sábado, 7 de febrero de 2009

BABEL SIGLO XXI


La Torre de Babel es una construcción mítica mencionada en la Biblia. Según se narra en el capítulo 11 del Génesis, los hombres pretendían, con la construcción de esta torre, alcanzar el Cielo.


Para evitar el éxito de la empresa, Yahveh -que se oponía al propósito de que la humanidad se extendiera por toda la superficie de la Tierra, se multiplicara en ella y la sojuzgara-, hizo que los constructores comenzasen a hablar diferentes lenguas, luego de lo cual reinó la confusión y se dispersaron.

Y de ahí a nuestros días, a pesar de lo que ha llovido -diluvios universales incluidos-, podemos decir sin temor a equivocarnos, que seguimos sin entendernos, a pesar de los denodados esfuerzos que hizo Pierre Athanase Larousse ("Larús" a secas para los acólitos del movimiento enciclopédico universal) o del amigo Collins y sus diccionarios en ciento y la madre de idiomas, que no parecen servir ni para ponérselo un poco más fácil a generaciones y generaciones de bachilleres en nuestro país, huérfano de ese espíritu de descubrir los idiomas o los intríngulis de las matemáticas principalmente, casi tanto como desprovisto de decencia política.

Vamos, que no nos entendemos porque no queremos. Trasladamos la leyenda de Babel a este raro siglo veintiuno en el que estamos. Ahora se habla de crisis donde hasta hace poco se hablaba de abundancia, derroche y estipendio. Se habla de espionaje y contraespionaje político, pero no aparece el espía por ningún lado. Los que estamos en la base de la pirámide seguimos sin enterarnos de lo que dicen los faraones, allá en lo más alto, por más preguntas que tengan en la tele para el señor de las cejas. Hay hasta quienes dan de baja el teléfono de casa porque tienen móvil, con su cámara de tropecientos megapixeles, y se sienten protegidos, a la vez que espiados desde que saben que pueden tenerte controlado por gepese.

Pero ni el abuso de esemeses nos ha hecho más libres y nos permite estar mejor comunicados como interesadamente nos quieren hacer creer los poderes celestiales del estado y las empresas telecos. Seguimos siendo una pandilla de crédulos, y las milongas de los beneficios de la globalización ya no se las cree ni el gato de mi vecino.

¿O es que esto de la globalización sólo sirve para que me pongan en las noticias de la caja boba -horario "praintain"- lo que ha ocurrido entre dos jugadores de rugbi en Australia en un entrenamiento?... ¿y qué si uno le ha dado a otro un buen mamporrazo en todo el morro? ¿acaso es eso noticiable? Lo vi ayer y no daba crédito (mira tú, ¡como los bancos!).

El espíritu de Babel sigue vivo, ¡viva Babel! Que reine la confusión, que en rio revuelto ganancia de pescadores. Y ya se sabe quien tiene la sartén por el mango. Y que quien parte y reparte se lleva la mejor parte.

He leído que durante cuatro siglos arqueólogos occidentales intentaron ubicar la torre de Babel en la zona del actual Iraq. Vete tú a saber si el descabalgado Bush era realmente un visionario, una especie de Indiana Jones (léase con jota, como las bolsas testiculares) que buscaba con ahínco la mayor de las armas de destrucción masiva: la falta de entendimiento entre las culturas y las razas y, por ende, los peligros del aislamiento y del come-come neurnoal. ¡Y nosotros pensando que era un caradura, amigo de darle al botón de las ejecuciones como ese testigo de Jehová que no se cansa de pulsar el timbre de casa para difundir el mensaje divino que creen haber descifrado al fin!

¿Entiendes ahora, amigo lector, la razón que me indujo a hilar esta verborrea tan ostentórea y rebuscada en torno a un tema aparentemente tan descabezado y falto de sentido? Sobre todo cuando podría estar narrando mis avatares y sensaciones en el reciente Duatlón de Torre Pacheco, o las razones por las cuales se desinfló en mi ánimo el reto de alcanzar el karma maratoniano este mismo febrero en Valencia.

Si no quieres leer más porque se te empacha el cerebro, tengo una excelente noticia y es que no tienes que esperar a que hagan la peli porque ya está hecha. Se llama "Babel", a secas. Protagonizado por Gael García Bernal, y dos chicos "tt" (el rubiales Brad Pitt y Cate Blanchett), está basada en la Torre de Babel, donde, como dicta la leyenda, se unen todas las razas. En este caso, se unen mediante un rifle, que es regalado por un japonés, a un marroquí, éste se lo vende a otro marroquí para defender a sus rebaños. Con este rifle, los hijos del marroquí, hieren a una estadounidense, y a su vez los hijos de la estadounidense, están con unos mexicanos.

No contaré el final, pero adelanto que, en esta ocasión, Brus Güilis no estaba muerto. Eso sí, es fácil imaginar que hay derramamiento de sangre, que esta, por desgracia, más que una leyenda de nuestra Humanidad es la pura (también vale ponerlo con "t") realidad.

2 comentarios:

Jesús dijo...

Me gusta tu versión cinematográfica de la guerra de Irak.
El aventurero en busca de la legendaria torre maldita que condena a la humanidad a no entenderse.
Ja! Que bueno.

Escéptico te veo: No oiste hablar de la "crisis súbita". La de un día para otro sin avisar. De la que no tiene nadie la culpa.
Espias que no aparecen: que mas normal que un espía sea invisible.

Quien se incomode porque lo vigilan con cámaras o el gps, es que no tiene la conciencia muy tranquila. Algo tendrá que ocultar.

No te preocupes por el Maratón. Mucho mas divertido será lo de Elche.

Creo que veré esa peli de Babel, a ver que tal está.

XARLI dijo...

Jesús, es que procuro ver todas las de "otra forma". Si nos fiamos de todo lo que nos largan los medios sin ponerlo en duda, aunque sea mínimamente, nos seguirán tomando el pelo eternamente.
En cuanto a esa teoría tan partcular que explicaría la invasión de Irak... weno, resulta casi tan increíble como las explicaciones que nos vienen dando nuestro gobierno -sea del signo que sea- en relación a crisis (ya sean económicas o de espionajes políticos).
En lo deportivo, con el maratón absolutamente descartado (y su penilla que me da, no te creas), me hace ilu el plan "C", y lo voy a intentar con todas mis fuerzas. Ahora sólo faltan que "la fuerza me acompañe", ja,ja