viernes, 23 de julio de 2010

El día en que Güinidepú convenció a Jelokiti para irse de marcha

Algún día tenía que ser. La infancia no puede ser eterna, aunque deberíamos procurar entre todos que nadie se quedara sin ella -de este tema se habla mucho con la boca grande, pero luego hacemos cosas muy pequeñas-.

Y es que ya le iba haciendo falta a Güinidepú dejar de comer miel en el bosque de los cien acres, que aunque no lo hubieran dicho, tenía a las abejas de los contornos hartas de fabricar y fabricar miel como si no costara, y a puntito mismo de llevarlo a los tribunales por apropiación indebida, por abuso de poder o por cansino, a saber.

Me he leído la biografía del personajillo éste, con su simpática barriga y su carita de no haber roto un plato en su vida, ¿y qué queréis que os diga? ¡que sí! ¡muy de Walt Disney, que fue quien descubrió el filón! ¡pero ya empezaba a cansar!

Menos mal que ha llegado la Jelokiti esta, que tiene unas pintas de moderna y de consumista que se caga la burra, y se lo ha llevado de marcha. En el fondo hacen buena pareja: el uno un setón y la otra una pija, ¡ale, a crear osigatos para este mundo que además de no trabajar siempre querrán ir de punto en blanco!

¿No os ha pasado alguna vez? ¡menuda decisión! ¡momentazo ese de tu vida en el que te haces o del Madrid o del Barsa! ¡de Nike o de Adidas! ¡de Lancome o de Bulgari! ¡de Moris Lacruá o de Festina! ¡del Zara o del Berska!... ¡vaya camino de espinas! Con razón se habla de lo duro de esta vida.

Pobres niños, ni se imaginan lo que les espera. Se volverán locos y no terminarán nunca de decidirse si prefieren ir con la camiseta del osito Güini, o con el top de la Jelokiti... ¿y qué decir del Pocoyo? ¿y cómo olvidarse del amarillento y esponjoso Bob y sus amigos acuáticos? ... Y en cuanto seas mayor de edad infantil y manejes móvil, un presupuesto semanal superior a la renta percápita anual de siete poblados africanos, y te muevas con soltura diciendo lo de "tía" no sólo a las hermanas de tus padres, ¡a tontear con la Jana Montana de turno y sus cientos de tonterías sacacuartos del merchandising!

Por eso me alegro de que Güinidepú haya madurado y deje de ser un amuermado. Hay que empezar a salir un poquito más, que ya vas teniendo una edad, amigo Güini. Aunque no pienses por ahora en buscarte la independencia, así en plan Estatú ni nada de eso, que tampoco hay que irse al otro extremo. Tú con moderación, como la juventud moderna, una especie de tercer grado: todo el día en la calle y sólo vuelves a casa a dormir.

lunes, 5 de julio de 2010

ACORRALADO

No tengo los biceps de Stalone, y en el "cuerpo a cuerpo" (face to face, que dirían los anglos) creo que dispongo de un poder de diálogo considerablemente más consistente que el referido musculitos (algo que no es demasiado difícil teniendo en cuenta que de parlanchín aún no le han dado un papel al amigo Silvestre), pero la verdad es que me siento un poco ACORRALADO últimamente, con tanto aironman a mi alrededor, de gentes con las que he tenido el honor de compartir tantos buenos raticos -de los menos buenos me olvido, ¡que se note que soy selectivo, que para eso aprobé en su día la selectividad!-: Stanis, Juan, Campillico, Mitxel, José Pascual, y en breve Jesús, y Pepe porque no le dan las horas del día preparando sus guisos, que si no también lo teníamos ya).

- ¡Coronel Truman! ¡Coronel Truman! ¡que vienen los charlis! ¡no siento las piernas!

Y digo yo que es bastante normal no sentir las piernas, sobre todo después de marcarse un IM. Me cuentan los que lo han vivido que los días siguientes al gran día le darían un beso en los morracos al invento del pasamanos y las barandillas, gracias a los cuales pueden subir y bajar escaleras reduciendo el riesgo de desmorrarse para regocijo de las clínicas odontológicas. Yo, que soy más blando que un paquete de mantequilla en los Monegros, he notado esa sensación (la de no sentir las piernas) con bastante menos, por lo que no creo que en esta vida salga en post del "sueño férrico", por mucho que me insistan en que yo podría acabarlo, aunque fuera en 15-16 horas.

Precisamente en lo referido a esto de los tiempos, los hay que opinan que eres de hierro acabando un IM, y otros, más exigentes, que los únicos finishers son los pro, los que rondan las 8 horas, un poco como para no desmitificar la gesta. Pero digo yo que todos no podemos aspirar a ser Nadales del triatlón. La forma que yo encuentro de colaborar en esto de no quitarle "glamur" a cruzar la línea de meta de un IM es decidiendo que no es para mí, que en el hormiguero global en que vivimos, cada uno tiene su cometido, y el mío, por más que me gustara poder presumir de chapa es otro.

Eso no significa, empero, que servidor no vaya a seguir con sus globerías, pero sólo a "media jornada". Vamos, de medio IM "tólomás", en plan superviviente de Elche. Aunque no descarto aderezarlo algún día (no muy lejano) con un asalto a la Maratón, a poder ser sin tirar mucho más de cuatro horas.

Por tanto, amigos tris, ¡seguid acorralándome de metal!... ¡me encanta ilustrarme con las experiencias aironmaníacas de mis amigos! Yo escucharé atento vuestras historias, hasta que el alcohol de la cervecica que ha de acompañar irremediablemente tales narraciones, secuestre mis sentidos y me lleve a ese mundo onírico donde todo es posible... Alicia estará allí, con el león, aunque yo seré un poco como su amigo el de hojalata, propenso a oxidarse con tan ralo entrenamiento como el que suelo practicar.