad de los programas rosas o los capullos de la política (rosas-capullos, que bien hilado todo ¿verdad?)

jueves, 7 de octubre de 2010

UN NUEVO VALS

Con lo que me gustan a mí los juegos de palabras ocurrentes, me lo han puesto fácil estos húngaros, porque por culpa de una bals...a van a tener un nuevo vals al que van a llamar poco más o menos "el Danubio Rojo".

La cosa no es de guasa. La mancha o mareja roja que están intentando contener en Hungría no tiene nada que ver con la que formamos en sorprendente piña todos los aficionados españoles en el pasado mundial alegrándote del éxito de nuestra España futbolera -¡qué pena, por cierto, que no haya la misma entente para los temas políticos y pudiéramos tirar juntos de una vez por todas en la misma dirección en lugar de seguir siendo tan majaderos como siempre con lo de las autonomías, los toros y las guerras de colores!-.

Sorprende que con los arquitectos e ingenieros que tiene el feisbuc no sea posible levantar una especie de barricadas, ¡pijo, que llamen a Jesús Samper o a la cúpula de Urbanismo de nuestro querido,y cada vez menos "excelentísimo", Ayuntamiento de Murcia!... Ellos en menos de lo que tardan en sacar la pluma (la de escribir) y echar una firma aprobatoria de un megaproyecto ladrillero -echando de paso cemento encima a media güerta y a todo lo sospechoso que haya que ocultar-, lo mismo levantan un dique de dimensiones galácticas con su docena de buenas rotondas y resuelven el problema.

Pero no. La mancha roja por el vertido tóxico de deshechos de aluminio avanza peligrosamente hacia el Danubio. En nuestra Murcia, la mancha roja que debería avanzar sería la del rubor y la vergüenza en las caras de los imputados por todas las presuntas corruptelas que están destapando, ¡y yo que pensaba que el olor malo que había en el Nueva Condomina era de una explotación porcina cercana! ¡que me disculpen los cerdos!... ¡los de comer!... ¡los que van aprovechándose aquí y allá para amasar fortuna que se las apañen como puedan!... Aunque claro, con el poco tino de los jueces poniendo fiancillas que más parecen propinas en los bolsillos de esta pestilente peña de mafiosos, chupasangres y descoloridos caretos, tampoco creo que tengan muchos quebraderos de cabeza para apañárselas. Lo difícil es que se apañe todo el personal que está en paro para llegar a final de mes, pero esa ya es otra marea roja que está pendiente de llegar.

De momento la huelga, con tanto sindicalista chapucero y oportunista, no ha cuajado como debería. A ver si nos vamos fijando en el país vecino, que ya van por la tercera o cuarta porque les quieren subir la edad de jubilación ¡¡¡hasta los 62 años!!!... y aquí siguen apretando la tuerca. Digo yo que algún día tendrá que romperse y entonces ya veremos si hay lodo tóxico o si hay que colgar de los testículos a más de uno, lo mismo que ahorcaban a los forajidos en el far-west, sin juicios rápidos ni tantas gaitas legales, que lo único que hacen es dar vidilla, amparo y cobijo a toda la chusma, por muy pija que sea.

domingo, 26 de septiembre de 2010

FALTA DE CHICHA DEPORTIVA

Al que más, al que menos, seguro que su madre, su abuela, la nani, o quien le diera de comer en su tierna infancia, le diría aquello de que se comiera la "chicha". La chicha, por antonomasia es la sustancia. Por tanto, la consecuencia de la falta de chicha no puede ser otra que la falta de fuerzas.

Pues en estos días prehuelgosos así es como me siento yo, en lo metafórico y en lo deportivo. No sé si es que mi cuerpo está ya de huelga, o es que con una agenda tan apretada de eventos infantiles (no, no es que a mi pequeña la tenga que llevar a saraos varios -que ya llegará su día-, sino que reclama la presencia de su "pa-pá", y claro, tampoco es plan de decepcionarla con tan tierna edad, ¡ya tendrá tiempo de darse cuenta de que su padre es un chicha floja al que le tiemblan las piernas tan solo de pensar que para hacer una triste maratón hay que hincharse a entrenar!).

Otros (bueno, en realidad sólo un "otro" que yo conozco), está en capilla de su viaje a Hawaii -¡enhorabuena Ramón!-), y los más han levantado ya la persiana del entrenamiento, como si de una droga o religión se tratase.

Mi chicha y yo, de momento, según lo comentado, y a pesar del esfuerzo que he realizado algún que otro día de madrugar para salir a trotar un poco (no hacía yo esto desde hace una "porrá" de años), con el cambio de estación y un resfriado que ha venido de regalo, nos encontramos un poco a la espera de acontecimientos, para ver cuando florecerán mis ganas y si le puede el sueño metafórico al cansino sueño de todas las mañanas, y termino fijándome un día de febrero para ir a Sevilla y olé, ¡Torre del Oro!

miércoles, 25 de agosto de 2010

SUEÑOS A RAUDALES Y CAJAS DE CAUDALES

Como el rincón del alma, del que hablaba el poeta, lo tengo lleno de chismes y sin barrer, los últimos anhelos los he guardado en una caja fuerte, para que no se me escapen ni nadie me los robe.

¿A que es poético a más no poder?... Ya iré quitando el velo de la poesía conforme me vaya asentando para contaros en qué consisten los anhelos-sueños-proyectos de la nueva temporada, que con eso de haber vuelto hoy al curro, ¡¡¡cinco meses después!!!, me encuentro así como raro, sin terminar de encontrarme, aunque suene paradójico.

Pero ya que hablo de cajas fuertes, me estaba preguntando si el tipo que inventó el armatoste de marras pagaría mucho por el "copirrín", porque conforme las cosas que pasan en este mundo de corruptelas, y teniendo en cuenta que las polícias locales no persiguen por esta causa a los subsaharianos por las playas, como si fueran conejos o como si no tuvieran otra cosa más importante que hacer, ¡con la de delicuentes que hay!...

Con un poco de ojo y un par bien puesto, ni tan siquiera se tendrían que molestar en pasar calor, pateando las calles, que gran parte de la chusma están a buen recaudo ejerciendo de concejal, arquitecto municipal o incluso gran jefe consistorial. Bastaría con que montasen guardia a las puertas del Ayuntamiento y esperaran a verlos salir con las bolsas de basura, al estilo Muñoz.

Después de todo, el ex de la Pantoja debe sentirse orgulloso de haber marcado estilo. Y si no que se lo digan a Paul Shin Devine, un ejecutvo de Apple d 37 años, que está acusado de espionaje industrial según revela hoy la prensa internacional. Al parecer el fulano, tampoco quería que se enriqueciera injustamente el inventor de las cajas de caudales y prefería guardar los 150.000 dólares que han encontrado en su casa, ¡en cajas de zapatos!... ¡Vamos que trabajar en una empresa de las puntera en tecnología y no tener en casa un enfriador de billetes o un microondas para seguir cociendo el negocio en moneda extranjera! ¡¡¡A este tío le daba yo con la zapatilla!!!

Todavía no conozcon a nadie que falsifique cajas fuertes ni nadie que las venda a cinco "leuros" en los mercadillos. Pero conforme se está poniendo de difícil eso de vender cedeses pirateados no me extrañaría que se lo estuvieran pensando, ¡que queda muy cutre lo de guardar tanta pasta de forma tan chabacana! ¡un poco de elegancia por lo menos! ¡que lo que priva ahora es el estilo Camps! Y si no al tiempo.

Ladrones si. Que si no, con la de paro que hay ya, se nos quedan los policías sin trabajo. Pero de guante blanco y con imaginación.

lunes, 16 de agosto de 2010

Agua fresca de Rosas

Aunque soy consciente del riesgo que entraña titular, a estas alturas, una entrada de mi blog con el nombre de una fragancia, tranquilidad y buenos alimentos, que no estoy en proceso de "gutización", ni se me ha ido la pinza para Turquía como al de la rubia y pija melena, ni me he vuelto de repente un Adolfo Dominguez cualquiera.

La cosa tiene que ver con la cosa triatlética (o con esa especie de modalidad deportiva que yo practico de vez en cuando), y es que, para ser agosto, estoy que me salgo.

Hace unos días, después de llevar varias semanas tirado en la playa, a base de cervezas y tapas varias, eso de que estaba que me salía era una descripción fidedigna de cómo estaba mi barriga. Pero a día de hoy, después de haber denostado de mi dieta la cerveza y sustituirla por el agua corriente, y de haberme autoinfligido varias penitencias en forma de tiradas a pie largas y cansinas como sesiones parlamentarias, para lo penoso de mi estado, resulta que casi me encuentro en plena forma, algo no demasiado complicado si tenemos en cuenta que mi pico de forma se asemeja, en el mejor de los casos, al de un gorrioncillo recién salido del cascarón, nada que ver con los de mis amigos y colegas aironmanes, a los cuales se ha unido recientemente Jesusico, el niño camaleón, que se ha "im-bautizado" en Ratisbona, allá por las Alemanias del pulpo nada menos: ¡felicidades amigo!

Volviendo a lo de mi estado de forma y a lo del agua de Rosas, me dejaré ya de circunloquios, a los que ya sabéis que soy adicto, para daros cumplida cuenta de mi últino fin de semana acuático en la bahía de Rosas (Gerona) -por más que los catalanoparlantes se dediquen a cambiar las vocales de sitio y denominen Roses al bello pueblo ampurdanés y Girona a la última provincia del litoral mediterráneo español antes de adentrarse en suelos galos-.

Dos travesías a nado en dos días consecutivos podrían parecer mucho, pero es que, sumando ambas, la distancia recorrida fue de unos 2 kms. únicamente.

El sábado 14 de agosto participé, como ya hiciera el pasado año, en la Travesía Local, cuya distancia habían incrementado este año hasta los 700 metros. Salí del agua tan encantado que, hoy por hoy, me estoy pensando seriamente empadronarme aquí para lograr el éxito natatorio. Y es que, este menda, un tipo de secano, un nadador de una sola velocidad incapaz de nadar el kilómetro por debajo de los veinte minutos, así le muerda un tiburón en el culo, si optara por la nacionalidad catalana (no sé si el tener un sobrino catalán me daría derecho a disponer de la doble nacionalidad, tendré que consultarlo con el buen señor Mazón, abogado tocahuevos de profesión) empadronándose en Rosas, resulta que tanto el pasado año como éste ¡¡¡habría conseguido ganar trofeo en mi categoría!!! ¡manda cojones de palmípedo!

El año pasado fui 2º en la categoría M35-39 y este año he quedado 3º en M40. Pero al ser una travesía local, además de no dar ni un triste botellín de aua al terminar, me han dejado sin trofeo. En la general, el 38º de 88 participantes, incluyendo niños (no valen las risas, porque la mayor parte de los infantes llegaron por delante).

Ayer domingo 15, día de la Fiesta Mayor, se celebraba la LXXIV edición de la Travesía al Puerto de Rosas, prueba open, con un recorrido de 1350 metros. A pesar de no haber premios económnicos, aparecieron nadadores de clubes de natación de la provincia como si fueran caracoles y acabara de llover.

Casi 200 participantes, y viendo la clasificación, hasta mi puesto (rondando el 150, con un tiempo de 29'36') había pocos que no pertenecieran a tal o cual club. Vamos, "pofesionales" del agua.

En general la experiencia ha sido positiva. Lo de tirarse el último al mar desde el espigón del puerto ha tenido el efecto reconfortante de ir siempre adelantando gente, aunque también me topé con la sorpresa de lo fresquita que estaba. Además, las leches esta vez las he dado yo, ahí, en plan veterano, marcando dominios marinos. Lo único, si acaso, es que no consigo afinar el sextante marino para conseguir ir en linea recta. Creo que ya sé qué hago con las "eses" que, como buen murciano me como cada vez que hablo... ¡las hago en el agua cuando nado!

Lo dicho, el honor a salvo, sobre todo porque conseguí salir por delante del participante que tenía una sola pierna. No sé si sería a él al que le dí las leches.

viernes, 23 de julio de 2010

El día en que Güinidepú convenció a Jelokiti para irse de marcha

Algún día tenía que ser. La infancia no puede ser eterna, aunque deberíamos procurar entre todos que nadie se quedara sin ella -de este tema se habla mucho con la boca grande, pero luego hacemos cosas muy pequeñas-.

Y es que ya le iba haciendo falta a Güinidepú dejar de comer miel en el bosque de los cien acres, que aunque no lo hubieran dicho, tenía a las abejas de los contornos hartas de fabricar y fabricar miel como si no costara, y a puntito mismo de llevarlo a los tribunales por apropiación indebida, por abuso de poder o por cansino, a saber.

Me he leído la biografía del personajillo éste, con su simpática barriga y su carita de no haber roto un plato en su vida, ¿y qué queréis que os diga? ¡que sí! ¡muy de Walt Disney, que fue quien descubrió el filón! ¡pero ya empezaba a cansar!

Menos mal que ha llegado la Jelokiti esta, que tiene unas pintas de moderna y de consumista que se caga la burra, y se lo ha llevado de marcha. En el fondo hacen buena pareja: el uno un setón y la otra una pija, ¡ale, a crear osigatos para este mundo que además de no trabajar siempre querrán ir de punto en blanco!

¿No os ha pasado alguna vez? ¡menuda decisión! ¡momentazo ese de tu vida en el que te haces o del Madrid o del Barsa! ¡de Nike o de Adidas! ¡de Lancome o de Bulgari! ¡de Moris Lacruá o de Festina! ¡del Zara o del Berska!... ¡vaya camino de espinas! Con razón se habla de lo duro de esta vida.

Pobres niños, ni se imaginan lo que les espera. Se volverán locos y no terminarán nunca de decidirse si prefieren ir con la camiseta del osito Güini, o con el top de la Jelokiti... ¿y qué decir del Pocoyo? ¿y cómo olvidarse del amarillento y esponjoso Bob y sus amigos acuáticos? ... Y en cuanto seas mayor de edad infantil y manejes móvil, un presupuesto semanal superior a la renta percápita anual de siete poblados africanos, y te muevas con soltura diciendo lo de "tía" no sólo a las hermanas de tus padres, ¡a tontear con la Jana Montana de turno y sus cientos de tonterías sacacuartos del merchandising!

Por eso me alegro de que Güinidepú haya madurado y deje de ser un amuermado. Hay que empezar a salir un poquito más, que ya vas teniendo una edad, amigo Güini. Aunque no pienses por ahora en buscarte la independencia, así en plan Estatú ni nada de eso, que tampoco hay que irse al otro extremo. Tú con moderación, como la juventud moderna, una especie de tercer grado: todo el día en la calle y sólo vuelves a casa a dormir.

lunes, 5 de julio de 2010

ACORRALADO

No tengo los biceps de Stalone, y en el "cuerpo a cuerpo" (face to face, que dirían los anglos) creo que dispongo de un poder de diálogo considerablemente más consistente que el referido musculitos (algo que no es demasiado difícil teniendo en cuenta que de parlanchín aún no le han dado un papel al amigo Silvestre), pero la verdad es que me siento un poco ACORRALADO últimamente, con tanto aironman a mi alrededor, de gentes con las que he tenido el honor de compartir tantos buenos raticos -de los menos buenos me olvido, ¡que se note que soy selectivo, que para eso aprobé en su día la selectividad!-: Stanis, Juan, Campillico, Mitxel, José Pascual, y en breve Jesús, y Pepe porque no le dan las horas del día preparando sus guisos, que si no también lo teníamos ya).

- ¡Coronel Truman! ¡Coronel Truman! ¡que vienen los charlis! ¡no siento las piernas!

Y digo yo que es bastante normal no sentir las piernas, sobre todo después de marcarse un IM. Me cuentan los que lo han vivido que los días siguientes al gran día le darían un beso en los morracos al invento del pasamanos y las barandillas, gracias a los cuales pueden subir y bajar escaleras reduciendo el riesgo de desmorrarse para regocijo de las clínicas odontológicas. Yo, que soy más blando que un paquete de mantequilla en los Monegros, he notado esa sensación (la de no sentir las piernas) con bastante menos, por lo que no creo que en esta vida salga en post del "sueño férrico", por mucho que me insistan en que yo podría acabarlo, aunque fuera en 15-16 horas.

Precisamente en lo referido a esto de los tiempos, los hay que opinan que eres de hierro acabando un IM, y otros, más exigentes, que los únicos finishers son los pro, los que rondan las 8 horas, un poco como para no desmitificar la gesta. Pero digo yo que todos no podemos aspirar a ser Nadales del triatlón. La forma que yo encuentro de colaborar en esto de no quitarle "glamur" a cruzar la línea de meta de un IM es decidiendo que no es para mí, que en el hormiguero global en que vivimos, cada uno tiene su cometido, y el mío, por más que me gustara poder presumir de chapa es otro.

Eso no significa, empero, que servidor no vaya a seguir con sus globerías, pero sólo a "media jornada". Vamos, de medio IM "tólomás", en plan superviviente de Elche. Aunque no descarto aderezarlo algún día (no muy lejano) con un asalto a la Maratón, a poder ser sin tirar mucho más de cuatro horas.

Por tanto, amigos tris, ¡seguid acorralándome de metal!... ¡me encanta ilustrarme con las experiencias aironmaníacas de mis amigos! Yo escucharé atento vuestras historias, hasta que el alcohol de la cervecica que ha de acompañar irremediablemente tales narraciones, secuestre mis sentidos y me lleve a ese mundo onírico donde todo es posible... Alicia estará allí, con el león, aunque yo seré un poco como su amigo el de hojalata, propenso a oxidarse con tan ralo entrenamiento como el que suelo practicar.

lunes, 7 de junio de 2010

Un globero "Olímpico" en LOS ALCAZARES o el de las caracolas

Seguro que alguna vez os habréis puesto al oído una caracola de mar, intentando escuchar el rumor de las olas... a mí el otro día, escuchando el crujir de sus primos los caracoles terrestres (véase mi entrada anterior), no os lo dije, pero se me antojó escuchar cantos de sirena. No me refiero a los míticos cantos de la sirena de mar, esos que sólo algún marino de toda la vida o algún pariente de Nemo habrá escuchado, sino a los de las sirenas de las ambulancias, cuando se llevan a toda prisa a algún descerebrado para que se harte del "aquarius" intravenoso de hospital.

Y es que ya lo venía yo barruntando en voz baja para mis adentros para que no me oyeran los de mi entorno y se pusieran pesados intentando hacerme abandonar antes siquiera de empezar con el "disfrute-penitencia":

-¡que un olímpico es mucho olímpico para un globero que se ha abandonado a los vicios propios a los que obliga el cuidado de un bebé! -me decía mi conciencia harta de tomar cervezas para ponerme sobreaviso-

Porque lo que está claro es que no es lo mismo practicar la natación en la piscina, que hacerlo amarrado a un quintico de cerveza con su buena tapa de ensaladilla enroscada a una rosquilla, por mucho que aquí en Murcia la llamemos "marinera". Yo calculaba que podría salir del agua después de 32 ó 33 minutos salpicando espuma, pero si hacer ese pedazo de "marcón" para recorrer 1500 metros no tiene el menor mérito, salir del agua en 36 minutos ya es para pensárselo.

Como creía haber visto adelantándome por encima del agua a la mayor parte de los gorros rositas de las chicas que habían salido después de la salida masculina, ver aún unas cuantas bicicletas colgadas en boxes me quitó el inicial mal sabor de boca (aunque esta vez no era figurado porque a la salida había un lodazal con unos olores...). Ingenuo de mí pensaba que, habiendo hecho sólo los 20 kilómetros del triatlón de Cartagena desde el palizón de Elche, mis piernas se acordarían remotamente de que era capaz de pedalear de seguido y acoplado -aprovechando que el recorrido era absolutamente llano-...

No tardé en darme cuenta de que aquella no iba a ser tampoco mi tarde. Y es que la ecuación no falla: globero sin entreno, pájara de pleno. En mi caso si le sumas que en las pruebas vespertinas, mis fuerzas me fulminan... pues la cosa quedaba clara: tocaba tarde de pasión, que para el caso eran 40 kilómetros en bici y luego 10 a pie de penitencia por el paseo entre Los Narejos y los Alcázares, oyendo rumores, pero no de caracolas, sino del público que me miraba con lástima. Yo creo que de haber ido estirando la mano pidiendo un euro para pararme a tomar un aquarius en los chiringuitos de la playa, tendría para irme de vacaciones bien lejos donde nadie me conozca y pudiera señalarme como el que arrastrando sus lorzas yendo de aquí para allá y de allá para aquí, como si le fueran a dar algún premio.

Pero no adelantemos acontecimientos. Me había quedado saliendo en la bici e intentando ponerme a un ritmillo decente, que no bajara de los 30 km/hora, sopena de incurrir en otra tarjeta amarilla por escaso régimen de revoluciones que acabara con mis intenciones de finalizar la prueba (no sé si existirá este delito en el triatlón, pero manda huevos que cuando llegara a mi bicicleta tuviera un papelillo escrito a mano con el alentador texto que sigue: "tarjeta amarilla por dejar la mochila").

Total, que adelanto a una de las chicas... bueno, parece que esto marcha... ¡joder, que viene un grupillo que me va a doblar! ¡esta es la mía! ¡ahora me pongo a rueda y a vivir como un líquen chupando del árbol!... ¡¡¡los cojones del mono Amedio!!!... precisamente los que me faltaron para poder aguantar a cola del grupo (que debía de ser de los de delante) y que rodaba por encima de los cuarenta y a base de tirones...

De haber llevado un metro podría haber medido con exactitud lo que aguanté, pero estimo que rondarían los cuatrocientos o quinientos metros. Como veréis, además de escaso conocimiento y mucho atrevimiento, no se me caen los anillos reconociendo mi manifiesta incapacidad de seguir una rueda, algo que me retrotrae a mis primeros duatlones, cuando tenía que pegarme a solas contra el viento. Pues si, esta etapa que yo creía superada volvió a presentarse con toda su crudeza la tarde del sábado; la moraleja no puede ser más evidente... si ya hasta Esopo lo sabía, ¿o acaso no le dijo el cuervo al zorro que pedaleaba:

"entrena, globero, entrena,
otro remedio no te queda
si quieres ir a rueda" ?

No sé si el esfuerzo de utilizar la rima para esconder mis trapicheos con el hombre del mazo servirán de algo o ya me habréis calado como me hizo el susodicho. A partir de ahora en lugar del tópico nombre del argot ciclista, a este momento tan desagradable en el que las fuerzas -si es que acaso las tenías- abandonan la nave de tu cuerpo, yo lo voy a llamar "el tío de las caracolas", sobre todo porque es difícil en tal tesitura seguir la línea recta.

¿He dicho ya que me quedé de rueda de un grupo? ¡pues toda la tarde fue como un "dejá-vu"!... grupo tras grupo (no me daba tiempo de contar el número de tris que los integraban, pero alguno superaba la treintena) me superaban, y me dejaban lastrado... me sentí como cola de cometa cósmico, zarandeado por las estelas de viento que sembraban los alocados competidores en sus veloces pasadas...

Para que no fuera un bucle sin fin, creo recordar que fue al comienzo de mi tercera vuelta (cuarta para la mayoría) cuando me adelantó otro grupo que iba cerrando mi compañero Antonio Guardiola, con su capricho italiano de dos ruedas. Ni que decir tiene -el señor de las caracolas es testigo- que lo intenté, que intenté pillar rueda, y que aguanté algunos segundos, pero tuve que refrenar los impulsos eléctricos de mi mente porque las piernas seguían a lo suyo, en plan verano azul. Así que me conformé con mirar como se me escapaban. Decidí volver a intentar acoplarme y coger ritmillo por mi cuenta, porque aquello había que acabarlo. Y cual fue mi sorpresa cuando veo que Antonio y el último tri que cerraba el grupo se quedan. Antonio empieza a mirar para atrás y a mí se me enciende una luz. Creí recobrar fuerzas... ¡no podía ser! ¡¿me estaba esperando?!...

- Pues oye, tendré que acercarme aunque sea a decirle que no pierda su valioso tiempo, que yo voy recogiendo los cachos que se me van cayendo...

Y comienzo a pedalear y a recortar los doscientos metros que me llevaban, y sorprendentemente los alcanzo... y no sólo eso, sino que poseído o abducido por un extraño fenómeno que me ha hecho recobrar fuerzas (deduzco que será la reserva que aún no había desprecintado), me pongo a tirar del triplete... ¡c2c! ¡que no se diga! ¡si hay que morir que sea con las botas puestas!. Creo que fueron los ¿cinco-diez? únicos minutos en los que disfruté sobre la bici... ¡por fin podré decir que he dado relevos a un compañero que me sacó en meta más de media hora! ¡y hasta dí de beber al sediento porque me pidió de beber y yo le presté uno de mis bidones, que para eso vestimos los mismos colores! Pero lo más apasionante no fue eso. Creí entender que me decía algo de una caída, y por el ruido que le iba haciendo el cambio deduje que se habría caído y que por eso se hallaba en éstas, y que por eso los relevos que me daba tampoco es que fueran demoledores... Pero lo más acojonante es que el tercero en discordia del minigrupo (y que según la clasificación final he podido ver que me sacó más de cuarenta minutos) no asomaba el morro, supongo que porque no quería despeinarse...

Total, que finalizando la tercera vuelta nos alcanza un grupo, y el referido "chupón" pega un salto y se pega como una lapa por delante (no sé si me miraría con malos ojos por haberlo llevado a tan escaso régimen de vueltas...), ¡ole!¡ole! ¡y ole!... no diré el pecador, pero sólo diré que tiene bastante más veteranía que un servidor, como pudo demostrar sobradamente aprovechándose del esfuerzo de un globero tan poco curtido y tan poco sobrado de fuerzas como yo. Sólo espero que le haya dado un poco de vergüenza al ver la clasificación y comprobar que estuvo chupando rueda a uno de los últimos...

A Antonio también le perdí el rastro. Supongo que recuperaría fuerzas y conseguiría integrarse también en el grupo que nos pasó... Yo bastante tuve con terminar. Y he de reconocer que la última vuelta entera la hice a rueda del bueno de Tomás, un veterano de Cehegín, con el que suelo coincidir (ya llegamos juntos en la bici en Cartagena), pero que luego a pie me da pastillas para el pelo. La cuarta vuelta le relevé lo que pude, pero en la última le pedí disculpas porque no podía más después de un último y nuevamente frustrado intento de coger rueda a otro grupo que nos pasó. Al menos creo que él tuvo claro que no estuve aprovechándome de su rueda para luego ganarle a pie, ya que terminó sacándome diez minutos.

Del último sector, por no extenderme más (que bastante martirio habrá sido ya para los incautos y desdichados que estábais ansiosos de conocer mis penurias de globero olímpico), o por simple vergüenza torera me váis a permitir que sólo os cuente los últimos 100 metros, que fueron los de correr más alegre, pues con anterioridad a la recompensa del paso por la línea de meta gocé del inmenso placer de ver a mis dos niñas, con la pertinente e inevitable parada-beso con que las agasajé. Mi pequeña era la primera vez que veía a su padre de esta guisa, y tengo la sensación de que le dió bastante igual... ¡cachis! no sé si podré hacer de ella una campeona olímpica; por mi parte tengo claro que lo único olímpico que voy a tener es el dolor de todo que me aqueja desde el sábado, y el insomnio de la noche, no sé si debido a que las agujetas estaban tomando posiciones (por suerte las pestañas se han librado esta vez de ese suplicio) o al energy-power-drink de los cojones que me tomé a la llegada, y que debía ser una bomba de cafeína o vete tú a saber qué mejunges mágicos... ¡lástima no haber llenado las cacharras con ese elixir antes de la carrera, porque lo mismo así habría bajado de las tres horas, jaja!

En fin, hasta aquí lo que se daba. Servidor va a poner rumbo al norte, y no como el año pasado cuando íbamos a sufrir a Zarauz (¿te acuerdas, Stani?... ¡vaya chuletón el que ponen en el Telesforo, eh!, pues aunque voy para las mismas latitudes inicialmente, vamos pertrechados de los aditamentos campistas, con nuestra casita rodante para hacer unas mini vacaciones, las primeras de nuestra nueva era familiar.
Cuando volvamos ya tendremos algún IM más en la "familia", y algún locatis que habrá repetido. Desde la distancia os mandaremos ánimos, porque fuerzas va a ser que no me quedan muchas.

PD: No tengo material gráfico. No sé si lamentarme o alegrarme...

sábado, 29 de mayo de 2010

CARACOLES A MONTONES

Ayer me escapé del convento. Era mucha la tentación, y por mucho que digan que vive arriba (la tentación), te la puedes encontrar en cualquier lado. Lo siento mucho. Sé que os he fallado a los que esperábais con ansia viva a ver qué tal me iba en Los Alcázares después de otras dos semanas puras e impolutas... ¡ya no podré llegar al olímpico virgen de entrenamiento porque ayer pequé!

Lo hice con nocturnidad, como si pensara que la complicidad de la noche convertiría el pecado capital en venial. Y hoy me arrepiento. Mis rodillas están apenadas. Y de tanta pena, apenas se sostienen por la culpa.

Me tentó la noche, con su caricia fresca tras la lluvia de la tarde. La contemplación del neopreno, al que he tenido junto a mí, colgado en mi habitación desde que me lo vistiera por última vez para la reciente conquista de Carthagonova, junto a la queda soledad de las bielas de mi montura y el supino abandono de mis brooks, hicieron inútil la tenaz resistencia con la que había combatido hasta entonces la tentación de salir corriendo en busca del horizonte.

Hice oídos sordos, perdí la mirada y empecé a trotar llevado de antiguas y casi olvidadas pasiones. Fije el rumbo hacia el Norte, donde las tierras aún respiran, pensando que así podría escapar. Y fue entonces cuando vi las señales y comprendí que la noche no sería nada propicia, que había elementos que el destino o vete a saber tú si la virgen de la suelas desgastadas por el trote cochinero. ¡Caracoles a montones! ¡por cientos! ¡por millares! A ratos más me parecía granizo que hubiera caído del cielo, en forma de plaga bíblica.

Oía el crujido de sus débiles cascarones destrozando el runrún monótono de mi sufrido trote. Y la pena se hacía más grande. Al fin y al cabo, y con merecida razón, en las carreras me siento identificado con este simpático y baboso molusco gasterópodo, de lenta capacidad locomotora.

¿Cuántos cayeron sepultados por mis torpes zancadas? Por más que los intentara esquivar las aceras y hasta el asfalto de hallaba invadido de estos diminutos seres, intentando cruzar al otro lado. Dados sus escasos conocimientos de geografía no se daban cuenta de que donde antes hubo huerta ahora habían varios carriles de una vía de circunvalación.

Si, decididamente ha sido una señal. Dicen que el caracol más sabroso es el de tapia de cementerio, pero yo he decidido excluirlos tajantemente de mi abanico gastronómico. Seguro que Usaín Bolt no come caracoles.

Lo que no sé es qué será de mí en el Olímpico de Los Alcázares, toda vez que he diluído mi esencia. Lo mismo como penitencia no descarto hacer la bici con el neopreno...

PD: Por cierto Pepe, vete tomando nota para la próxima vez que te encarguemos un arroz y conejo... será sin caracoles.
PD2: Muy bueno todo lo del domingo pasado. Siempre es un placer pasar por vuestro Sequé.

miércoles, 19 de mayo de 2010

V Triatlón de Cartagena: MAS GLOBEROS QUE MARINEROS

Para lo que ha sido en la historia el puerto de Cartagena, y el número de barcos con sus marineritos y todos que atracan en sus muelles (incluyendo de vez en cuando algunas legiones de retoños rapados del tío Sam que se pasean por la ciudad departamental masticando chicle), el pasado domingo por la mañana había en el puerto de la ciudad departamental más globeros que marineros.

Entre los primeros, obviamente, se encontraba servidor que, cual Flipy del triatlón, se disponía a experimentar hasta donde le dan a uno los músculos y las fuerzas participando en un triatlón no habiendo hecho NADA, pero lo que se dice NADA, con toda su literalidad: CERO PATATERO, NAIN, NOZIN OF NOZIN... en las últimas tres semanas, y con el raquítico bagaje de lo que va de temporada que paso a enumerar:

NATACION => desde el pasado mes de septiembre, cuando recogimos los bártulos playeros de fin de semana y pusimos fin a la temporada de baño -que es cuando aprovecho para nadar un ratico, nunca superior a la media hora-, el menda ha nadado 3 veces en piscina, a razón de dosmil metros por sesión, más el arrebato ilicitano, que sumando otros dosmil metros, dan una suma total que asusta: ¡lo que cualquiera de vosotros que se prepare medianamente hace en una semana, yo lo he hecho en nueve meses!

BICICLETA => tal vez sea el apartado que, aunque de lejos, pueda parecerse a lo que es un entrenamiento... Mira, ¿para qué engañarnos? Mis kilómetros de bici este año son también para darme un premio, pero al tío que se queda los fines de semana al calor de las sábanas, porque me sobran dedos en las manos para contar las veces que he salido, y de entre ellas sólo he hecho una vez más de 100 kilómetros (fueron 101 y porque no tenía a mano el número de teléfono del sepulturero porque lo habría llamado a medio camino para decirle que me fuera preparando el terreno -de este episodio seguro que se acuerda el bueno de Stani porque sin su rueda amiga todavía no habría llegado a casa-);otro par de veces he estado por los ochenta o noventa (allá por octubre o noviembre creo recordar), y luego ya alguna sesión de spining, que tal vez haya sido lo que me ayudó a solventar Elche con cierta dignidad.

PIE => Si me han salido dos medias "oficiales" -ninguna de ellas por debajo de 1h45-, y otras dos oficiosas por la mota del río (ahí si, ya ves tú, con sensaciones decentes), más la penitencia por las dunas de los Arenales de Elche, en plan coche de San Fernando (un ratico a pie y otro ratico andando), y alguna que otra tirada por encima de los diez kilómetros, pero nada de nada de series ni de farlek, ¿qué voy a pedir?... Pues mira, aunque sea una pregunta retórica, se me ocurre que le podría ir pidiendo a los Reyes un par de rodillas nuevas, porque las que tengo están para entrar con pico y pala y azulejarlas todas...

Por tanto, teniendo en cuenta que un triatlón se compone de los tres ítems anteriormente citados, ¿qué se puede esperar?

Volviendo a Cartagena, que es donde me había quedado. Pues eso, que el mono pudo conmigo (y no me refiero al mono de triatlón porque este año tenemos un dos piezas de categoría), y dado que me quedé con ganas de hacer el particular triatlón de San Pedro, con su prueba de natación a pata, me presenté en Cartagena con toda la ilusión del mundo, dispuesto a llegar, aunque fuera agarrado al coche escoba.

Pero hete aquí que fue enfundarme el neopreno (no estaba el agua como para hacerse el machito metiéndose a pelo, que ya me conozco yo esa sensación de la primera vez que hice Cartagena), y me empecé a sentir triatleta... no sé, una sensación rara. Entre eso, que había dejado los acoples puestos a la bici y que me saludaban los buenos (lo siento Felipe, no lo digo por tí, es que estuve hablando con nuestro compañero Bart Jaeken antes de empezar), empecé a pensar que podía hacer algo grande y sonado; ya lo estaba viendo rotulado en grandes titulares: "un globero que no entrena se lleva el trofeo de campeón del triatlón de Cartagena"... pero en cuanto sonó la bocina para empezar la natación (con media hora de retraso, por cierto), pude ver que ponía ese periódico virtual en letra pequeña: "la policía aún lo busca para restituírsela a su dueño, el vencedor de la prueba".

En fin, que ya estábamos nadando, yo por la "zona limpia" (es que últimamente veo las carreras de F1), para no llevarme manotazos que interrumpieran mi estado de meditación natatoria. Y como que no me sentía mal; yo a mi ritmo, que debe ser el mismo desde que empecé a nadar cuando tenía siete años, porque me salieron sólo unos pocos segundos más que el año pasado, y eso a pesar del ralo entrenamiento que he relatado en párrafos anteriores.

Las globerías empezaron en la transición que hice plácidamente sentado junto a José María, compañero de club de Felipe, y justo detrás del cual había salido del agua. Creo que cuando el cogió la bici y se marchó yo aún estaba sacando la segunda pata del neopreno, y seguía llegando gente y marchándose... ¡se nota que esto de la transición tampoco lo entreno!

Total, que si aspiraba a coger algún grupillo, aunque fuera pequeño, para hacer una bici en condiciones, dado que cuando llegué a boxes aún quedaban un buen número de jumentos, por tortugo tendría que apechugar contra el viento en solitario, ya que el percal que salía era folklore puro (uno ví que hasta llevaba portaequipajes en la bici, ¡con eso queda tó dicho!).

Era lo que tocaba, así que no tuve más remedio que acoplarme y salí dispuesto a tirar hasta reventar. En la primera recta adelanté a unos cuantos, por unos momentos me creía el primo globero de Cancelara. Iba hasta acoplado... Pero no iría tan cañón cuando se me enchufaron a rueda varios. En un par de ocasiones miré para atrás, por ver si la cuadrilla entendía la indirecta, pero la peña iba tan tocada de globería como yo o más. O lo mismo menos, porque el panoli lo hacía yo tirando. O tal vez no, porque yo había ido a hacer mi carrera.

En éstas llega la primera subida, y yo entonces veo la jugada: uno de los que llevaba a rueda se pone delante, en plan Contador... ¿y qué os voy yo a "contar"? ¡hasta ahí podríamos llegar!... ¡de algo tenían que servir las series sufridas en la cuestecica del Valle!.. así que a plato y a pulmón, volví a coger el mando del mini grupo (si es que alguna vez fue grupo) y llegué al giro en primera posición... ¡olé mis webs! ¡y vaya calentón tonto!... pero para el que no tuviera conocimiento de ello, que sepa que el globero también tiene su honor.

A partir de ahí la cosa cambió... creo que surtió efectos la demostración y quedó claro quien mandaba... ¡me convertí en el Garibaldi de los globeros!... y hasta en una ocasión, ya mediada la tercera vuelta tuve que llamar al orden a uno de los que acabábamos de alcanzar que tiraba por otro lado, para ver si nos poníamos de acuerdo y no hacíamos más el gili-globero, como si aquel mini grupo fuera un dragón de tres cabezas...

Nos había adelantado el grupo cabecero (que eran 8 ó 10 unidades) en la segunda vuelta (para ellos la última), y aunque intenté aguantar, me reventaron en la subida. Luego me pasó Bart que iba un poco rezagado (pero que terminó dándose un festín a pie adelantando gente -lástima que sólo llegara cuarto-). Yo no albergaba duda alguna al respecto de mi rendimiento en bici, pero me quedó del todo claro con estos repasos que nos daban los primeros.

Al final, después de todo, me quedé con el buen sabor de boca de haber cogido a bastante gente (incluso a José María), ¡lástima que a Felipe no lo pude doblar, jaja!

La segunda transición tuvo un nivel de patetismo similar a la primera, razón por la cual la media docena largo de desperdigados que había conseguido llevar detrás de mí, cual flautista, salieron por piernas de boxes antes que yo. Algunos en la clasificación final me lo explicaron con 2 ó 3 minutos de diferencia, pero después de todo, y de que un "Yankauskas" casi me abrazara al llegar a meta (no se dió cuenta de que la bandera de su Lituania natal coincide en coloración con la de la Etiopía de mi niña -que es la que enarbolo yo ahora en mis carreras-, razón por la cual me estuvo persiguiendo por entre la gente que se arremolinaba en la meta), quedé satisfecho, con la sensación de haber cumplido, de haber estado a la altura de lo que se podía esperar de mí dadas las circunstancias y los entrenos. ¿Y qué si entraron por delante de mí 150? Si en el país de los ciegos, el tuerto es el rey, este globero es el jefe de la cuadrilla del último quinto... de participantes, porque como ya os he dicho, más globeros que marineros ví la mañana del domingo.

martes, 11 de mayo de 2010

DE QUÉ HABLO CUANDO HABLO DE ENTRENAR

Hoy me he levantado dando un salto mortal, he echado un par de huevos a mi sartén, dando volteretas he llegado al baño, me he duchado y he despilfarrado el gel, porque hoy... algo me dice que voy a pasármelo bien...

No te creas, que yo también me lo he preguntado, ¿pero qué cojones pinta una de los Hombres G en mi blog, así en "prime-time"? No sé. Será que ya vuelven a sonreir mis endorfinas, y que el cajón de mis fuerzas, que se quedó en números rojos después de Elche, vuelve a rebosar, y se prepara para dar el do de pecho y de piernas el próximo domingo en el triatlón de Cartagena, prueba que me gusta y que he estado preparando concienzudamente en las últimas dos semanas con unas rutinas de entrenamiento totalmente innovadoras y que os presento por si alguien se apunta:

1) circuito americano a las cinco de la mañana por el pasillo de casa hacia la cocina a preparar el biberón de la peque, en total oscuridad, sorteando todos los obstáculos del camino (leáse muebles, puertas cerradas que uno creía haber dejado abiertas y con las que resulta peligrosamente fácil tener un encuentro casual e indeseado),

2) tabla de levantamientos de niña etíope de siete kilos y medio -ejercicio muy reconfortante y que suele ir acompañado de una sonrisa que revitaliza más que medio litro de taurina en vena-,

3) cambio de pañal cagado y sprint corto hasta el cubo de la basura intentando evitar que el olor colapse los centros neurálgicos olfativos de las personas,

4) meneo de carrito, cuna y/o hamaca-balancín con ritmo aeróbico en series que quedan al criterio de Morfeo,

5)PS45' sin avituallamiento. Nada que ver con la Play Station; es como un R45' pero con Paseo de Sillita y sin avituallamiento porque no está permitido detenerse a tomarse nada, bajo amenaza de queja incesante en forma de lloriqueo ante el cese total de energía cinética.

En fin, seguro que ya habréis resuelto el jeroglífico y que habréis deducido perfectamente lo que quería decir el título -que, por cierto, he parafraseado del último libro que he leído-. Que me perdone Haruki Murakami. De su libro hablaré en la siguiente entrada, pero os adelanto que este escritor japonés, además de ser uno de los candidatos al Nobel es "uno de los nuestros", porque es atleta y triatleta aficionado.

Nota: Si llegara a la meta en Cartagena por delante de alguien, que no me lo tenga en cuenta. Seguramente tendrá ampollas del tamaño de melones, habrá pinchado siete veces o se habrá enredado con un tallo de Poseidónea mientras intentaba nadar y salir con vida de las aguas del puerto.

sábado, 1 de mayo de 2010

TRIATLON DE ELCHE - el vuelo rasante del colibrí ¡¡¡y tres!!!

Ni el guepardo, ni el correcaminos, ni el "campillus" velociraptorus. Los entendidos aseguran que el colibrí vuela a 27'3 metros por segundo (casi 100 km/h) y que por ello es el vertebrado más veloz. Lo asombroso del estudio es la afirmación de que ha adquirido esta extraordinaria capacidad para poder seducir a las hembras. Servidor, que es más lento corriendo los mil metros lisos que Chiquito de la Calzada con osteoporosis, le ha preguntado a su media mandarina y ésta me asegura, para mi total tranquilidad, que los colibrís no la ponen nada de nada por muy rápidos que vayan.

Respiro hondo y tranquilo, casi como cuando en el triatlón de Elche -vuelvo a engancharme aquí con la crónica de la carrera, sin que apenas se note, ¡vaya arte que tengo!- dejé los bártulos ciclistas en boxes y me calcé mis brooks -a las que tenía entre algodones para evitarles lesiones de desgaste, desde antes de marchar para las Áfricas (y de eso hace ya un mes y medio largo)-, me calé la visera y eché a correr, mientras me anudaba a la cintura la bufanda tricolor de mi pequeña. Este último gesto, que desde fuera puede parecer una invocación al espíritu de las conciencias solidarias, es pura prevención, dado que por los andurriales por los que asegura el mapa de ruta que nos van a meter y la altura acumulada, lo mismo hay que pasar junto a alguna nube y hace frío...

Falsa alarma lo del frío. Me doy cuenta apenas se me pasa el efecto "prueba superada" que se había apoderado de mi ánimo nada más bajarme de la bici. La salida de boxes, por mucha agua fresquita de la muerte que tuvieran preparada justo al comenzar el circuito a pie me recuerda a esos días de bochorno estival, cuando estás en casa, en plena canícula al amor del aire acondicionado y se te ocurre sacar el morrillo a ver lo que se cuece en la calle, y de poco lo que se cuece, precisamente, es tu morrillo. Son dos segundos lo que se tarda: uno en abrir la ventana y otro en cerrarla, ¿no?... Pues aquí, la alegría por empezar el último sector se te evapora, apremiada por el astrigente calor, en lo que tardas en acercarte a la escalera "piraña", porque se come todos los arrestos de fuerzas que te queden, desnudándote del mínimo brío necesario para acometer la aventura de los veintiún kilómetros restantes.

Rebusco en los bolsillos del recién estrenado dos piezas, pero ya ni ahí me quedan fuerzas. Tampoco llevo recambios de rodilla, así que optó por compartir el imprescindible avituallamiento líquido con ellas, rociándolas de agua fría en cada repostaje, de forma que al menos me permitan llegar al siguiente puesto de esperanzas. El invento parece que funciona y que, cual fuego, voy aplacando las iras de los músculos circundantes a los engranajes de mi falluto órgano locomotor. Por si fuera poco, el regreso al paseo, tras la dura subida, no lo puedo hacer como el pasado año, en que me tiraba cuesta abajo a toda máquina. Se me atascan las rodillas en la subida casi tanto como en la bajada.

Apenas llevo un par de kilómetros cuando el nivel se estabiliza un poco en el paseo, pero la situación no mejora. La gente anima incansable. Pero no son ánimos lo que escasean sino fuerzas. Intento estirar, tanto las piernas como las fuerzas, para llegar al siguiente puesto de socorro gastronómico. Como es cuesta abajo suelto el freno de mano y llego.

Más que una media maratón, me siento como si estuviera haciendo la ruta del tapeo de Arenales, parando en todas y cada una de las tascas que habían preparado los organizadores, alguna de ellas en pleno solanero, como para joder tanto a corredores como a los esforzados y animosos avitualladores. Eché de menos los daikiris, pero con una perfecta combinación de gel-plátano se podía ir tirando.

Como hablaros de técnica de carrera a pie sería, además de una presunción por mi parte, una falta de respeto a los que sóis capaces de correr de forma continuada sin que se os suban los caracoles, os diré que tengo el croquis del recorrido grabado a fuego para los restos, con el recuerdo imborrable de los bidones donde se cobijaba el agua o el isotónico bien fresquito. A falta de una buena cerveza que llevarse a la boca con tanto calor (del enrojecimiento cangrejil de las partes de piel expuestas al sol ya hablaremos otro día), me sigue salvando el agua fría rociada sobre las rodillas. No sé si saldría humo, pero a mí me permitía ir tirando otro poco. Más de una vez estuve tentado de meter las piernas enteras en los bidones con hielo, pero si me abstuve fue porque de haberlo hecho creo que ya no hubiera terminado pues me hubiera quedado alli a vivir, y también porque el paso por la arena hubiera sido aún más extenuante, y bastante rebozados llevaba ya los pies de tierra como para que se me pegara más.

Y en estas llegamos a la gran novedad de la cita pedestre de esta edición: la arena. Si alguien conoce una carrera donde se alternen tantos tipos de firme, que me lo diga: asfalto, escalones de cemento, aceras, tierra, tierra y piedras, más piedras con tierra, arena, pasarelas de madera... ¿en qué momento se me rompió la brújula y aparecí en una etapa del Maraton des Sables? ¿nadie se sintió abducido por un momento como yo?... Puede ser que estuvieran buscando franquiciados, o lo mismo es que, el año próximo, la etapa prólogo de la dura prueba de las arenas saharianas tienen pensado disputarla en los Arenales de Elche... Porque para hacer más duro este jodido y bendito triatlón sólo se me ocurre que pongan pinchos en la arena, que en lugar de agua nos den orina de gato recalentada, que haya que meterse al agua a cazar una medusa con las manos atadas a la espalda o que la gente que presencia la carrera en el paseo, en lugar de animar, nos insulte, nos escupa y nos ponga la zancadilla. Ahí quedan las ideas, sin copirrín ni nada...

Poco más puedo decir... ¡ah, si! ¡que los dulces del avituallamiento antes del desvío para el circuito de la playa estaban buenísimos! y que como andar por la arena lo recomiendanlos traumatólogos para fortalecer las articulaciones, ¿quién soy yo para contradecir el criterio de esos especialistas del trauma? -lo digo por si alguien aprecia en la foto alguna diferencia en la marcha de los triatletas en fila de a uno-.

A los que no lo sepan -por pertenecer a la casta de los que bajan de las cinco horas-, les diré, desde mi perspectiva casi de triatleta escoba, que eso de dar vueltas a un circuito así de variado, duro y remoto, sólo es divertido mientras te cruzas con gente (aunque te lleven hora y media). No te digo nada si eres de los que va adelantando peña como el que va recogiendo flores por el campo... Al menos espero que seas de los que se solidarizan con el que va más roto que un juguete en manos de una cría de león, y en lugar de pasar con la cabeza alta y un perfecto balanceo de hombros y brazos, al deshecho globero le regales aunque sea un esbozo de gesto de ánimo. A mi me agrada que cuando me aparto para que me doblen (aunque bastante doblado va uno ya), el derrapante triatleta me lo agradezca aunque sea con un somero "gracias", que tampoco espero que saque un gancho al que poder agarrarme. Y en cuanto a lo de apiadarse de uno, intentándote colar esa mentira piadosa tan manida del "¡venga, que ya no queda nada!", pues mira, que casi mejor que no... ¡no te jode! ¡a tí que me llevas más de diez kilómetros!

Digo esto porque, si la primera vuelta fue dura, la segunda, cuando apenas quedábamos medio centenar repartidos a lo largo de diez kilómetros ni te cuento... Sirva como dato que a lo largo de la segunda parada miccionadora, realizada en los últimos pinos, poco antes de llegar a la playa, creo que sólo me adelantaron un par de intrépidos, a los que obviamente volví a adelantar una vez reintegrado a la marcha (iba a decir "carrera" pero se me antojaba pretencioso).. Desde ahí al final, quede en nuestro haber de "finisher" que ni tuvimos tentación de acortar un giro en el que ya no quedaba nadie.

Sólo faltaba un paso por la arena... atreverme a catalogarlo de travesía por el desierto tal vez suene grandilocuente, pero he de decir que cuando no se puede más y se comparte el sentir con otro triatleta (en estas había pillado a Alvaro, un Camaleón debutante en estas lides y que iba aún más jodido que yo), poco más se puede hacer. Como dice el filósofo: "el que hace todo lo que puede, no está obligado a más", y al menos en carrera, mis rodillas y yo poco más pudimos hacer. Entrenar más (o sencillamente "entrenar") es mi asignatura pendiente. Pero es que yo siempre fui de los de estudiar el día antes.

No sé lo que opinaréis, porque esto es como lo que enseñaban en el bachillerato en clase de dibujo técnico: todo cuestión de perspectiva. Y desde la perspectiva de este colibrí alicorto eso es lo que ví.

Luego en meta también ví a campeones... ¿qué digo campeones? ¡campeonísimos y campeonísimas! Incluso me permití el lujo de ganarles en la cola del arroz. Perico y Mabel, y nuestro inagotable jefe de filas, Jesús Carrillo, tratándome todos como uno más de la cuadrilla y preguntándome qué tal -como si no se viera por las pintas y las horas de llegar-. ¡Vaya lujo! Se podían haber comido tres cabritos enteros en el tiempo que llevaban en meta, y allí estaban, detrás de mí en la cola del arroz... ¡qué sensación! ¡ya que ni en sueños podría mojarles la oreja en una carrera al menos fui más rápido que ellos para el arroz!... y también fui rápido desapareciendo, porque empecé a notar las mismas sensaciones que al terminar la media de Santa Pola y no quisé que se repitiera el espectáculo, por lo que tiré para boxes, aún no sé bien cómo -imagino que porque lo de andar no se olvida por muy mal que vaya uno-.

El que también me ganó (¡además de otros ochocientos no sé cuantos jaja!) fue el otro Jesús, el camaleón. Se nota su mayor preparación y el cuidado de su cuadro técnico (María, su novia, que lo atendía en meta a cuerpo de rey -fue a buscarle el arroz y todo- y que en la salida le sacaba fotos -por cierto, a ver si me enviáis la única foto en la que creo que tendré buena cara, que fue enfundado en el neopreno antes de empezar-).

Y ya está. ¿Alguna duda?... Si alguien quiere contratarme para alguna conferencia, clinic o similar, que sepa que mi caché sube por momentos, que a mí la crisis de Grecia no me afecta.

PD: si no pongo más fotos no es por vergüenza, sencillamente es porque no tengo (la única que he puesto es cortesía de ese depredador llamado "campillus" velociraptorus, ¡gracias juancar! Parece mentira que trabajando en un banco des fotos sin pedir aval ni nada, ja,ja). Si alguien puede facilitarme algún documento gráfico más para que no se atragante tanta letra, mejor.

miércoles, 28 de abril de 2010

Triatlón de Elche: crónica de una agonía anunciada (2ª PARTE)

Me había quedado saliendo del agua... Quien me viera en aquellas (yo oí los gritos de ánimo de Carmen y de Pepe Raja -me faltaron los de mis dos niñas, que finalmente no me acompañaron porque no era plan de que mi peque sufriera las manías masoquistas de su padre), seguro que no se confundió con el cuadro de Boticelli. No era Venus saliendo del agua, no. En todo caso dudaría entre pensar ¡este tío está disfrutando desde antes de empezar porque lleva un pedo encima que no se tiene derecho! o ¡si ya va andado camino a boxes espérate a que se baje de la bici!

Yo también tenía las mismas dudas. Había venido a disfrutar -aunque aseguro que ni iba dopado ni borracho, y que el tambaleo era como el del pescado que se ahoga al salir del agua-, pero lo de correr a pie también tenía claro que iba a ser una odisea. Lo intenté en los metros finales de la pasarela (lo de correr) y entrando en boxes, más que nada por un poco de vergüenza torera, y para que no me siguieran adelantando gorros naranjas, pero decidí conservar en el mejor estado posible a las bisagras que tenía por rodillas.

En éstas me adelanta Stani y me anima. O él lo ha hecho de muerte, o yo de pena, porque ya me lleva diez minutos. Se acabó la alfombra roja. Ahora toca concentrarse en el "paseito" en bici de casi 90 kilómetros que vamos a empezar. Ya sé que para los IM cuyas salidas de entrenamiento son notablemente superiores en distancia, esta cantidad de kilómetros es algo habitual y que lo harían con una pierna atada a la espalda (¡bueno, se suele decir con un brazo atado a la espalda, porque con una rodilla atada a la espalda lo de dar pedales debe ser más complicadillo, jaja!), pero teniendo en cuenta que yo habré hecho más de 90 kilómetros un total de 3 ó 4 veces en los últimos 39 años de mi vida, pues como que además de riñones para ir acoplado, me veía tirando de casta testicular.

Me siguen adelantando en boxes, pero tampoco era como para tener prisa. Yo a lo mío y mis músculos a lo suyo... Y es que a veces, con la mala vida que le doy a los pobres (poco entrenamiento y de vez en cuando alguna locura de éstas), me sorprende que sigan en su sitio y no se pongan en huelga. De hecho, al quitarme el disfraz de morcilla estuve a punto de forzar de más subiendo una pierna y noté como un músculo descontento amenazaba con cerrarse como una almeja inquieta... ¡uf! Vaya sustito para el cuerpo.

Acabo de ponerme guapo. Al final parece que tampoco he perdido demasiado tiempo. De hecho me da tiempo para tocarle el culico a Stani, al que pensaba que ya no volvería a ver... ¡ahora -me digo- se lo voy a poner dificil en la bici! Pero me caigo del burro en seguida... Se me había olvidado que se sale cuesta arriba, ¡con lo mal que voy yo cuando la pendiente es desfavorable! Yo soy más de cuestas abajo, no sé por qué será, pero entrenar cuando la pendiente es a favor se me da bastante bien...

Stani me pilla justo al coronar. Ya sólo queda un "rumbero" (Diego) por detrás, e intuyo que no tardará mucho en adelantarme puesto que también va bien en bici. Decido no obsesionarme y comienzo a amortizar los acoples, que para eso los compré. Parece que el ajuste que hice ayer, mientras revisaba los "niveles", aplicando el método STGM (Sistema tradicional del Globero Manirroto), es decir, a ojímetro, fue acertado. Me siento a gusto. Me siento fuerte. Veo el cuenta y ni me creo lo que me cuenta... ¡casi a cuarenta y con un rodar redondo y fácil! .. ¡ojo, y no es cuesta abajo que ya hemos salido a la general! ... ¡¡Hoy puede ser un gran día!! -me digo en plan Serrat-... Y la sensación es la leche mientras miro a la derecha y veo que incluso voy adelantando a algún que otro jenares que ha salido antes que yo. ¡Ostras! ¡hasta adelanto a uno que lleva uno de esos cascos aerodinámicos!...

Pero si miro a la izquierda la percepción es distinta, oye, que parece esto política... y es que me pasan como flechas uno tras otro un chorreo de triatletas con dorsales de numeración muy elevada, lo que imnplica que salieron 10 ó 20 minutos después. ¡Y eso que no son "élite", que fueron los únicos que me adelantaron el año pasado!... ¡En fin! Yo a lo mío, que esa gente además de depilarse las paticas, han debido tunearlas con algún que otro músculo de más, porque seguro que yo no tengo tantos.

Mientras rodeamos el aeropuerto, y aunque no se note viento a favor, la pendiente casi no se nota. Estoy consiguiendo disfrutar que es lo que quería. Pero la moral se me empieza a resbalar en cuanto el terreno empieza a picar un poco más hacia arriba, allá por el km. 20. No debe ser mucha la inclinación, porque la gente va fácil, pero a mí me quitan las pegatinas y hasta he tenido que quitar el plato. Paradójicamente un buen plato, pero de comida, es lo que me metería yo entre pecho y espalda porque empiezo a tener hambre... Me animo pensando que queda poco para el primer avituallamiento; creo que voy a pedir el entrecote al punto con unas patatas...

Diego me adelanta en el repecho justo después del avituallamiento (después de todo le he aguantado más de lo que pensaba). Como ya había pasado tanta gente se les ha acabado la carne y ya sólo queda postre. Me tomo medio plátano y una barrita... ¡Hmmmm! ¡de chocolate! Me acuerdo de Stani y de la cara de asco que le debe estar poniendo, pero a mi me recuerda al bomboncito de mi niña, y me entra una alegría que para qué.

La alegría se me borra de la cara en cuanto veo que me está adelantando uno al que había dejado atrás con ese porte de rodador holandés que tenía en los primeros kilómetros... ¡joder,joder! Él es el primero que me reconoce y va y me lo dice:
-¿tú no me has adelantado antes?
-si, es que estaba probando el botón del nitro pero se me ha atascado y aquí me ves, padeciendo los siete males. A ver si en la próxima gasolinera me paro y pongo el diesel e+ extra

Al buen hombre le ha debido animar recuperar un puesto, pero yo lo tengo claro: ¡antes muerto que sencillo! Así que en cuanto se acaba el repecho tiro de acoples y me despido educadamente -por si acaso- con un ¡hasta luego!... nos vemos en el siguiente repecho.

Pero ya parece que va quedando menos cuesta. Oteo Aspe y tras superar la cima donde han puesto el control del chip tiro para abajo y recupero bastante la distancia que me habían sacado los últimos que me habían adelantado.

La última cuesta en la circunvalación de Aspe se me vuelve a atragantar como si fuera el Turmalet -está claro que las cuestas en la bici de spinning no es fácil entrenarlas-, y con el penúltimo trozo de la barrita energética aún negociando el control de pasaportes del galillo, me descuelgo para Elche a todo lo que mis dientes me dejan (creo que he llegado a ver por unos segundos un 60 de multa). Adelanto al menos a media docena que van pedaleando. Yo me he acoplado con el sistema "ataud" (a tumba abierta, vamos), y reservo lo de dar pedales para cuando se acabe la bajada.

En el segundo avituallamiento, noto como que me faltara algún nutriente... no sé... Por eso hago uso del cartucho regenerador que me había reservado, un avance tecnológico de última generación cuyo uso aún no ha sido suficientemente desarrollado en el triatlón de larga distancia: ¡¡me paro y llamo con el móvil a casa para ver qué tal están mis niñas!! ¡¡ole, con dos cojones y un móvil!! ¡toma, toma, globero tecnológico! ... Ya sé lo que me faltaba: ¡el biberón de media mañana que suelo yo darle a mi niña!...

Repuesto de todos mis males (o al menos eso pensaba yo), vuelvo a coger carrerrilla, y aunque los pocos que quedaban por detrás me habían pasado como balas mientras estaba de cháchara familiar, aún consigo dar caza a alguno que otro de vuelta hacia al mar, contra viento y marea (sobre todo contra lo primero).

Rondando el kilómetro 70 las fuerzas me abandonan. Noto como un vacío de poder. Es como si se hubiera quedado mal cerrado el tarro del poderío físico y se hubiera ido derramando. De no haber reservado una barrita creo que hubiera tenido que pararme para evitar caerme redondo, aunque lo mismo también me la tendría que haber tomado antes para no verme en éstas... Casi no paso de los veinte por hora. Menos mal que no tengo un altímetro, porque puede que hasta vayamos cuesta abajo (al fin y al cabo vamos hacia el mar), y si lo viera reflejado en una pantalla lo mismo me marearía de la vergüenza.

Aún queda el último kilómetro de subida. Lo haré como buenamente pueda, en plan molinillo si hace falta, ¿qué le vamos a hacer? ... Jesús, que seguro que se ha ido reservando para tomarse la revancha del año pasado me pilla justo en el mismo lugar donde yo le dí caza el año anterior. La diferencia es que me lleva 10 minutos. ¡Me alegro por él! Se está currando la preparación para un IM y eso es para descubrirse... yo me quitaría el casco para festejarlo, pero por si acaso está agazapado por allí algún juez me contengo las ganas. Además, no estoy para soltarme de manos precisamente, que para mí que me he teletransportado y estoy subiendo el Mont Ventoux o algo así.

Por fin en Arenales, a la altura de la playa, ¡boxes!... hora de bajarse. Miro el crono y veo que después de todo voy bien de tiempo para intentar el asalto de las 6 horas. No he tenido fuerzas ni para descalzarme en marcha, por lo que me agacho antes de entrar en el pasillo de compensación y voy trotando en busca del último sector, el que en el futuro debería conocerse como "el de los cangrejos", por varias y justificadas razones:
1ª terminamos todos rojos
2ª algunos, como servidor, no vamos ni para atrás
3ª el paseo por la arena y los pedregales anexos es inenarrable... bueno, haré un esfuerzo en el tercer y último capítulo. De momento aquí os lo dejo, a palo seco de fotos hasta que algún alma caritativa me pase alguna foto con la que hacer más llevadera tanta letra.

¿Alguien sigue ahí? ¡pues enhorabuena!... si haces triatlón estás más que preparado para aguantar las pruebas más duras, y si aún no lo haces, ¿a qué esperas? ¡tienes espíritu de sufridor!

martes, 27 de abril de 2010

Triatlón de Elche: crónica de un sufrimiento anunciado - 1ª PARTE

Quien tenga la rara manía de leerme (¡cuanto bicho raro hay por ahí!) sabe de mi propensión a versionar títulos de obras cumbres de la literatura o la cinematografía.

Esta vez me ha venido al pelo una de las obras más universales de Gabriel García Márquez. Porque mira que tenía claro antes de empezar que a lo que iba yo a Elche, por mucho que lo disfrazara de "disfrute" era a sufrir, no hasta al límite de llegar para que me dieran el señor -porque ahora tengo que cuidarme el doble, ya que son dos las mujeres que me esperan-, pero si a un machaque tan voluntario y masoquista como considerable, dado el redundante bajo estado de forma en el que me encuentro este año.

El primero que avisaba era el mar, que había pasado del remanso de paz de la edición anterior a un amago de oleaje... por suerte se quedó en amago, aunque también se hizo inevitable algún que otro trago, y la visibilidad de las boyas fue bastante escasa (tanto más para mí, que veo menos que Rompetechos con antifaz).

La salida en tandas fue un gran invento y evitó tener que andar hostiándose por aquí y por acullá, aunque siempre habrá gente que se empeña en nadar "a la argentina"... Los más futboleros seguro que me han entendido; son esa peña que practica lo de "achicar" el espacio, doctrina en la que destacó por encima de todos el señor Menotti, en sus tiempos con la albiceleste y cuando luego entrenó a alguna escuadra española. Es decir, que por muy grande que sea el ancho mar, y por muy lejano que esté el horizonte, sienten la necesidad del calor humano, de nadar en manada cual delfin chapoteador. Esto tiene su parte buena -que no te sientes sólo en la inmensidad del océano-, y su parte mala, en forma de reiterados manotazos admonitorios del susodicho cansino de nadar impropio, irreverente, desviado y molesto, que terminan hinchándote las narices (física y metafísicamente hablando). Uno, en su nado de cuarto de baño de casa, ha hecho lo que ha podido intentando esquivar la lluvia aunque sea a costa de tener que ir corrigiendo el rumbo (con el incremento de metros naúticos nadados de más), o la ralentización del ritmo para dejarlo pasar amablemente, con la sana intención de perderlo de vista de forma global.

Pero ya se sabe que los caminos del señor de los mares son inescrutables, y que si Zeus en persona ha decidido que hoy te toca zurriagazo en la napia y tener que pararte a achicar las gafas inundadas, pues te paras y bailas. ¿Para que esperar a la primera boya pudiéndote dar mucho antes? Yo pensaba que esto sólo ocurría entre la élite que se la juega por delante y en la mítica primera boya, igual que los ciclistas se meten los codos en el sprint por la victoria, pero resulta que en el triatlón, por mucho NDS que sea la prueba (¡ojo! que yo al principio pensaba que eran las siglas de una popular consola hasta que me enteré que significaba "No Drafting Series"), en la natación está permitido el hostigamiento -iba a poner "hostiamiento" que tiene una raíz similar, pero uno guarda la compostura hasta con la nariz torcida-. Algo parecido sería que en las grandes vueltas llegaran dos ciclistas justo delante del coche escoba metiéndose el codo hasta el galillo por no ser el último, ¿a que parece inconcebible?... pues inconcebible y además patético resulta si el episodio de boxeo marino se da entre dos tipos embuchaos cual morcillicas en sus neoprenos a punto de reventar.

En resumen, tirando por lo corto y desvíos de trayectoria incluídos, seguro que recorrí bastante más de los 1900 metros establecidos. "Contóyconeso", y a pesar de que me pasaron por encima una bandada de gorros naranjas, que yo al principio pensé que eran rezagados que esprintaban a media carrera hasta que me dí cuenta de que mi gorro era amarillo (como el pipí-lastre que conseguí soltar en marcha mejorando la depurada técnica miccionadora del hijo del viento, ilustre teórico de la meada precarrera), y que los de naranja parecía que llevaran prisas en las manos y aletas en los pies, salí del agua medianamente satisfecho a la vez que mareado (seguramente por el abuso en la ingesta de solución salina y el accidente nasal). Lo que dijera el crono era lo de menos (ahora eran mis rodillas las que me daban el primer aviso). Creo que lo que más me molestó fue que me adelantara en el agua el mayor de los Campillos (que había salido diez minutos después y que no tuvo el detalle de pararse a saludar ni ná el "esaborío"... creo que todavía no ha asimilado aquella caída de globero subiendo el puente de la vía y se venga de esta forma, jaja).

Os emplazo a las próximas partes de mi crónica, para que podáis disfrutar con la narración de lo que sucedió en las más de 5 horas siguientes de mi aventura por los Arenales(¡cuando yo empecé a correr estaban terminando los primeros!). Para dejarlo en uno de esos puntos que generan impaciencia por parte del ávido lector os adelantaré que hubo "tocamientos" en los boxes, y que pequé de pensamientos impuros (por la tentación que tuve de seguir la rueda de Stani cuando me pilló nada más coronar la cuestecica de salida).

Por lo demás, habéis de saber que el culpable de que me haya decidido a contaros mis peripecias es Pedro Mª Campoy, pues me ha requerido la crónica. Además de ser un fiera (27º en la general absoluta), tiene casi tanto de masoca como un servidor, y se vé que no sufrió bastante por los Arenales el payo, pues tiene ganas de quemarse los ojos leyendo, ya que al parecer fue lo único que no nos quemamos corriendo por las dunas.

Por cierto, tengo entendido que la próxima edición del Triatlón de Elche, no solo pasará por la arena como este año, sino que para rizar el rizo en lo tocante a la dificultad, pondrán minas antipersona... y el que la pise, ¡ah, se siente!, ¡más refrigerio quedará en los avituallamientos para el siguiente!...

... Pero eso, como digo ya os lo contaré en futuras entregas, que yo aún sigo bastante entregado en brazos de don abatimiento generalizado, e intentando diseñar con cartón y un poco de plastilina dos prótesis de rodillas que me puedan tener en pie.

domingo, 11 de abril de 2010

Se busca babero impermeable, talla XXL

He buscado sin suerte por todas las tiendas de ropas y cachibaches para niños occidentales que puede haber en los confines del primer mundo, ¡y nada!... Obviamente ni se me ha ocurrido mirar en las tiendas de esos otros mundos que no juegan en esta injusta y vergonzosa liga de las estrellas humanas, porque por ahí bastante tienen con subsistir como para andar preocupándose por pichichadas y sacacuartos varios, de esos que sirven tanto para atontar a infantes e infantas como para idiotizar a sus papás, que pagamos lo que haga falta en pro de la tan paternal y universal máxima del "que no le falte nada a mi niño". Ilustraré este comentario reaccionario -vertido en pro de la utópica igualdad entre mundos dentro de este mundo-, reseñando que con los 20-30 euros que aquí nos gastamos en un juguete infantil cualquiera, de esos a los que el infante hace caso dos minutos y luego pasa a formar parte de esa masa ingente de estorbos con los que se tropiezan papi y mami por la casa, vive una familia etíope de las afortunadas durante un mes.

Los tejados de Africa desde el hotel:


Siguiendo con lo de las babas, la otra alternativa que se me ocurre pasa por ponerme en contacto con L'Oreal, Lancome u otros laboratorios de similar o mayor enjundia, y ofrecerles mi baba a precio de costo para que ellos le saquen el pringue; si la baba de caracol se cotiza a buen pelo, no sé yo porqué la que yo llevo produciendo desde el día siguiente a nuestra llegada a Addis no les iba a servir aunque fuera para curtir pieles de cabra(curiosamente el nombre de la capital de Etiopía es Addis "Ababa").

Y es que llevo así, dejando rastro por doquiera que voy, va para cuatro semanas. Los que ya sois padres me entenderéis perfectamente; y los que aún no tenéis retoños sabed que aunque puedan faltar los dineros (por el considerable pico que se llevan pañales, leches de bote, y ropajes y artilugios varios), tiempo para todo -lo demuestra el hecho de que no hubiera escrito nada en mi blog- y, claro está, el sueño, lo que no faltará nunca contemplando la risa de un niño/a son las endorfinas y la subsiguiente cara de papa-tonto de baba. Normal viendo la foto, ¿no creéis?


De verdad que os lo recomiendo. Al fin y al cabo, cansa tanto como un buen triatlón y es igual de adictivo. ¿He dicho igual?... Pues no. Es mucho más. Como de aquí a Addis Abeba atravesando el Mediterráneo a nado, remontando el Nilo a lomos de un cocodrilo, y acabar corriendo delante de un león hambriento.

PD: adjunto fotos de mi entrenamiento en altura (arma secreta de mi preparación para Elche). Confío en que ninguno de vosotros se raje y no tome la salida siendo consciente de que os puedo crujir vivos a tós.



También, para que nadie piense que me dopo, aporto fotografía de la pócima mágica que utilizan en altura y de la que me he puesto ciego.

jueves, 1 de abril de 2010

Triatlón en Etiopía



Hola triamigos,
ya estamos de vuelta de nuestro "tri" por tierras abisínicas... Digo lo de "tri", porque nos fuimos dos y hemos vuelto tres; porque hemos nadado en ríos de lágrimas por la preciosa criatura que ya tenemos en casa y por lo que allí hemos vivido y dejado; porque ahora nos toca pedalear, subir y bajar montañas de emociones, y correr a toda prisa largas tiradas, diurnas y nocturnas, cuando nuestra florecita de chocolate nos pida de comer.

Podría decir que hemos estado en el cuerno... de Africa. Pero lo cierto y verdad es que lo que me apetece es mandar al cuerno muchas cosas de esta vida tan injusta y tan mal hecha desde el primer mes de enero -como dice Fito en su canción-.

Nada más volver pensé en ir al médico. No por mi niña, que parece sana y feliz como una lombriz, sino por mi... pero imagino que me habría dicho que de lo que me he contagiado no se cura con medicinas de farmacia alguna. Me ha picado un bicho, el de los deseos utópicos, el que me hace confundir paises y banderas.

Las gentes de Etiopía son auténticos leones. Pero no por lo fieros, sino por su dureza. Por su lealtad y su simpatía.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Se buscan líderes que no sean de cartón piedra

Basta con echar un vistazo a la política española para darse cuenta de que el dineral que se gastan cada año en las fallas confeccionando ninots es un despilfarro. En lugar de recrear figuras de cartón piedra parodiando a los polítiquillos patrios y sus disputas de plastilina, podrían ponerlos directamente en las hogueras y meterles una mecha por el culo, que el resultado sería el mismo -o hasta puede que más vistoso-. Arderían echando mistos, lo mismo que Troya o que un putiferio con sus lucecicas rojas revestido de moquetas e inmundos cortinajes de color rojo tanga con su buen chorro de gasolina.

Que no se me entienda mal. ¡Líbreme el señor de la exosfera de proponer acciones violentas o ataques al estado de derecho!... Yo contra el estado de derecho no tengo nada, más que todo porque está el susodicho estado sin estrenar, arrinconado en los bajos del Congreso, donde por mucho que quieran que pensemos que hay fieras de la política, las únicas fieras son de bronce y tienen forma de león en las escalinatas de la carrera de San Jerónimo. Dentro hay lindos gatitos, que simulan arañarse pero que terminan bebiendo del mismo tazón de leche o mamando de la misma teta nacional, que somos todos los paganinis, con o sin violín.

¿Os habéis dado cuenta de la poca diferencia que hay entre decir diputado e imputado? ¡pues cuando a alguien se le ocurra pulir y dar cera al estado de derecho y este empiece a funcionar a toda máquina la diferencia va a ser bastante más escasa, dado el injusto cobijo legal que da la condición de diputado a quien usurpa su condición de representante a todos los españoles!... ¿representantes del pueblo? ¡los cojones!

Si, es cierto, ahora hay crisis. Y precisamente por eso es por lo que se están quedando con el culo al aire las fuerzas vivas de la política hispana. ¿Sabéis cual es mi propuesta anticrisis? ¡pues la misma que utilizan los entrenadores rusos de fútbol sala! ¿habéis visto alguna vez un partido de fútbol sala donde juegue un equipo ruso?... En el fútbol sala los cambios son libres, y lo habitual es ir haciéndolos de forma progresiva, normalmente dependiendo del nivel físico de los jugadores. Por analogia, en la política, yo tiraría más del nivel intelectual, y haría un cambio "a la rusa", es decir: ¡todos los jugadores de campo al banquillo de golpe!

Mas vuelvo a pedir que no se me entienda mal. Lo más probable es que si algún izquierdoso me está leyendo pensará que soy un ultraconservador y que apesto a rancia derecha, ¡y nada más lejos de la realidad, ni por un flanco ni por otro!... Mi propuesta va más allá de un simple apaño-chapuza (está más que demostrado, a pesar del empeño del españolito idiotizado de a pie, que la tan traida "alternancia política" -a la que yo llamo el juego del bisagreo-, como norma para regir nuestros designios, es una mamarrachada global, que solo demuestra la poca preparación intelectual y cultural que tenemos los españoles).

Señores y señoras, mi propuesta pasa por sentarlos en el banquillo a todos. En principio de forma figurada, aunque lo mismo también habría que proponer sentar en el de los acusados a gran parte de la caterva de indeseables que se calientan el culete en los sillones del Parlamento -aunque no me extrañaría que también se lo calentaran en otros lugares, dado el "mariconeo" y el paripé que se traen los unos con los otros y los otros con los unos cuando aparentan discutir los temas vitales-, de la misma forma que siguen calentando sus cuentas bancarias, ¿o es que alguien ha propuesto que se rebajen TODOS los sueldos mientras sean incapaces de darle matarile a la crisis?... no claro, ¡a ellos que no se les rompa la cántara!

¿Y a quien propondría para sustituir a nuestros actuales gobernantes, en ese sentido más amplio que incluye tanto a gobierno como a oposición?... No niego que la labor es ardua, y que habría que empezar a rebuscar... Bueno, lo mismo nos llevaba bastante tiempo, pero seguro que podríamos encontrar buenos mimbres, eso sí, siempre que nos alejáramos de los círculos políticos. Porque igual que si un empresario buscara gente para trabajar que fuera honesta, cabal y honrada nunca se le ocurriría esperar en la puerta de Alcalá Meco o de Alhaurín, para buscar representantes políticos de idénticas condiciones morales, y que además sean gente preparada (¡y de todo esto falta a espuertas actualmente en nuestra politica!), tampoco me pondría yo muy cerca de la salida del Congreso de los Diputados.

Olvidémonos de los de siempre. Con honradas y escasas excepciones (el plural se me antoja aquí demasiado generoso) acabarían más temprano que tarde, por defraudarnos todos, y en dos telediarios volveríamos a tener al mismo equipo de adláteres mediáticos que hemos tenido siempre); insisto en que si nos afanamos por rebuscar, del cesto de la sociedad saldrán manzanas que no estén podridas de esa dejadez y borreguismo que solemos demostrar los españoles a la hora de conceder nuestro voto. Se trata de romper moldes antes de que volvamos a terminar los españoles rompiéndonos la cara por esos cuatro gilipollas prepontentes y con aires de marajás que pueblan la escena política, y que se mofan de los votantes a sus espaldas.