viernes, 12 de octubre de 2007

El día en que los tomates se convirtieron en bien de lujo

Érase una vez una huerta donde todos los frutos de la tierra que servían de sustento a los hombres y mujeres de la zona, convivían en paz y armonía. Ninguno de ellos era discriminado por razón de raza, color de la piel o religión (bueno tampoco sé muy bien la religión que puede profesar una col de Bruselas o un nabo, con lo inanimados y poco expresivos que son ellos en sí...).

Las lechugas, con sus estilizadas y elegantes hojas verdes, color clorofila, compartían caballón con calabacines, cebollas y cebollinos, ajos porros, carnosos pimientos y otros productos de temporada. Y en lo tocante al riego, no hubo manifestaciones multitudinarias en contra del reparto del agua. El agricultor, que no era político, y quería a todas sus plantas por igual, la distribuía según las necesidades que le son propias a cada uno de estos herbáceos seres vivos.


A la calabaza, cucurbitácea de pro, no le molestaba que los otros habitantes de la tahulla le recordaran su condición de planta rastrera. El significado peyorativo de este adjetivo lo descubrió el hombre, cegado paradójicamente por un deformado instinto de trepar, a pesar de los pesares o de quien se pusiera por delante.

Lo de la planta del tomate, de la familia de las solanáceas, con sus coquetas flores amarillas, es otro cantar. En aquellos tiempos era tan solo una más del erial. En su niñez se vestía de verde sin protestar. Al alcanzar la pubertad sus mejillas enrojecían, pero no de vergüenza. Era entonces cuando, recogido con amor y esmero, y convenientemente regado por un buen chorro de aceituna exprimida y con una pizquita de sal, tenía la capacidad de maravillar con su inconfundible aroma y delicioso sabor.

A partir del siglo xviii, los catalanes lo maridaron con el pernil y el pan, y desde entonces se ha llamado "catalana" al típico bocadillo de jamón con tomate de esos que me gustaba merendar de crío. Los italianos lo encumbraron junto al queso rallado como base inexcusable de su archimundial pizza y los americanos (¡en fin!... no podíamos esperar otra cosa de ellos), lo estrujaron y apachurraron (como si se tratara de cualquier país invadido por ocultas razones politico-económicas), inventando una pseudo-salsa a la que bautizaron con un ridículo nombre de grupo musical aserejé.

Llegó a convertirse en la estrella de un programa de la tele basura con que nos atormentan las emisiones de rayos catódicos día tras día y, lo peor de todo, los ingenieros agrónomos consiguieron clonarlo hasta hacerlo transgénico y castrarlo químicamente para que no pueda ser usada su simiente, inventando mil variedades, cual de ellas más insípidas. Total, como ya le pasara en tiempos a la princesa de Rubén Darío, que estaba triste, porque había perdido la sonrisa y el color, el tomate, que llegara a ser la alegría de la huerta, aunque siga siendo rojo, su gracia y sabor ha perdido, y nadie sabe como ha sido.

Tampoco persona alguna acertaría a entender el por qué ha terminado convirtiéndose en un producto selecto, de precio prohibitivo para cualquier economía mileurista, que ha de conformarse con comprar botes del tomate de pera, el pariente pobre de su alteza el tomate de Muchamiel, el tomate Daniela o el canario y de Mazarrón.

Hete aquí la historia reciente del Lycopersicom esculentum, el que fuera, otrora, carnoso y aromático fruto, ha terminado subiéndose a la parra de la economía.

¿Tendrá la culpa el licopeno
del que dicen que está lleno?
¿o su capacidad, en la que nunca pensé ni por asomo,
de eliminar el exceso de plomo?

MORALEJA DE ESTA FÁBULA EJEMPLAR:
¡Ay si siguiera vivo Rubén Darío!
¡Qué de hostias me Daría!

6 comentarios:

stani dijo...

Acho que lo he leído tres veces y no encuentro el mensaje ese que tanto te gusta poner entre líneas.... ponmelo más facilico pijo....

Andreseitor dijo...

Como diría uno que yo me conozco: "el que quiera tomates, ¡que los cultive!"

XARLI dijo...

A ver Stani: ¿tú sabes quienes fueron, por ejemplo, Esopo y Samaniego? ¡una pista!... no eran futbolistas del Real Madrid.
Weno, pues eso, que una fábula puede ser más o menos fabulosa, pero por algún lado le sale la cosa de la crítica. ¿De verdad que no ves el toquecillo ese mágico que le doy?
Mira como Andriu si lo pilla. ¡A ver si va a resultar que es cierto eso de que con la edad...!

stani dijo...

Acho, pero como voy a comprar yo tomates! yo los planto en mi huerticico y luego me los como, y tengo tomates hasta el invierno con un poco de suerte, olé.

Anónimo dijo...

Ha sido leer esto y pensar en comer una buena ensalada de tomate, cortada en rodajas (a mi en gajos no me gusta) con aceite de oliva y ajo! ¡que rico! ¿esta tan caro el tomate? es que a mi me lo regalan, y lo cojo como si me dieran piedras, será hora de empezar a valorarlo.

XARLI dijo...

¿Véis como al final tengo razón? Eso es o porque soy un santo, que son los que tienen más razón, o porque soy un poco tonto, y por eso me la dáis.
Stani, estoy dudando entre plantar mis propios tomates en las macetas (en lugar del cannabis que me traje de Holanda este verano), o buscarme a algún amigo que los tenga, como Gorka, para que me los den...