sábado, 1 de mayo de 2010

TRIATLON DE ELCHE - el vuelo rasante del colibrí ¡¡¡y tres!!!

Ni el guepardo, ni el correcaminos, ni el "campillus" velociraptorus. Los entendidos aseguran que el colibrí vuela a 27'3 metros por segundo (casi 100 km/h) y que por ello es el vertebrado más veloz. Lo asombroso del estudio es la afirmación de que ha adquirido esta extraordinaria capacidad para poder seducir a las hembras. Servidor, que es más lento corriendo los mil metros lisos que Chiquito de la Calzada con osteoporosis, le ha preguntado a su media mandarina y ésta me asegura, para mi total tranquilidad, que los colibrís no la ponen nada de nada por muy rápidos que vayan.

Respiro hondo y tranquilo, casi como cuando en el triatlón de Elche -vuelvo a engancharme aquí con la crónica de la carrera, sin que apenas se note, ¡vaya arte que tengo!- dejé los bártulos ciclistas en boxes y me calcé mis brooks -a las que tenía entre algodones para evitarles lesiones de desgaste, desde antes de marchar para las Áfricas (y de eso hace ya un mes y medio largo)-, me calé la visera y eché a correr, mientras me anudaba a la cintura la bufanda tricolor de mi pequeña. Este último gesto, que desde fuera puede parecer una invocación al espíritu de las conciencias solidarias, es pura prevención, dado que por los andurriales por los que asegura el mapa de ruta que nos van a meter y la altura acumulada, lo mismo hay que pasar junto a alguna nube y hace frío...

Falsa alarma lo del frío. Me doy cuenta apenas se me pasa el efecto "prueba superada" que se había apoderado de mi ánimo nada más bajarme de la bici. La salida de boxes, por mucha agua fresquita de la muerte que tuvieran preparada justo al comenzar el circuito a pie me recuerda a esos días de bochorno estival, cuando estás en casa, en plena canícula al amor del aire acondicionado y se te ocurre sacar el morrillo a ver lo que se cuece en la calle, y de poco lo que se cuece, precisamente, es tu morrillo. Son dos segundos lo que se tarda: uno en abrir la ventana y otro en cerrarla, ¿no?... Pues aquí, la alegría por empezar el último sector se te evapora, apremiada por el astrigente calor, en lo que tardas en acercarte a la escalera "piraña", porque se come todos los arrestos de fuerzas que te queden, desnudándote del mínimo brío necesario para acometer la aventura de los veintiún kilómetros restantes.

Rebusco en los bolsillos del recién estrenado dos piezas, pero ya ni ahí me quedan fuerzas. Tampoco llevo recambios de rodilla, así que optó por compartir el imprescindible avituallamiento líquido con ellas, rociándolas de agua fría en cada repostaje, de forma que al menos me permitan llegar al siguiente puesto de esperanzas. El invento parece que funciona y que, cual fuego, voy aplacando las iras de los músculos circundantes a los engranajes de mi falluto órgano locomotor. Por si fuera poco, el regreso al paseo, tras la dura subida, no lo puedo hacer como el pasado año, en que me tiraba cuesta abajo a toda máquina. Se me atascan las rodillas en la subida casi tanto como en la bajada.

Apenas llevo un par de kilómetros cuando el nivel se estabiliza un poco en el paseo, pero la situación no mejora. La gente anima incansable. Pero no son ánimos lo que escasean sino fuerzas. Intento estirar, tanto las piernas como las fuerzas, para llegar al siguiente puesto de socorro gastronómico. Como es cuesta abajo suelto el freno de mano y llego.

Más que una media maratón, me siento como si estuviera haciendo la ruta del tapeo de Arenales, parando en todas y cada una de las tascas que habían preparado los organizadores, alguna de ellas en pleno solanero, como para joder tanto a corredores como a los esforzados y animosos avitualladores. Eché de menos los daikiris, pero con una perfecta combinación de gel-plátano se podía ir tirando.

Como hablaros de técnica de carrera a pie sería, además de una presunción por mi parte, una falta de respeto a los que sóis capaces de correr de forma continuada sin que se os suban los caracoles, os diré que tengo el croquis del recorrido grabado a fuego para los restos, con el recuerdo imborrable de los bidones donde se cobijaba el agua o el isotónico bien fresquito. A falta de una buena cerveza que llevarse a la boca con tanto calor (del enrojecimiento cangrejil de las partes de piel expuestas al sol ya hablaremos otro día), me sigue salvando el agua fría rociada sobre las rodillas. No sé si saldría humo, pero a mí me permitía ir tirando otro poco. Más de una vez estuve tentado de meter las piernas enteras en los bidones con hielo, pero si me abstuve fue porque de haberlo hecho creo que ya no hubiera terminado pues me hubiera quedado alli a vivir, y también porque el paso por la arena hubiera sido aún más extenuante, y bastante rebozados llevaba ya los pies de tierra como para que se me pegara más.

Y en estas llegamos a la gran novedad de la cita pedestre de esta edición: la arena. Si alguien conoce una carrera donde se alternen tantos tipos de firme, que me lo diga: asfalto, escalones de cemento, aceras, tierra, tierra y piedras, más piedras con tierra, arena, pasarelas de madera... ¿en qué momento se me rompió la brújula y aparecí en una etapa del Maraton des Sables? ¿nadie se sintió abducido por un momento como yo?... Puede ser que estuvieran buscando franquiciados, o lo mismo es que, el año próximo, la etapa prólogo de la dura prueba de las arenas saharianas tienen pensado disputarla en los Arenales de Elche... Porque para hacer más duro este jodido y bendito triatlón sólo se me ocurre que pongan pinchos en la arena, que en lugar de agua nos den orina de gato recalentada, que haya que meterse al agua a cazar una medusa con las manos atadas a la espalda o que la gente que presencia la carrera en el paseo, en lugar de animar, nos insulte, nos escupa y nos ponga la zancadilla. Ahí quedan las ideas, sin copirrín ni nada...

Poco más puedo decir... ¡ah, si! ¡que los dulces del avituallamiento antes del desvío para el circuito de la playa estaban buenísimos! y que como andar por la arena lo recomiendanlos traumatólogos para fortalecer las articulaciones, ¿quién soy yo para contradecir el criterio de esos especialistas del trauma? -lo digo por si alguien aprecia en la foto alguna diferencia en la marcha de los triatletas en fila de a uno-.

A los que no lo sepan -por pertenecer a la casta de los que bajan de las cinco horas-, les diré, desde mi perspectiva casi de triatleta escoba, que eso de dar vueltas a un circuito así de variado, duro y remoto, sólo es divertido mientras te cruzas con gente (aunque te lleven hora y media). No te digo nada si eres de los que va adelantando peña como el que va recogiendo flores por el campo... Al menos espero que seas de los que se solidarizan con el que va más roto que un juguete en manos de una cría de león, y en lugar de pasar con la cabeza alta y un perfecto balanceo de hombros y brazos, al deshecho globero le regales aunque sea un esbozo de gesto de ánimo. A mi me agrada que cuando me aparto para que me doblen (aunque bastante doblado va uno ya), el derrapante triatleta me lo agradezca aunque sea con un somero "gracias", que tampoco espero que saque un gancho al que poder agarrarme. Y en cuanto a lo de apiadarse de uno, intentándote colar esa mentira piadosa tan manida del "¡venga, que ya no queda nada!", pues mira, que casi mejor que no... ¡no te jode! ¡a tí que me llevas más de diez kilómetros!

Digo esto porque, si la primera vuelta fue dura, la segunda, cuando apenas quedábamos medio centenar repartidos a lo largo de diez kilómetros ni te cuento... Sirva como dato que a lo largo de la segunda parada miccionadora, realizada en los últimos pinos, poco antes de llegar a la playa, creo que sólo me adelantaron un par de intrépidos, a los que obviamente volví a adelantar una vez reintegrado a la marcha (iba a decir "carrera" pero se me antojaba pretencioso).. Desde ahí al final, quede en nuestro haber de "finisher" que ni tuvimos tentación de acortar un giro en el que ya no quedaba nadie.

Sólo faltaba un paso por la arena... atreverme a catalogarlo de travesía por el desierto tal vez suene grandilocuente, pero he de decir que cuando no se puede más y se comparte el sentir con otro triatleta (en estas había pillado a Alvaro, un Camaleón debutante en estas lides y que iba aún más jodido que yo), poco más se puede hacer. Como dice el filósofo: "el que hace todo lo que puede, no está obligado a más", y al menos en carrera, mis rodillas y yo poco más pudimos hacer. Entrenar más (o sencillamente "entrenar") es mi asignatura pendiente. Pero es que yo siempre fui de los de estudiar el día antes.

No sé lo que opinaréis, porque esto es como lo que enseñaban en el bachillerato en clase de dibujo técnico: todo cuestión de perspectiva. Y desde la perspectiva de este colibrí alicorto eso es lo que ví.

Luego en meta también ví a campeones... ¿qué digo campeones? ¡campeonísimos y campeonísimas! Incluso me permití el lujo de ganarles en la cola del arroz. Perico y Mabel, y nuestro inagotable jefe de filas, Jesús Carrillo, tratándome todos como uno más de la cuadrilla y preguntándome qué tal -como si no se viera por las pintas y las horas de llegar-. ¡Vaya lujo! Se podían haber comido tres cabritos enteros en el tiempo que llevaban en meta, y allí estaban, detrás de mí en la cola del arroz... ¡qué sensación! ¡ya que ni en sueños podría mojarles la oreja en una carrera al menos fui más rápido que ellos para el arroz!... y también fui rápido desapareciendo, porque empecé a notar las mismas sensaciones que al terminar la media de Santa Pola y no quisé que se repitiera el espectáculo, por lo que tiré para boxes, aún no sé bien cómo -imagino que porque lo de andar no se olvida por muy mal que vaya uno-.

El que también me ganó (¡además de otros ochocientos no sé cuantos jaja!) fue el otro Jesús, el camaleón. Se nota su mayor preparación y el cuidado de su cuadro técnico (María, su novia, que lo atendía en meta a cuerpo de rey -fue a buscarle el arroz y todo- y que en la salida le sacaba fotos -por cierto, a ver si me enviáis la única foto en la que creo que tendré buena cara, que fue enfundado en el neopreno antes de empezar-).

Y ya está. ¿Alguna duda?... Si alguien quiere contratarme para alguna conferencia, clinic o similar, que sepa que mi caché sube por momentos, que a mí la crisis de Grecia no me afecta.

PD: si no pongo más fotos no es por vergüenza, sencillamente es porque no tengo (la única que he puesto es cortesía de ese depredador llamado "campillus" velociraptorus, ¡gracias juancar! Parece mentira que trabajando en un banco des fotos sin pedir aval ni nada, ja,ja). Si alguien puede facilitarme algún documento gráfico más para que no se atragante tanta letra, mejor.

8 comentarios:

Pedro Mª Campoy dijo...

Pedazo de crónica! y luego dices que porque te la pido, las de la mayoria son, "natación a ritmo tal... bici con sensacion de... no me encontre como de verdad estoy a pie..." las tuyas son geniales. Un abrazo y nos vemos pronto!

stani dijo...

Geniales? pero Pedro si este tío es un palizas, jajaja, por cierto que lo mismo la foto te la mandé yo, pero vamos que no me enfado por nada, ah! que lo he leído todo dos veces, ya sabes que mi ritmo últimamente no es muy alto...

XARLI dijo...

Pedro y Stani, como ya sabéis, a mí el único ejercicio de las tablas de musculación que me va bien es el de la "sentadilla". A éste habrá pocos triatletas que me ganen, jaja... Curiosamente con él lo que se me mueve es la sustancia gris. Luego éste "músculo" no sirve demasiado para correr más rápido, pero sí para escribir y escribir, como el que sube escaleras sin esfuerzo.

Se nota que sóis dos tíos duros: no sólo os lo habéis leído, sino que habéis tenido el valor de responder... ¿Os imagináis que me diera por hacer un IM? ¡el señor de los tubulares no lo quiera, porque entonces no habría quien aguantara mis crónicas de lo eternas y aburridas que serían!

BlueFury dijo...

Pedazo de blog, nene. Me ha alegrado mucho saber de tí y que todo os haya ido bien a tí y a señora por vuestro triatlón particular. Enhorabuena!!

BlueFury dijo...

Pedazo de blog, nene. Me ha alegrado mucho saber de tí y que todo os haya ido bien a tí y a señora por vuestro triatlón particular. Enhorabuena!!

XARLI dijo...

Gracias "furia azul"... pero no se lo enseñes a tu novia, porque lo mismo se encapricha y te pide uno (y no me refiero a otro blog, jaja), ¡que las mujeres son así!
Si os invitan a una boda, ¡huyeeee! (salvo que de verdad quieras acabar como los palomos, es decir, anillado), y no te digo nada de los bautizos... ¡uy, qué peligrosos! jaja
En cambio, ¿ves tú? Por muchos triatlones a las que los lleves, ¡nada! no hay forma de que les entren ganas de hacer uno, jaja
Venga, a ver si nos vemos pronto y te invito a algo, que la ocasión y los amigos lo merecen.

Pepe del Sequé dijo...

Xarli, no sabes lo mal que me ha sabido no poder atenderos. Para una vez que cierro el sábado a mediodia (en los últimos meses he tenido uno o ningun cliente a esa hora)Tenía ganas de veros y conocer a tu pequeña. Ahora sólo me apunto a carrerillas de 5-10 km para poder estar a tiempo de abrir el negocio. Salvo para el triatlón de Águilas ,que quiero ir dos dias con la familia, el resto tendré abierto. Veniros otro dia y como te he comentado si quereis quedaros a dormir en la casa rural estais invitados.

XARLI dijo...

Pepe no te preocupes: hay más días que longaniza. Nos veremos pronto. Vosotros disfrutad de la trijornada y que sea provechoso el entreno, que ya ilustrarás a este globero que no entrena.