lunes, 12 de mayo de 2008

Superhéroes y Olímpicos


Dice un conocido refrán que "quien se acuesta con niños, amanece meado", que es tanto como soltar aquello de "dime con quien andas y te diré quien eres".

Ante tal aluvión de sabiduría popular, me pregunto yo si acabará pasándome a mí lo mismo, frecuentando las compañías y grupúsculos de majaretas con los que me ha dado por intimar de un tiempo a esta parte. Pero que no se asuste nadie, porque, en principio, la cosa es para bien y estoy en el bando de los buenos, lejos del lado oscuro de la fuerza, de Gineses, Julianes y Rocas de poca monta.

Imagino que mi intento por crear un mínimo de expectación habrá sido baldío porque ya todos sabréis a qué me estoy refiriendo. Pero, como diría el mismísimo Jack el destripador: ¡vayamos por partes!

Lo primero es lo primero, y que quede claro ante todo, que a mi no me ha meado nadie todavía. Digo esto para evitar que alguien le pueda dar por tomarse en plan literal lo apuntado en el primer párrafo, porque estamos hablando de supehéroes, de esos que, en lugar de salir del armario, están saliendo del cómic, para convertirse en héroes del celuloide y de la alfombra roja. El último de ellos -aún en cartelera-, como no podía ser de otra manera, es IRONMAN: ¡ya sabía yo que no podían tardar mucho en caerse del burro por los jolivuses para dedicarle el debido homenaje a dos de mis colegas de cerveza! Lo que no me queda claro es lo del pijama que hacen vestir al tipo este, si se supone que es un tío duro, capaz de las mayores gestas deportivas y humanas.

Por eso, a todos esos superhéroes que conozco, que no se cambian de acera cuando se cruzan por la calle conmigo, y con los que comparto uniforme de aspirante a héroe cada vez que nos enfrentamos a una nueva gesta: ¡muchas gracias! ¡va por todos vosotros mi recién conseguido rango de "olímpico" en las remansadas aguas de nuestro Mar Menor! (escalafón éste por debajo de hombre de hierro, finisher y tío duro del copón, pero que también tiene su mérito).

Como toda historia que se precie, este sueño olímpico que he conseguido hacer realidad a la primera, cuenta con su planteamiento, su nudo y su desenlace. Y no necesariamente por ese orden, que es el que marcan los cánones. Permitidme que me explique. Para ello me remontaré a los albores de la presente temporada, cuando allá en la pista del Estadio Monte Romero (el campus, para que nos entendamos)nos castigábamos con los "etés" de rigor, pensando en la pretemporada de Medias (de las cuales he escurrido el bulto con notable agilidad).

UNO - Planteamiento

Mis modestas pretensiones, por entonces, se centraban en realizar una cifra respetable de duatlones, triatlones y duatlones cros (todos ellos en su modalidad "sprint"), para aspirar al honorífico reconocimiento de la federación de triatleta "cubertén". Sin ir más lejos, he ¿disputado? seis de los ocho duatlones que se han disputado en el circuito de Murcia (75%), cifra más que razonable dada mi endémica y persistente abstinencia de entrenamientos regulares.

Pero hete aquí que, a ese otro yo competitivo que lleva uno dentro, agazapado en lo más recóndito, se le antojó subir el listón para intentar rizar el rizo y conseguir superar el encasillamiento en las distancias cortas: ¿qué mejor que intentar acercarse a la larga distancia con el salto cualitativo a la distancia olímpica (1'5/40/10)?

Como no tengo entrenador a quien consultar, tan sólo tuve que explicarle a mi encantadora media naranja que esa especie de locura transitoria no iba a conllevar ningún efecto colateral que afectara nuestra convivencia, pues tampoco iba a subir la dosis de adecuamiento físico a estas alturas (perdonad la retórica, pero es que llamar a eso que yo hago "entrenamiento" me parece ofensivo para los que machacan su cuerpo día tras día). Vamos, lo justico para no perecer en el intento y poder llegar a meta sin ayuda de los voluntarios de protección civil.

DOS - Nudo

En fin, todo esto que parece el planteamiento, conforme se acercaba la fecha del reto (día 11 de mayo) se iba convirtiendo en un nudo, no sé muy bien si en el vientre o en el "bajo vientre", porque tuve síntomas de ambas cosas: reconozco que mis entrevistas con el señor Roca (¡nada que ver con el enchironado que tanta relación, por cierto, tiene con la localidad donde se iba a disputar el olímpico por vez primera!) se intensificaron en las últimas jornadas (aunque nada tiene que ver el reto-revancha que me habían planteado desde la residencia de los Urban) y, asímismo, noté un particular carraspeo en la garganta (¿o se trataba de la metafórica corbata que forman las bolsas testiculares como consecuencia de la ansiedad y el canguelo?).

Para que no faltara de nada, al señor de las lluvias le dio por darse un paseíto mayero, manteniendo retenido al bonachón anticiclón de las Azores en mitad del inmenso charco Atlántico. Así, de paso contribuía a reducir la agria polémica suscitada sobre la etimología de la palabra trasvase (¡pedazo de disquisición lingüistica la que hemos estado viviendo en los últimos tiempos a cuentas de los movimientos de las aguas intrapeninsulares!). En suma: que todo hacía presagiar que, además de regalarle a la tierra una lluvia estupenda, nos iba a obsequiar con un triatlón tirando a cuadriatlón. La empresa parecía, por momentos, tomar tintes de odisea épica para un principiante, novato, inexperto y poco preparado como yo.

Imagino que fue ese negro panorama (tanto en lo meteorológico como en lo meramente deportivo) lo que me llevó a realizar un sacrificio sin precedentes: buceé en armarios y cajones en pos de mis olvidadas gafas de buceo (se llama natación únicamente cuando se va por encima del agua), busqué denodadamente mi flotador con forma de equino marino y me arrimé a una piscina para iniciarme en el ars natatorius, con la sana intención de no darle trabajo a los vigilantes de la playa que estarían al quite de cualquier ahogamiento que pudiera darse en los 1500 metros de la olímpica natación alcazareña (más tarde pude comprobar que fue un completo acierto pues en caso de ahogamiento no me hubiera asistido ninguna Pamela Anderson marmenorense, pues no las había en los equipos de rescate).

Con ese anecdótico paso por la piscina, un par de salidas a lomos de "Jorgita" haciendo las veces de escudero de un hombre de hierro intentando aguantar, hasta donde me daban las fuerzas, las exigentes ejercicios de transición sabatinos (gracias Stani, por tus enseñanzas, ¡hay que ver lo que se aprende a rueda de un machaca de la ruta!), y algún que otro amago de superar la hora a pie -para comprobar si iba a ser capaz de aguantar los diez kilómetros del tercer sector olímpico-, me dispuse a afrontar el gran reto. Ya no había marcha atrás.


TRES - Desenlace (o meollo. Vamos, la prueba en sí, que es lo que os interesa)

Como en Los Alcázares es donde pegamos la gorra en la temporada estival, y disponemos de fonda familiar, llegamos la tarde antes en plan concentración. Por momentos me siento un deportista de élite pues nos acercamos a ver los preparativos de la zona de boxes. Intento no pensar en lo que me espera al día siguiente, ni tampoco en si la lluvia se presentará o decidirá dar un respiro. Tan sólo me pregunto si no nos habremos equivocado de pueblo, porque esto parece alguna pedanía marroquí... En el verano pasan desapercibidos, pero cuando no hay turistas, da la impresión de que estuvieran volviendo a invadirnos desde el norte de Africa de forma silenciosa.

Por la mañana ya sí que sí: ha llegado el gran día. Para mí, porque para los que están acostumbrados a darse tutes férricos, esto es parte del entrenamiento, y se lo ventilarán en poco más de dos horas, cuando yo tengo calculado que me acercaré más bien a las tres.

El sol, que parecía haberse atado bien los machos y decir que ya estaba bien de mostrarse segundón, se ha rajado, y las nubes, que son femeninas y mandan lo que se les pone, como las carretas, se lo han dejado claro en seguida al reluciente astro: hoy volverá a reinar la humedad, aunque da la sensación de que nos respetarán antes de la salida, mientras ultimamos la parafernalia del triatlón: recogida del dorsal, saludo de rigor a los conocidos, pintarrajeado del número en brazos y piernas, y demás mariconeo de rigor, como el obligado untamiento de vaselinas, aceites o ungüentos varios para enfrascarse en los trajes de hombre pez.

Antes de comenzar la carrera, por tanto, me encuentro ya con algo nuevo para mí. Ya he disputado con anterioridad otros triatlones, pero nunca antes me las había visto cara a cara con un neopreno, y no creo que haya mejor oportunidad de emparentarme con un pingüino (o con una foquita, si tenemos en cuenta mi generoso buche). Mientras me embucho en él, cual salchicha de matadero, me comenta un espectador, que parece entender del tema, que no escatime en lo de la vaselina, sobre todo alrededor del cuello. Por suerte no tiro de soberbia y deduzco que lleva razón el chaval cuando veo que otros triatletas llevan el cuello blanquecino, por lo que procedo a la aplicación de la crasa sustancia derivada de la parafina.

Aunque confío en que a nadie le dé por encenderse un cigarrillo a mi lado y me salte una chispa que pueda achurrascarme, me voy con la manada de hombres de negro parafinado a intimar con las tranquilas aguas de esa joya de laguna salada que tenemos en nuestro litoral. Tengo serias dudas de si podré moverme, pues no me había visto dentro de este disfraz acuático nunca. Uno que es así, y que se espera al día de la carrera para probar nuevas sensaciones.


Me empiezo a sentir como si me fuera a casar: llevo algo nuevo y prestado (el neopreno), y el recuerdo del triatlón de Cartagena de la pasada temporada -donde pasé en el agua más frío que un pollo sin plumas en un congelador-, me hace pensar en azul. Azul frío. Tengo algo nuevo, algo prestado y algo azul. En esta tesitura me sacan de mi runrún los gritos de guerra de "Acuaman" -viendo la foto que me sacan junto a él me siento grande-, y recuerdo que tengo 2 objetivos en el primer sector: no ahogarme y salir del agua como sea antes que maese Paco.






Dan la salida. Mientras nos adentramos a pie hasta donde dan las piernas, con el estruendo del chapoteo de ciento y pico zumbados como yo entrando al agua, vuelvo a sentir cierta euforia, pero en cuanto me sumerjo e intento sacarle lustre a mi basta técnica de avance, se me diluye todo el optimismo y me comienzo a sentir mal. No he calentado y tengo la musculatura más rígida que la señorita Rotenmeyer. Hasta la primer boya (lo que es propiamente uno de los catetos del triángulo al que hay que dar dos vueltas -yo si que soy un cateto-), no consigo encontrarme a gusto. Como aún veo gente por detrás me animo y comienzo a intentar imitar a nuestro primo delfín, por aquello de que también es un mamífero, pero descubro que no tengo niguna carga genética que provenga de tan simpático animalillo, así que me limito a ir avanzando lo mejor que puedo. A esas "alturas" de la clasificación hay respeto: yo no adelanto a nadie y tampoco nadie me adelanta, al menos según intuyo, porque las gafas de ver me las he dejado fuera.

Treinta minutos después, toco tierra y mentalmente empiezo a tachar la tarea que he terminado. Mientras salgo del agua me voy quitando el neopreno, ¡como los buenos me digo!... Pilar me pregunta por su marido... ¡cojonudo! ¡ya voy por delante de Garban! ¡a ver si me da la correa para que no me pille en la bici!

Porque ahora tocan cuarenta kilómetros de bici, ¡y no le he puesto las cubiertas de agua!... No hay ningún mecánico en boxes para pedirle que, en lo mismo que le cambian a los F1 las 4 ruedas, tenga el detalle de ponerme a mí unas cubiertas en condiciones. Habrá que sacar el manual del pilotaje, porque el de la transición todavía no me lo he estudiado.

Vale, ¡no la cagues en la primera curva que hay mucha gente y además del raspón se van a descojonar de tí!. Nueva prueba superada. Pocos metros más adelanate, y justo antes de salir a la nacional que atraviesa el pueblo, por donde han diseñado el trazado (5 vueltas de a 8 kilómetros), mi padre me anima en plan madre: no corras y lleva cuidado. ¡¡Joder, padre!! ¡¡que soy tu segundo vástago varón!! ¡¡vale que jurara bandera en la mili de botiquín, pero ya verás que dominio!!...

Y efectivamente, encima de la bici me encuentro a gusto desde el primer kilómetro, y como soy animal de manada consigo grupo inmediatamente. Además, con las ganas del italo-cartagenero (Maurizio) con el que ya coincidí en el duatlón de San Pedro, tengo la sensación de que vamos a ir bastante deprisa. Lo mismo hasta demasiado...

Tanto es así que, al inicio de la segunda vuelta, cuando nos dobla el grupo de cabeza, hace por engancharse a rueda y nos deja. Nos quedamos sin lider espiritual pero también un poco más tranquilos, porque ahora los relevos los vamos haciendo un poco más uniformes y no vamos a tirones explosivos. He de aclarar, para compañeros incrédulos que no tuvieron el placer de verme en carrera al frente del grupo en el que iba encuadrado, que hay documentos gráficos que certifican que no fui todo el tiempo como un marqués duchado chupando rueda. Casi se agradecía ponerse el primero... En cuanto dejabas de tener sed era lo mejor.

He leído al "hijo del viento" decir que cuando te ponías a rueda parecía como si te echaran agua con una alcachofa de ducha. No puedo estar más de acuerdo. ¡¡Enhorabuena Stani, ya empiezas a dominar el arte de la metáfora además de los artes implícitos del triatlón!!

¿Sigo?... Pues claro, ¿por qué no iba a seguir? Seguía teniendo atrás al amigo Paco, a una distancia prudencial, que me garantizaba cierto margen para la carrera a pie. Pero era consciente de que, antes o después acabaría deshaciéndose de mi. Yo lo sabía desde el principio (porque faltaba la carrera a pie y me tendría que llegar el bajón de rigor), pero me deja un estupendo sabor de boca saber que todo un hombre de hierro sufrió durante más de una hora pensando en lo que pasaría si no me daba alcance...

Y aguantar, después de la segunda transición (que me tomé con la filosofía y sosiego propios de un "globerman" como yo) durante la primera vuelta de cinco kilómetros, fue casi de premio.

Al final, el bueno de Garban (¡enhorabuena tío, yo de mayor quiero tener más pelo que tú pero las mismas piernas!), me pilló. Lo que casi nadie sabe es que me avisó con el código secreto que tenemos en nuestro equipo para advertir del adelantamiento: tocarnos el culo... ¿qué quieres que te diga? Al que adelanta le da gusto adelantar, y al que se queda atrás, pues eso, culico contento por lo menos.

A pesar del sufrimiento postrero (que entraba en todos mis planes, hasta en los más optimistas), la sensación de ver la meta y poder sacar un resquicio de fuerzas para que no me adelantara un V3 (el amigo Georges Lucas y su permanente sonrisa), que se había ido acercando peligrosamente, son inolvidables.

Como decía al principio (hace ya no se cuantísimas líneas -enhorabuena si has conseguido leerlo todo, ¡tú si que eres un campeón!-), ¿puede ser que empiece a gustarme el morbo este de sufrir lo indecible en larga distancia y me anime a retos mayores?... ¡todo se andará! ¡yo ni confirmo ni desmiento! ¡el tiempo dirá! ¡y también las ganas de sufrir!

Por lo pronto ahí queda. Aprovecho a dedicárselo a toda la gente que me conoce, me quiere y/o valora, aunque diga que disfruta viéndome sufrir como algún cabroncete que es capaz de acabar casi veintidós minutos antes que yo o al que se venga haciendo tocamientos deshonestos...

No soy el primer olímpico en mi familia, pero tengo una bonita estela que seguir. Y ejemplos de superación cercanos a troche y moche. Particularmente me siento muy satisfecho con la marca (2h39'13), pues nunca pensé que podría bajar de las 2h45.

Ahora a descansar, que a mi eso del "tapering" es la parte del entrenamiento que más me gusta. Nos veremos -espero- en San Pedro. Y no olvidar que: "al que Dios se la dé, que San Pedro se la bendiga".


CUATRO - La cerveza

Aunque parezca una especie de chiqui-chiqui, este es el triatlón de los chicos Carrillo. Esta vez las pagué yo, pero porque además de la cartera, me salió del alma. La próxima que pague el más mariquita.

5 comentarios:

Garbanzito dijo...

Gran crónica de un gran día. Es cierto, hasta casi el final me tuviste con los cataplines en el cogote pues creí que no te pillaría nunca, con el consiguiente cachondeo general. En cuantico aprenda a nadar sus vais a enterar.

Andreseitor dijo...

Enhorabuena, ahora ya no colará eso de globero-man: todo un olímpico! y con neopreno!.

TRI ORACULO SANTA POLA dijo...

Enhorabuena, dejate de chorradas que si te digo la verdad, creo que tu disfrutas más que nosotros, piensa que cuato más arriba más fuerte es el porrazo, si no! tiempo al tiempo.
Nos vemos es San Pedro, por cierto... yo ya tengo alguna foto contigo, del duatlon de San Pedro.

Jose Pascual (El Presi)

XARLI dijo...

Garban: ¡muchas gracias!, ¡leyendo lo que pones me haces creer que lo mismo algún día termino ganandote sin necesidad de pincharte las ruedas o partirte las piernas!jaja.
Andriu: no te creas ná de lo que leas u oigas, que ya sabes que los tris somos como los cazadores o los pescadores. De todas formas, ¡ánimate! que ya sabes que empezamos juntos en Molina (aunque por entonces no nos conocíamos), y si yo lo he hecho, tú también puedes (parece el eslogan de alguna marca deportiva, pero es lo que pienso).
José Pascual: tienes razón, ¡y no sabes cuánta!, diciendo que yo disfruto más... ¡sobre todo cuando me pasa Garban tocándome el trasero! ¡es lo que más gustico me da!
Por cierto, en San Pedro llevad cuidado conmigo, que estoy crecidísimo (o eso, o me han encogido los vaqueros)

stani dijo...

Acho! el año que viene toca doble olímpico, que es el paso lógico hacía la cifra mágica 3.800-180-42´195 y a llorar a la Fuensanta....