lunes, 2 de junio de 2008

¡ A la rica cresta de gallo !

No sé como lo hago, pero últimamente tengo una especie de relación zoofílica con todo lo referido a mis peripecias deportivas. Permitidme que me explique porque no quiero malos entendidos, que me conozco el percal: nado cual delfín, hago las transiciones como el más desorientado y torpón de los caracoles, corro como una tortuga centenaria y, por si no fuera poco, en ausencia de competición que poder llevarme a la boca, para sacarle todo su jugo y saborear el dulzor de la superación personal, este sábado pasado me apunté como figurante a un entrenamiento de esos para subir nota,.

¿Alguien ha probado alguna vez la cresta del gallo? Dicen que son un manjar culinario, pero a lo que yo me refiero es a subirse hasta lo más alto de ella...

Otra vez me veo en la obligación de dedicarle su ración de tecleo a la explicatoria, pues aunque pueda sonar a prueba estúpida de gymkana (¡subirse a la cresta de un gallo, nada menos!), servidor, que está en desacuerdo pleno con todo tipo de violencia -incluyendo aquella que pudiera practicarse contra cualquier especie animal, incluyendo la humana, ¡faltaría más!-, no sería capaz de semejante tropelía en contra del símbolo por excelencia del gallo kiriko y toda su estirpe. A mí me sacas de los documentales convencionales de la 2, con sus gacelicas Thompson y su parque del serengueti, y me pierdo más que Zapatero en una reunión con Bush. De hecho no tengo la menor idea de donde sacarán los gallos su característica chulería, para cuatro plumas que tienen, o si se rigen por el meridiano de Gringüich o por algún otro huso horario para la cosa de darle al cacareo.

En fin, que la Cresta del Gallo (en adelante, el "gallorolo"), con sus entre cuatro y cinco centenas de metros de altura (que no es que sea una altura para llevarse tetrabriks de oxígeno, pero que para un tío de huerta no deja de ser un monte que tira para arriba), es una zona de esparcimiento arborícola que obra de frontera natural para separar los reinos de Murcia y las llanuras con que sueñan las tribus cartageneras en convertir algún día en provincia. Para cualquier aficionado a la cosa del pedal, coronar esta mítica cima wertana es casi tan imprescindible como una visita al Santuario de la Fuensanta, por donde se ha de pasar al inicio de la ascensión reglamentaria.

Subir a la Cresta del Gallo. Si señor. Bonito reto para el último sábado del mayo más gris y lluvioso que recuerdo. Y como le tenía ganas desde aquel par de fiascos adolescentes, cuando tuve que abandonar sin poder llegar a lo más alto, por manifiesta incapacidad física, me dije que esta vez habría de ser la de la revancha. De paso, también, podría demostrarle a mis compañeros expedicionarios, sin excusas, mi valía en cualquier tipo de asfalto.

Por eso, a pesar de la pinta que tenía el día de estar aguardando nuestra salida para empezar a largar un jarreo inmisericorde, los cuatros decididos jinetes (entre ellos dos de hierro -Stani y Garban- y otro -Juan- que tiene madera de sobra), a las ocho y cuarto nos pusimos en marcha.

Como había ganas por desenvainar nuestros espíritus luchadores y empezar a darnos tralla en la subida, optamos por la vía más rápida, renunciando a darnos el paseito por toda la costera y sus interminables semáforos (con Garban y su caprichoso afán por descabalgar en todos los semáforos se nos hubiera hecho eterna la espera). Ahora que lo pienso, tal vez hasta demasiado deprisa, pues nada más empezar la primera rampa pude darme cuenta de que la musculatura de mis piernas había decicido continuar su letargo.

Entre el poco calentamiento y la osadía técnica de enfrentarme a la jornada escaladora con un 39/23, como si me uniera alguna relación de parentesco al mismísimo Contador, tuve el presentemiento de que aquello iba a ser duro. ¡Y en esto no me equivoqué!....

Conseguí llegar hasta el Santuario aparentemente intacto, pero por mi cabeza, y sobre todo por mis piernas, rondaba la idea de que algo no iba bien. No tardó en confirmarse la evidencia: la rampa de los Teatinos dictó sentencia. Por delante se marchaban "ilcapo" con su 27 y Juan, el hombre de los tres platos. Hasta Garban, con su personal estilo diesel, me iba dejando atrás, más que nada porque yo iba más clavado que el cristo de los maderos. Ni siquiera poniéndome de pie y cargando todo el peso de mi cuerpo conseguía que aquello avanzara, y el esfuerzo era descomunal... ¿resultado? ¡que si no echo el pie a tierra me hubiera terminado cayendo redondo!

Entonces, no sé si fue la vergüenza, o el medio plátano que engullí, pero volví a subirme encima de la bici y me puse a dar pedales. Delante, ante mi retraso daban por hecho -según me reconocieron al final- que me había dado media vuelta... pero no era el día para abandonar. Había sido una clara derrota, lo reconozco, pero no iba a arrojar la toalla: esta vez por fin lo iba a conseguir.

A mis compañeros les dió tiempo a hacer un picnic según creo, pero no me lo echaron demasiado en cara. Sabían de mis limitaciones "coronarias" y valoraron mi osadía. De todas formas, aunque hubiera perdido una minutada subiendo, bajando hacia Beniaján no hubiera sido el último, porque a Paco se le subían los caracoles en las ruedas. Ahí, lanzándome a tumba abierta con Stani y Juan, me pude resarcir y tener unas sensaciones agradables y, sobre todo, refrescantes.

El entreno acabó con una transición y carrera a pie de tres cuartos de hora por los Polvorines, nombre más que apropiado dado el lastimoso estado en el que terminé, más vacío que la cabeza de un extremista islámico.

Por suerte, con un domingo de asueto, practicando el arte de la barbacoa, y con una adecuada reposición de sales minerales en forma de inyecciones de cebada líquida fermentada y con su espuma correspondiente, vuelvo a pertenecer al género humano.

Lo dicho: ¡a la rica cresta!, que ya habrá otra ocasión de hincarle los dientes (del veinticinco para arriba, ja,ja).

7 comentarios:

stani dijo...

Acho te estás convirtiendo en un triatleta más, ya te queda poco de aquel Xarlique veía el triatlón con un cierto romanticismo, joder que ya hasta entrenas y todo...olé.

Garbanzito dijo...

¿Y del Pozo qué me cuentas?. Ponle el 25 a la bici y ya está. Esta semana subimos de nuevo, así que...
Ayer tarde nos fuimos Stani, Juan y yo a hacer un farlek, 6/3 y el mariconazo del nenico nos sacó las bolas de los ojos... ¡Es un cabronazo!.
¡El sábado no faltes!.

XARLI dijo...

Va a tener razón el "nenico". Ante la duda de ser cabeza de ratón o cola de león (que aquí sería: globero luchador o tri del montón), lo mismo estoy perdiendo la "gracia"... no sé, no sé, ¡me lo voy a tener que pensar y dejar los "excesos" entrenando, ja,ja!
Pero que conste que la culpa la tenéis vosotros que me provocáis.
Ah, Garban! Y ya sabes que vamos a prohibir tu entrada en el 3º partido de la final (¡porque lo va a haber!), porque está demostrado que el gafe eres tú, ja,ja.

stani dijo...

Hacemos el sábado la subida a la cresta por Beniajan y una transición guapa por los polvorines?

Jetlag-Man dijo...

Pues yo la subo sin despeinarme,... con 34/25, je.je.

Felipe Javier dijo...

Es verdad que ahora entrenas? Joer, Xarli, te vas a poner fino, vas a repartir ostias copmo panes en los triatlones si te subes la Creta con un 23!!! Ea, será cuestión de entrenar más para mí, aunque sea de noche, y durmiendo... Jejeje!

Ernest dijo...

Pues he subido hoy desde Murcia y la verdad es que es mucho más divertido bajar. Voy a contar los dientes en el plato para ver por qué me costó tanto!