martes, 27 de abril de 2010

Triatlón de Elche: crónica de un sufrimiento anunciado - 1ª PARTE

Quien tenga la rara manía de leerme (¡cuanto bicho raro hay por ahí!) sabe de mi propensión a versionar títulos de obras cumbres de la literatura o la cinematografía.

Esta vez me ha venido al pelo una de las obras más universales de Gabriel García Márquez. Porque mira que tenía claro antes de empezar que a lo que iba yo a Elche, por mucho que lo disfrazara de "disfrute" era a sufrir, no hasta al límite de llegar para que me dieran el señor -porque ahora tengo que cuidarme el doble, ya que son dos las mujeres que me esperan-, pero si a un machaque tan voluntario y masoquista como considerable, dado el redundante bajo estado de forma en el que me encuentro este año.

El primero que avisaba era el mar, que había pasado del remanso de paz de la edición anterior a un amago de oleaje... por suerte se quedó en amago, aunque también se hizo inevitable algún que otro trago, y la visibilidad de las boyas fue bastante escasa (tanto más para mí, que veo menos que Rompetechos con antifaz).

La salida en tandas fue un gran invento y evitó tener que andar hostiándose por aquí y por acullá, aunque siempre habrá gente que se empeña en nadar "a la argentina"... Los más futboleros seguro que me han entendido; son esa peña que practica lo de "achicar" el espacio, doctrina en la que destacó por encima de todos el señor Menotti, en sus tiempos con la albiceleste y cuando luego entrenó a alguna escuadra española. Es decir, que por muy grande que sea el ancho mar, y por muy lejano que esté el horizonte, sienten la necesidad del calor humano, de nadar en manada cual delfin chapoteador. Esto tiene su parte buena -que no te sientes sólo en la inmensidad del océano-, y su parte mala, en forma de reiterados manotazos admonitorios del susodicho cansino de nadar impropio, irreverente, desviado y molesto, que terminan hinchándote las narices (física y metafísicamente hablando). Uno, en su nado de cuarto de baño de casa, ha hecho lo que ha podido intentando esquivar la lluvia aunque sea a costa de tener que ir corrigiendo el rumbo (con el incremento de metros naúticos nadados de más), o la ralentización del ritmo para dejarlo pasar amablemente, con la sana intención de perderlo de vista de forma global.

Pero ya se sabe que los caminos del señor de los mares son inescrutables, y que si Zeus en persona ha decidido que hoy te toca zurriagazo en la napia y tener que pararte a achicar las gafas inundadas, pues te paras y bailas. ¿Para que esperar a la primera boya pudiéndote dar mucho antes? Yo pensaba que esto sólo ocurría entre la élite que se la juega por delante y en la mítica primera boya, igual que los ciclistas se meten los codos en el sprint por la victoria, pero resulta que en el triatlón, por mucho NDS que sea la prueba (¡ojo! que yo al principio pensaba que eran las siglas de una popular consola hasta que me enteré que significaba "No Drafting Series"), en la natación está permitido el hostigamiento -iba a poner "hostiamiento" que tiene una raíz similar, pero uno guarda la compostura hasta con la nariz torcida-. Algo parecido sería que en las grandes vueltas llegaran dos ciclistas justo delante del coche escoba metiéndose el codo hasta el galillo por no ser el último, ¿a que parece inconcebible?... pues inconcebible y además patético resulta si el episodio de boxeo marino se da entre dos tipos embuchaos cual morcillicas en sus neoprenos a punto de reventar.

En resumen, tirando por lo corto y desvíos de trayectoria incluídos, seguro que recorrí bastante más de los 1900 metros establecidos. "Contóyconeso", y a pesar de que me pasaron por encima una bandada de gorros naranjas, que yo al principio pensé que eran rezagados que esprintaban a media carrera hasta que me dí cuenta de que mi gorro era amarillo (como el pipí-lastre que conseguí soltar en marcha mejorando la depurada técnica miccionadora del hijo del viento, ilustre teórico de la meada precarrera), y que los de naranja parecía que llevaran prisas en las manos y aletas en los pies, salí del agua medianamente satisfecho a la vez que mareado (seguramente por el abuso en la ingesta de solución salina y el accidente nasal). Lo que dijera el crono era lo de menos (ahora eran mis rodillas las que me daban el primer aviso). Creo que lo que más me molestó fue que me adelantara en el agua el mayor de los Campillos (que había salido diez minutos después y que no tuvo el detalle de pararse a saludar ni ná el "esaborío"... creo que todavía no ha asimilado aquella caída de globero subiendo el puente de la vía y se venga de esta forma, jaja).

Os emplazo a las próximas partes de mi crónica, para que podáis disfrutar con la narración de lo que sucedió en las más de 5 horas siguientes de mi aventura por los Arenales(¡cuando yo empecé a correr estaban terminando los primeros!). Para dejarlo en uno de esos puntos que generan impaciencia por parte del ávido lector os adelantaré que hubo "tocamientos" en los boxes, y que pequé de pensamientos impuros (por la tentación que tuve de seguir la rueda de Stani cuando me pilló nada más coronar la cuestecica de salida).

Por lo demás, habéis de saber que el culpable de que me haya decidido a contaros mis peripecias es Pedro Mª Campoy, pues me ha requerido la crónica. Además de ser un fiera (27º en la general absoluta), tiene casi tanto de masoca como un servidor, y se vé que no sufrió bastante por los Arenales el payo, pues tiene ganas de quemarse los ojos leyendo, ya que al parecer fue lo único que no nos quemamos corriendo por las dunas.

Por cierto, tengo entendido que la próxima edición del Triatlón de Elche, no solo pasará por la arena como este año, sino que para rizar el rizo en lo tocante a la dificultad, pondrán minas antipersona... y el que la pise, ¡ah, se siente!, ¡más refrigerio quedará en los avituallamientos para el siguiente!...

... Pero eso, como digo ya os lo contaré en futuras entregas, que yo aún sigo bastante entregado en brazos de don abatimiento generalizado, e intentando diseñar con cartón y un poco de plastilina dos prótesis de rodillas que me puedan tener en pie.

3 comentarios:

Jesús dijo...

Eso es una crónica como Dios manda.

No el telegrama mío, que solo he puesto: al agua, nadamos y salimos del agua.

Prometen las siguientes partes. Te veo con instinto televisivo, con eso de anunciarnos los tocamientos para el próximo capítulo, je, je.

Da igual los pocos que seamos nadando, siempre abundan los molestos: los que se sienten solos, los "torpedos locos"...
estos últimos son un huevo de rápidos pero tienen el timón roto, y te pasan por encima una y otra vez en zig zag.

Nada, que esperamos la siguiente parte.

stani dijo...

Eso, es porque hay triatletas que tenemos falta de cariño y el acercarse en la bici hoy está mal visto, no te digo nada de la carrera a pie, por eso aprovechamos en el agua, jajaja. por cierto, no me ha dado tiempo a terminar de leer tu crónica, me he ahogado por la segunda boya , jaja.

XARLI dijo...

Jesús, dado que yo hago más tiempo nadando, más en bici y más a pie, es normal que tenga más que contar, ¿no te parece? jaja
Lo de las siguientes partes... lo mismo te puede venir bien como entrenamiento de resistencia para Regensburg, jaja.

Stani, no te pierdas la 2ª parte (y habrá una tercera)... sobre todo la narración de lo que hice en el 2º avituallamiento... ¿te acuerdas cuando el hombre inventó la rueda (y no me refiero a la lenticular)?... pues por ahí, por ahí se queda mi invento... no te digo ná.