domingo, 21 de septiembre de 2008

EN LO MÁS ALTO






La historia del hombre, así en general, en plan Humanidad, está jalonada de grandes gestas y de grandes cagadas, casi a partes iguales. Un buen resumen podría ser aquella cancioncilla pegadiza en que Riki Martin nos enseñaba a menear sus caderas con lo del "un pasito palante, un-dos-tres, un pasito patrás".

Si nos quedamos con los primeros, que son los grandes hitos -siempre da más gusto hablar del dulce camino en busca de la gloria y de las coronas de laurel que de los sufrimientos baldíos y las penas, penitas, penas que decía la copla-, y aunque pueda sonar poco humilde, he de afirmar con rotundidad que, aunque apenas hemos comenzado una nueva temporada, ¡¡¡he llegado a lo más alto!!

Aclararé, antes de que alguno de vosotros piense que es otra de mis metáforas arrebatadoras (persuadido por mi declarada afición a la floritura literaria), que esta vez no me he ido de viaje por la periferia orogénica de Úbeda, sino que va en serio al ciento por ciento, y que es tan fiel reflejo de la realidad como que tenemos encima una crisis económica por mucho que se le busquen sinónimos desde la poltrona Moncloesca.

Concretamente fue la cosa el pasado martes, día en que se celebraba la tradicional romería septembrina al Santuario de la Fuensanta, cuando, formando parte de un grupo expedicionario de lo más heterogéneo e insólito (Estani y Mariló, el Lobo y la Loba, Cañi, Jose y, como no, mi media mandarina) nos marcamos la ascensión a lo más alto del macizo de Revolcadores, reconocida como la más alta cumbre del imperio murciano, con sus más de dos mil metros. Vamos, que sustituimos una romería campestre por una de alta montaña.

Cinco horas de aventura, con salida en el poblado de Las Odres (por cierto, que allí nos temimos que el aborigen nos hubiera tomado el pelo enviándonos por el camino equivocado, ya que ibamos sin mapa, gepese ni nada de nada -excepción hecha de una chori de considerables dimensiones que portaba nuestro gran guía espiritual, Estani, por si nos salía algún oso o alguna lagartija cuaternaria), mezclando a partes iguales senderismo, un algo de barranquismo y otro poco de rapel casero para no iniciados en esto de la ruta montañera (léase nosotros dos, los novatos), porque la ruta tampoco era como para hacerla en sandalias.

Lo cierto es que resultó emocionante alcanzar esas dos cumbres que pugnan por el reconocimiento de montaña más alta (Los Obispos y Revolcadores). Y seguro que embriagado por esta emoción (o lo mismo por la cerveza fría que nos esperaba abajo), es por lo que me atreví a "casi" asegurar que las otras dos "grandes cimas" que me planteo para esta temporada, y que, de poder completarlas me volverán a llevar a lo más alto, serán Valencia y Zarautz.

Espero que no sea este planteamiento como esas flores de falso azafrán con que nos topamos en la cumbre, o que no se queden en caca de la vaca, o más bien de la cabra, que también pudimos contemplar. Digo yo que si las tres zagalas se portaron, para la escasa preparación con que se presentaron, como auténticas campeonas, sin rechistar ni protestar más de lo que le es propio al género de pelo largo, yo también me puedo portar, aunque sea con las limitaciones que me son propias y que son, a saber: un escroto a prueba de bombas para el capazo de gandulería que suelo gastarme a la hora de entrenar.

Empero, me he prometido cuidarme un poco más. La empresa lo merece. No quiero probar el filo de la espada de Damocles (o el de la navaja antirreglamentaria del "sherpa" Estani) jugándomela en aventuras tan serias.

No obstante, queridos amigos, no perdáis detalle, pues lo mismo que anduve veloz e intuitivo en el asunto cervecero al llegar al restaurante donde solventamos el tema alimentario, ¿quien dice que no os puedo dar alguna sorpresa?... Y no me refiero a ninguna lesión que parece que es lo único con que os deleito, que si no es un esguince son los dientes. Tened en cuenta que como hoy estrenamos el otoño, todo esto que os digo no puede ser ya el sueño de una noche de verano.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

¡Cuidado que vuelve!

Pues si, queridos amigos. Es la noticia del día, ¿qué digo la noticia?... ¡es la bomba informativa tirando a repanocha! Seguro que ya todos los sabéis, pues se comenta por doquier, casi tanto como la vuelta al cole, la crisis económica o lo coloreada que estaba la yerba de nuestra querida Nueva Condomina en el partido de la selección española contra los amigos bosnios.

¿Pero qué dices, flipao? ¿que Amstrong va a volver a correr el Tour de Francia?... ¡pero pijo, si a quien yo me refería era a mí mismo!... Que si amigos, ¡QUE YA ESTOY AQUÍ!

Posiblemente no seré el triatleta con más cojones (que no lo soy, pues me ajusto a la media con mi par de ellos, y conozco a bastante peña que los tiene bien gordos, como si les hubiera picado una docena de avispas rabiosas), pero lo mismo estoy ahí-ahí, con lo de ser el que menos dientes tiene. Ya sé que es un privilegio bastante dudoso, por no decir penoso, pero hete ahí un rasgo diferencial.

Como veréis me dejé parte de la dentadura en el camino (creo que la cornamenta no se me esportilló), pero la lengua la tengo intacta e intentaré seguir haciendo uso de ella para lo que se tercie, ora sea desmenuzar la realidad vista por un miope y astigmático como servidor, ora sea para paladear esa buena cervecica que tanto nos ha venido refrescando para sobrellevar la que nos ha estado cayendo de calor hasta la fecha.

Y como septiembre, además del mes de los coleccionables, es el mes de los propósitos, dejadme que os informe de los míos para la nueva temporada que está comenzando, y es que, seguramente, lo mismo tengo un arrebato y me pongo a entrenar en serio para conseguir uno de esos retos que la mayoría de vosotros ya habéis superado, pero que un inconstante e inconsciente como yo, aún no había podido ni tan siquiera soñar. Me refiero al reto atlético por excelencia, con sus cuarenta y dos mil y pico metros, uno detrás de otro, muro incluido.

Le he estado dando vueltas y creo que es el momento. ¡La gloria me aguarda en Valencia...! No obstante, por si los acasos, lo mismo también le digo a mi prima Ana Belén que me aguarde, no vaya a ser que sea un fiasco y no me aguarde nadie además del fracaso. Es un riesgo que estoy dispuesto a correr... ¿no asumo el riesgo de invertir dos euros cada semana en la Primitiva y no pasa nada? Pues, ¡hala!... no se hable más. ¡Que se vaya ajustando los machos el tal Filípides que lo voy a dejar en mantillas!

PD: Por cierto, que yo sepa esto de los dientes de plástico no es doping, asi que nadie vaya por ahí diciendo que lo tengo fácil al haberme quitado el peso del robusto marfil.