martes, 25 de enero de 2011

Media de Santa Pola y el misterio del triatleta y los manguitos

Para otra cosa no, pero para lo que es inventar títulos rocambolescos para las entradas al blog, ¡se me ocurre cada cosa!...

Bueno, la verdad es que había pensado titularlo así como "el día que derroté a un ironman", pero me parecía demasiado pretencioso, para lo humilde que viene a ser uno, con sus entrenos en secreto y demás. Así que lo he cambiado por el que habéis visto, que mezcla episodios de fines de semana distintos. Por tanto, tiraré de memoria primero y empezaré por algo que se me había quedado en el tintero el fin de semana anterior al de la masificada media de Santa Pola.

Parte 1: el misterio del triatleta y los manguitos desaparecidos

Ya sé que puede parecer el titulo de una novela de intriga, así en plan Agatha Cristie, pero es que con la "pelaera" que caía el sábado por la mañanita al arrejuntarnos con el clan de los "santomeranos" y tirar para las Abanillas de Dios, a golpe de machetazo, resulta que, cuando nosotros ibamos con nuestras mejores galas invernales, se presenta el sin par pipiolo Alejandro, el mismo que nos ha prometido dedicarnos sus primeras victorias, porque no albergo duda alguna de que las habrá, que el crío además de músico es un portento físico (Alejandro, con todo esto que te digo ya me debo haber ganado alguna cerveza, ¿no?), con un maillot y un culote de manga corta, ¡y sin guantes!...

Yo estuve por preguntarle al zagal si es que acaso los había hipotecado para pagar el nuevo jumento que se ha mercado, pero viendo nuestra cara de estupefacción no tuvo más remedio que aclararnos el mismo que algo de fresquete en la punta de los dedos si que tenía... ¡manda huevos! ¡yo con los míos más congelados que los de una merluza en un barco del capitán Pescanova y el tío sale con que tenía algo de "fresquete" en la punta de los dedos!...

Lo mismo fue por eso por lo que se puso a tirar como un poseso, y también fue por eso por lo que yo me las veía y me las deseaba para aguantar los coletazos al final del amorfo grupo... aunque soy de la opinión de que aquella amalgama de cuádriceps que habíamos formado subiendo para Abanilla no llegó a ser un grupo compacto ni doscientos metros.

Seguramente, además del de los manguitos, hubo otro misterio que algunos no habrán conseguido desentrañar todavía, y es que por qué me empeñaba en arrancarles en cada bajada si en cuanto volvía a equilibrarse la carretera me pillaban y me dejaban más cortado que un tetrabrik de leche abierto desde hace tres semanas, sobre todo teniendo en cuenta que me había apuntado a una transición de tres cuartos de hora a pie después de los sesenta kilómetros de bici... ¡No tengo respuesta! Y tampoco sé como terminé vivo, pero lo cierto es que aquí estoy contándolo.

Parte 2: media de Santa Pola 2011

Decir que ha sido la media maratón en la que más he disfrutado de todas cuantas he corrido (y ya son una docenita, sin contar las de los 3 medios IM que he terminado) tampoco tiene mucho mérito, porque algunas podría decirse que sólo las he corrido a medias. Del mismo modo, será difícil explicárselo a cualquier maquinorro de los que si van a cinco el kilómetro se retiran porque para competir con tortugas se compran un acuario...

Tampoco da para presumir mucho si se observa la clasificación, porque resulta que han llegado por delante de mí unos 4000 tíos... creo que es preferible empezar por detrás y resaltar que he llegado por delante de 3000 tíos... ¡si, así mola más! ¡y ya es la repanocha poder afirmar en mayúsculas, que HE LLEGADO ANTES QUE UN IM, y sin ponerle la zancadilla ni nada... (creo que lo de decir "sin entrenar" no cuela, porque el susodicho me ha estado espiando y sabe que salir de casa en pantalón corto y con mis pantorrilleras, al menos lo hice una vez la semana antes de la carrera, por lo que, siendo yo quien soy, puede decirse que estaba sobreentrenado, jaja). Pero no ahondaré en este tema de haber conseguido llegar antes, más que nada porque en la siguiente carrera me dirá que me vaya a patita para ir calentando en lugar de llevarme en coche, o más bien porque siendo honesto está claro que ha sido un accidente que dificilmente se repetirá en cuanto vuelva a su nivel habitual, que para eso es un IM.

Pero a lo que iba, que esta vez, además de correrla de principio a final, lo he hecho con una regularidad que hasta a mí me sorprende. Me había fijado como objetivo acercarme a 1h45, y creo que lo he conseguido con creces (1h46'34), sobre todo teniendo en cuenta que salimos muy retrasados y que fuimos combinando la disciplina atlélica con la nueva modalidad olímpica: el eslalon santapolero, consistente en ir metiendo codos por doquier y sorteando corredores durante 21 kilómetros, ¡que se dice pronto!, pero que seguro que un par de cientos de metros demás si que te obliga a hacer. La parte buena es la psicológica, porque no dejas de adelantar gente durante toda la carrera. Seguro que eso y olvidarme del ritmo de los demás (práctica que tan mal me sentó en carreras anteriores), han sido las claves de mi modesto éxito. Bueno, y también que no se pasara por allí el Lobo, que tengo comprobado que es estar él delante y a mí me sucede una desgracia, jaja.

Ya me están intentando tentarme con Orihuela, pero yo he empezado a pensar en la temporada de duatlón. El año pasado me la perdí entera por esa razoncica que en su momento fue la causa de que dejara de entrenar y toda competición, y que ahora me tiene loco, y que me hace ir detrás de ella todo el rato; seguro que esto cuenta como entrenamiento. Al menos a mí me cansa igual.

Antes de terminar una advertencia y es que no descarto seguir derrotando a aironmanes que se descuiden un poco y se duerman en los laureles, así que ojo avizor.

martes, 11 de enero de 2011

11111

Si estás leyendo esto es que no te ha tocado la lotería. Iba a empezar con el topicazo ese de "año nuevo, vida nueva", y aunque le he hecho unos apañicos visuales al blog, esto no deja de ser como que Falete se haga la liposucción en un moflete del culo, porque las células adiposas por mucho que las desinfles vuelven a su ser si en lo del manduque va uno con superávit. Vamos, que si, estamos de estreno de nuevo año, pero en lo que a mí respecta poco ha cambiado.

Mi vida, felizmente, cambió hace unos meses. Y desde entonces el sueño que se hizo realidad sigue pareciendo un sueño (toco madera o melamina o lo que se pueda tocar para que no cambie), así que he dejado a los Reyes Majos tranquilitos este año, que yo, que siempre he sido de buen conformar, me siento el más afortunado del mundo con nuestro regalico moreno.

En lo triatlético, todo sigue igual también. Por mucho que se rumoree que entreno con nocturnidad y matutinidad, aquí no hay sueño cumplido ni pollas en vinagre ni nadie ha de temer nada: parece que entreno porque me tienen vigilado (parece que ahora soy el rival a batir por ciertos aironmanes que parece que se están amanerando, jaja) y cada vez que salgo alguno de la cuadrilla se cruza conmigo. Y claro, con ese correr mío y esas pintas que debo llevar, ¡como para no fijarse!

Pero parece que tengo suerte y de momento me respetan dolores, molestias y lesiones (aunque con lo que entreno sería de muy gafe lesionarse), así que preparaos para el festival que este año voy a dar en el circuito murciano de duatlones, triatlones y todos los "ones" que haya que hacer.

Por cierto, ¿os habéis fijado que hoy es un día de números uno? ¡Y no, no es mi santo! Porque yo número 1 sólo podría aspirar a serlo dando la vuelta a las clasificaciones. Así que, si bien podría parecer que en el título se me ha ido el dedo pulsando el "1", para los que gocéis con estas mariconadas de las fechas curiosas, recordad que un día así no lo vamos a volver a ver (salvo firma expresa de pacto con el diablo, o que los científicos de la Universidad de Machachuset descubran que el limonchelo es el secreto de la eterna juventud): nada más y nada menos que 11 del 1 del año 11.