lunes, 9 de junio de 2008

POR UN PUÑADO DE CAÑAS


Lo he estado pensando durante toda la semana y, decididamente, tenía que hacer algo para volver a ser el que era. Mis amigos me habían advertido que corría el riesgo de convertirme en uno más, en uno del montón, ¡y yo no podía permitirlo!

Me vino a la mente la canción de la zagala aquella de las pequicas que le demostró a Masiel que no era tan difícil ganar Eurovisión (¡mira que me jode la gente que vive del cuento, sin contar a Calleja, claro, que el hombre se lo curró escribiendo historias!), y me dije: ¡antes muerto que sencillo!

Me pedía la afición que no dejara de ser un romántico, que eso de entrenar es para los que son buenos y para los que pretenden serlo, y que yo podía dedicarme a entrenar en plan "funcionario", limitándome al masajeo continuado de mis atributos testiculares pues, al fin y al cabo, sería lo que tendría que ponerle a la cosa una vez llegado el reto que se terciara.

Repasando esta última semana, creo que voy por buen camino: no sólo no le he pegado un palo al agua en lo referente a la actividad física, sino que, interiorizando a tope la esencia del ser humano -el único que es capaz de pegarse de ostias contra la misma piedra en lugar de apartarla del camino-, me volví a apuntar a otro entrenamiento de hombre de hierro, cuando, siendo sincero, uno no pasa de ser un hombre lagartija.

Pero esta vez, "la muerte tenía un precio". Digo lo de la muerte en sentido metafórico, aunque resultan innegables las similitudes de reintentar la escalada a la Cresta del Gallo con los mismos dientes de la semana pasada, porque si bien es cierto que llevé mi velocípedo al dentista de bicicletas, salió de la consulta tal y como había entrado, un poco por la incompatibilidad de los señores Campganolo y Shimano, y lo ancestral del material que llevo montado. En resumen: ¡que volví a palmar en la subida!... esta vez la agonía la pude llevar hasta más arriba, aguantando la rueda de ese trío de protagonistas que tenía la aventura. ¡Esta peli ya la había visto yo!... "El bueno, el feo y el malo" se esfumaron hacia la cumbre. Yo me parecía a Sergio Leone, más que nada por los rugidos de mi corazón cuando intentaba superar con el 23 las rampas más duras y aquello ya no había forma de moverlo.

Por suerte, en la carga genética todavía debo conservar algún rastro de aquellos pueblos bárbaros que sucedieron a los romanos en nuestra Hispania querida (y de los que todos llevamos algo, porque vándalos sigue habiéndolos a patadas, alanos o idos del ala ni te cuento, y suevos -o tontos de los suevos- salen debajo de las piedras), y con eso y con el arrojo y la determinación propias de todo aquel que no quiere convertirse en el centro del cachondeo para los restos, volví a coronar.

La recompensa que nos esperaba a la vuelta, tras la segunda prueba de fuego (nunca mejor dicho, porque su altísima, serenísima y requemadora Majestad soleada había decidido obsequiarnos con un sábado tórrido y de pertinaz bochorno), bien merecía la pena. Ahora ya sabéis mis motivaciones cuasi cinematográficas: lo hice "por un puñado de cañas".

Tras una hora a pie arrastrándome junto a Juan, que había decidido aompañarme (en un acto de generosidad, propia del mejor de los anfitriones), en lugar de intentar seguir el ritmo de "el nenico" y "el hombre altavoz", el mejor premio llegó en forma de un refrescante capuzón y una extasiante mano de quintos bien fresquicos, con cascaruja a espuertas, para recuperar el equilibrio electrolítico que habíamos perdido sobre el asfalto de las antiguas veredas, caminos y carriles de huerta.

La cosa salió a litro per cápita, poco más o menos. Yo creo que deberíamos pensarnos en serio lo de proponerle a la federación la convalidación de esta nueva modalidad como el "TRIATLON HUERTANO", pues resultaría bastante más natural para el hombre, dada su demostrada inadaptación al método líquido externo, que el baño fuera interno (un puñado de cañas), al finalizar la dos pruebas convencionales de bici y carrera a pie. Seguro que así la afición crecería. Y por fin podría entrenar a gusto una de las pruebas, porque ahí no me corto, como subiendo crestas y picachos.

En fin, zagales. Que este próximo fin de semana os toca defender el honor de hombres metálicos y murcianos en tierras vascuences. Confiamos en que demostréis todo lo que sabéis hacer, incluyendo el tema de empinar la articulación por donde se dobla el brazo al rematar la faena triatlética. ¡Deslumbrad a la peña de Zarautz! ¡Mucha suerte y acordaos de nosotros si os faltan las fuerzas! Porque tanto Juan como yo os aguardaremos con los brazos abiertos, para recompensaros con un abrazo en caso de éxito o con un cachondeo perpetuo en caso de fiasco. Que luego bien decís de mí sin piedad que si soy un cabeza loca o que si os gusta verme la carica de esfuerzo y sufrimiento.

4 comentarios:

Jetlag-Man dijo...

Yo también subí La Cresta el domingo. Quedé gratamente sorprendido porque ya no hay bandas sonoras por encima de Los Teatinos, como antes. La última vez me di la vuelta, cabreado. Como ahora sólo me retiro con sirena, pues sin problemas: subida por La Fuensanta y bajada por Los Garres. Como es lógico -en mi caso- acabé subiendo Altorreal,... que nunca me libro. Mierda de cambio climático.
De todas formas, nada que ver con Zarautz, je, je,...

stani dijo...

Acho! si es que tienes muchos cojones y eso que vas sin afeitar las piernicas. La verdad que se sufre, pues yo también lo pasé mal, pero que bien nos lo pasamos, o no?

Jesús dijo...

Eso, eso ... tu no renuncies a tu esencia ¿eh?. Da igual. Creo que no podrías.

De todos modos, ese doble intento, y además consencutivo, de tomarle la cresta al gallo ese, tiene pinta de entranamiento serio.

A este paso, te voy a tener que dejar mi sitio en el Titán, porque ultimamente, yo subir, no subo ni por la escalera a mi casa.

XARLI dijo...

Ramón, ¡pero tú ya eres todo un finisher! ¿cómo no ibas a poder cn la cresta del gallo? ¡y con media docena de pollos que te echaran!
Stani, claro que nos lo pasamos bien (yo sobre todo bajando, ja,ja). Pero corriendo yo os veía ir hablando a Garban y a tí, como si tal cosa, así que muy mal no lo pasarías. Seguro que te quedaste peor al tener que marcharte tan pronto del "tercer sector", ja,ja.
Jesús, me estoy dando cuenta de que todos los que me decís algo sois maratonianos. ¡No! Si al final va a tener razón Stani y el año que viene me toca doctorarme en los 42 kms. ¡O en la Titán! ¿quien sabe? Ya nos contarás para que disfrutemos con tus aventuras. En cuanto a lo de subir, no te preocupes, que yo también subía antes por las escaleras de casa, pero ahora cojo el ascensor, ja,ja.