miércoles, 28 de abril de 2010

Triatlón de Elche: crónica de una agonía anunciada (2ª PARTE)

Me había quedado saliendo del agua... Quien me viera en aquellas (yo oí los gritos de ánimo de Carmen y de Pepe Raja -me faltaron los de mis dos niñas, que finalmente no me acompañaron porque no era plan de que mi peque sufriera las manías masoquistas de su padre), seguro que no se confundió con el cuadro de Boticelli. No era Venus saliendo del agua, no. En todo caso dudaría entre pensar ¡este tío está disfrutando desde antes de empezar porque lleva un pedo encima que no se tiene derecho! o ¡si ya va andado camino a boxes espérate a que se baje de la bici!

Yo también tenía las mismas dudas. Había venido a disfrutar -aunque aseguro que ni iba dopado ni borracho, y que el tambaleo era como el del pescado que se ahoga al salir del agua-, pero lo de correr a pie también tenía claro que iba a ser una odisea. Lo intenté en los metros finales de la pasarela (lo de correr) y entrando en boxes, más que nada por un poco de vergüenza torera, y para que no me siguieran adelantando gorros naranjas, pero decidí conservar en el mejor estado posible a las bisagras que tenía por rodillas.

En éstas me adelanta Stani y me anima. O él lo ha hecho de muerte, o yo de pena, porque ya me lleva diez minutos. Se acabó la alfombra roja. Ahora toca concentrarse en el "paseito" en bici de casi 90 kilómetros que vamos a empezar. Ya sé que para los IM cuyas salidas de entrenamiento son notablemente superiores en distancia, esta cantidad de kilómetros es algo habitual y que lo harían con una pierna atada a la espalda (¡bueno, se suele decir con un brazo atado a la espalda, porque con una rodilla atada a la espalda lo de dar pedales debe ser más complicadillo, jaja!), pero teniendo en cuenta que yo habré hecho más de 90 kilómetros un total de 3 ó 4 veces en los últimos 39 años de mi vida, pues como que además de riñones para ir acoplado, me veía tirando de casta testicular.

Me siguen adelantando en boxes, pero tampoco era como para tener prisa. Yo a lo mío y mis músculos a lo suyo... Y es que a veces, con la mala vida que le doy a los pobres (poco entrenamiento y de vez en cuando alguna locura de éstas), me sorprende que sigan en su sitio y no se pongan en huelga. De hecho, al quitarme el disfraz de morcilla estuve a punto de forzar de más subiendo una pierna y noté como un músculo descontento amenazaba con cerrarse como una almeja inquieta... ¡uf! Vaya sustito para el cuerpo.

Acabo de ponerme guapo. Al final parece que tampoco he perdido demasiado tiempo. De hecho me da tiempo para tocarle el culico a Stani, al que pensaba que ya no volvería a ver... ¡ahora -me digo- se lo voy a poner dificil en la bici! Pero me caigo del burro en seguida... Se me había olvidado que se sale cuesta arriba, ¡con lo mal que voy yo cuando la pendiente es desfavorable! Yo soy más de cuestas abajo, no sé por qué será, pero entrenar cuando la pendiente es a favor se me da bastante bien...

Stani me pilla justo al coronar. Ya sólo queda un "rumbero" (Diego) por detrás, e intuyo que no tardará mucho en adelantarme puesto que también va bien en bici. Decido no obsesionarme y comienzo a amortizar los acoples, que para eso los compré. Parece que el ajuste que hice ayer, mientras revisaba los "niveles", aplicando el método STGM (Sistema tradicional del Globero Manirroto), es decir, a ojímetro, fue acertado. Me siento a gusto. Me siento fuerte. Veo el cuenta y ni me creo lo que me cuenta... ¡casi a cuarenta y con un rodar redondo y fácil! .. ¡ojo, y no es cuesta abajo que ya hemos salido a la general! ... ¡¡Hoy puede ser un gran día!! -me digo en plan Serrat-... Y la sensación es la leche mientras miro a la derecha y veo que incluso voy adelantando a algún que otro jenares que ha salido antes que yo. ¡Ostras! ¡hasta adelanto a uno que lleva uno de esos cascos aerodinámicos!...

Pero si miro a la izquierda la percepción es distinta, oye, que parece esto política... y es que me pasan como flechas uno tras otro un chorreo de triatletas con dorsales de numeración muy elevada, lo que imnplica que salieron 10 ó 20 minutos después. ¡Y eso que no son "élite", que fueron los únicos que me adelantaron el año pasado!... ¡En fin! Yo a lo mío, que esa gente además de depilarse las paticas, han debido tunearlas con algún que otro músculo de más, porque seguro que yo no tengo tantos.

Mientras rodeamos el aeropuerto, y aunque no se note viento a favor, la pendiente casi no se nota. Estoy consiguiendo disfrutar que es lo que quería. Pero la moral se me empieza a resbalar en cuanto el terreno empieza a picar un poco más hacia arriba, allá por el km. 20. No debe ser mucha la inclinación, porque la gente va fácil, pero a mí me quitan las pegatinas y hasta he tenido que quitar el plato. Paradójicamente un buen plato, pero de comida, es lo que me metería yo entre pecho y espalda porque empiezo a tener hambre... Me animo pensando que queda poco para el primer avituallamiento; creo que voy a pedir el entrecote al punto con unas patatas...

Diego me adelanta en el repecho justo después del avituallamiento (después de todo le he aguantado más de lo que pensaba). Como ya había pasado tanta gente se les ha acabado la carne y ya sólo queda postre. Me tomo medio plátano y una barrita... ¡Hmmmm! ¡de chocolate! Me acuerdo de Stani y de la cara de asco que le debe estar poniendo, pero a mi me recuerda al bomboncito de mi niña, y me entra una alegría que para qué.

La alegría se me borra de la cara en cuanto veo que me está adelantando uno al que había dejado atrás con ese porte de rodador holandés que tenía en los primeros kilómetros... ¡joder,joder! Él es el primero que me reconoce y va y me lo dice:
-¿tú no me has adelantado antes?
-si, es que estaba probando el botón del nitro pero se me ha atascado y aquí me ves, padeciendo los siete males. A ver si en la próxima gasolinera me paro y pongo el diesel e+ extra

Al buen hombre le ha debido animar recuperar un puesto, pero yo lo tengo claro: ¡antes muerto que sencillo! Así que en cuanto se acaba el repecho tiro de acoples y me despido educadamente -por si acaso- con un ¡hasta luego!... nos vemos en el siguiente repecho.

Pero ya parece que va quedando menos cuesta. Oteo Aspe y tras superar la cima donde han puesto el control del chip tiro para abajo y recupero bastante la distancia que me habían sacado los últimos que me habían adelantado.

La última cuesta en la circunvalación de Aspe se me vuelve a atragantar como si fuera el Turmalet -está claro que las cuestas en la bici de spinning no es fácil entrenarlas-, y con el penúltimo trozo de la barrita energética aún negociando el control de pasaportes del galillo, me descuelgo para Elche a todo lo que mis dientes me dejan (creo que he llegado a ver por unos segundos un 60 de multa). Adelanto al menos a media docena que van pedaleando. Yo me he acoplado con el sistema "ataud" (a tumba abierta, vamos), y reservo lo de dar pedales para cuando se acabe la bajada.

En el segundo avituallamiento, noto como que me faltara algún nutriente... no sé... Por eso hago uso del cartucho regenerador que me había reservado, un avance tecnológico de última generación cuyo uso aún no ha sido suficientemente desarrollado en el triatlón de larga distancia: ¡¡me paro y llamo con el móvil a casa para ver qué tal están mis niñas!! ¡¡ole, con dos cojones y un móvil!! ¡toma, toma, globero tecnológico! ... Ya sé lo que me faltaba: ¡el biberón de media mañana que suelo yo darle a mi niña!...

Repuesto de todos mis males (o al menos eso pensaba yo), vuelvo a coger carrerrilla, y aunque los pocos que quedaban por detrás me habían pasado como balas mientras estaba de cháchara familiar, aún consigo dar caza a alguno que otro de vuelta hacia al mar, contra viento y marea (sobre todo contra lo primero).

Rondando el kilómetro 70 las fuerzas me abandonan. Noto como un vacío de poder. Es como si se hubiera quedado mal cerrado el tarro del poderío físico y se hubiera ido derramando. De no haber reservado una barrita creo que hubiera tenido que pararme para evitar caerme redondo, aunque lo mismo también me la tendría que haber tomado antes para no verme en éstas... Casi no paso de los veinte por hora. Menos mal que no tengo un altímetro, porque puede que hasta vayamos cuesta abajo (al fin y al cabo vamos hacia el mar), y si lo viera reflejado en una pantalla lo mismo me marearía de la vergüenza.

Aún queda el último kilómetro de subida. Lo haré como buenamente pueda, en plan molinillo si hace falta, ¿qué le vamos a hacer? ... Jesús, que seguro que se ha ido reservando para tomarse la revancha del año pasado me pilla justo en el mismo lugar donde yo le dí caza el año anterior. La diferencia es que me lleva 10 minutos. ¡Me alegro por él! Se está currando la preparación para un IM y eso es para descubrirse... yo me quitaría el casco para festejarlo, pero por si acaso está agazapado por allí algún juez me contengo las ganas. Además, no estoy para soltarme de manos precisamente, que para mí que me he teletransportado y estoy subiendo el Mont Ventoux o algo así.

Por fin en Arenales, a la altura de la playa, ¡boxes!... hora de bajarse. Miro el crono y veo que después de todo voy bien de tiempo para intentar el asalto de las 6 horas. No he tenido fuerzas ni para descalzarme en marcha, por lo que me agacho antes de entrar en el pasillo de compensación y voy trotando en busca del último sector, el que en el futuro debería conocerse como "el de los cangrejos", por varias y justificadas razones:
1ª terminamos todos rojos
2ª algunos, como servidor, no vamos ni para atrás
3ª el paseo por la arena y los pedregales anexos es inenarrable... bueno, haré un esfuerzo en el tercer y último capítulo. De momento aquí os lo dejo, a palo seco de fotos hasta que algún alma caritativa me pase alguna foto con la que hacer más llevadera tanta letra.

¿Alguien sigue ahí? ¡pues enhorabuena!... si haces triatlón estás más que preparado para aguantar las pruebas más duras, y si aún no lo haces, ¿a qué esperas? ¡tienes espíritu de sufridor!

3 comentarios:

Pepe del Sequé dijo...

Tendrías que hacer más triatlones para que pudiesemos disfrutar de más crónicas como estas. También es cierto que aunque no hablen de triatlón (que también es refrescante dejar de oir hablar de entrenamientos, medias,ingeniería de bicis y potingues energéticos) me encantan tus entradas en el blog. Aguardo con impaciencia la tercera entrega. Un abrazo a todos

XARLI dijo...

Pepe, se nota a la legua que eres un tío duro... no solo tienes el valor de haberte leído las 2 primeras partes, sino que aguardas la tercera, jaja...
En fin, dado que este año voy a poder hacer pocas carreras (y entrenamientos aún menos, jeje), tengo que sacarle el máximo partido a una prueba como Elche y contar todos los detalles. Así, de paso, parece que he hecho algo. El año próximo espero verte en la línea de salida; de verdad que te lo recomiendo.

JC dijo...

Eres una máquina! Tú si que tienes mérito, no los que entrenamos! Yo también espero tu experiencia por las dunas de Elche porque ahí es donde "disfrutamos" todos! Por cierto, a Stani le he mandado un par de fotos tuyas y se te ve muy fresco.
Campi(el más viejo)